¿Por qué lloramos de alegría?

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  • Autor, Michelle Spear
  • Título del autor, The Conversation *

Las lágrimas suelen interpretarse como un signo de tristeza o dolor, pero no es raro llorar en los momentos más felices de la vida: bodas, nacimientos, reencuentros, triunfos deportivos o incluso un simple gesto de bondad inesperado.

Estas “lágrimas de felicidad” parecen contradictorias, pero ofrecen una perspectiva fascinante sobre cómo el cerebro humano gestiona las emociones intensas.

Llorar es una respuesta biológica compleja a la sobrecarga emocional y no distingue entre sentimientos positivos y negativos.

Ya sea provocadas por el dolor o la euforia, las lágrimas suelen resultar cuando nuestro cerebro intenta procesar más de lo que puede gestionar en el momento.

Tanto las emociones positivas como las negativas activan el sistema límbico, la parte del cerebro encargada de procesar los sentimientos y la memoria.

Dentro de este sistema, la amígdala (un conjunto de neuronas con forma de almendra) actúa como una alarma emocional, detectando la excitación y enviando señales al cuerpo para que responda.

Cuando se estimula intensamente, la amígdala activa otras áreas cerebrales, como el hipotálamo, que controla funciones físicas involuntarias como el ritmo cardíaco, la respiración y la producción de lágrimas.

Otra estructura clave es la corteza cingulada anterior, que desempeña un papel en la regulación emocional, la toma de decisiones y la empatía.

Ayuda a coordinar la respuesta del cerebro a los conflictos emocionales, como experimentar alegría y tristeza simultáneamente.

Estas vías superpuestas explican por qué una oleada repentina de felicidad puede producir una reacción típicamente asociada con la angustia.

hombre llorando

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Los científicos creen que el llanto de alegría es una forma de homeostasis emocional: una manera de recuperar el equilibrio tras una euforia emocional.

Llorar activa el sistema nervioso parasimpático, que ralentiza el ritmo cardíaco y relaja el cuerpo tras el pico de adrenalina de una emoción intensa. En otras palabras, las lágrimas nos ayudan a tranquilizarnos.

Esta idea de “reinicio” no es exclusiva de la felicidad. Llorar en respuesta al estrés o al trauma cumple una función similar.

Lo sorprendente del llanto de alegría es cómo ilustra el esfuerzo del cuerpo por equilibrar fuerzas opuestas: alivio tras el miedo, gratitud tras las dificultades, orgullo tras la lucha.

Lágrimas de alegría

Las llamadas lágrimas de alegría rara vez son solo eso. A menudo surgen de una mezcla de emociones.

Por ejemplo, un padre que ve graduarse a su hijo puede sentirse orgulloso, nostálgico y un poco melancólico a la vez.

Un reencuentro largamente esperado puede despertar la alegría y el dolor de la ausencia. Los psicólogos se refieren a esto como una respuesta de doble valencia: un estado emocional que contiene elementos tanto positivos como negativos.

mujer llorando

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Estas mezclas emocionales también involucran los sistemas de memoria, en particular el hipocampo, que procesa y recupera la historia personal.

Por eso, un momento de alegría puede, inesperadamente, causar un nudo en la garganta: activa recuerdos de pérdidas, dificultades o anhelos previos.

Curiosamente, los humanos somos los únicos animales conocidos que derramamos lágrimas emocionales.

Si bien muchos mamíferos producen lágrimas reflejas para lubricar el ojo, solo los humanos lloramos en respuesta a la emoción.

Esto probablemente evolucionó como una forma de comunicación no verbal, especialmente en los primeros grupos sociales.

Las lágrimas indican vulnerabilidad, autenticidad y profundidad emocional. Llorar en momentos de alegría demuestra a los demás que ha ocurrido algo profundamente significativo.

De esta manera, el llanto de alegría puede fortalecer los lazos sociales, fomentar la empatía y crear momentos compartidos de catarsis.

Las investigaciones incluso han demostrado que las personas son más propensas a ofrecer ayuda a alguien que llora, independientemente de si las lágrimas son de tristeza o alegría.

Entonces, ¿por qué lloramos cuando estamos felices? Porque la felicidad no es una emoción simple.

A menudo se entrelaza con el recuerdo, el alivio, el asombro y la enorme carga del significado.

Las lágrimas son la forma en que el cerebro procesa esta complejidad, de recordar un momento importante, incluso cuando es alegre.

Lejos de ser una contradicción, las lágrimas de felicidad nos recuerdan que la vida emocional es rica, compleja y, sobre todo, profundamente humana.

Michelle Spear es profesora de anatomía de la Universidad de Bristol, Inglaterra. Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original en inglés aquí.

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Cortesía de BBC Noticias



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