La erupción del Vesubio que sepultó Pompeya en el año 79 d. C. es, sin duda, uno de los episodios más analizados de la antigüedad romana. La excepcional conservación de la ciudad ha hecho que el yacimiento se convierta en un archivo casi intacto de la vida cotidiana romana. Recientemente, un aspecto novedoso (la vestimenta que llevaban las víctimas en el momento de la virulenta erupción) ha abierto un nuevo debate científico. Un equipo de la Universitat de València ha observado que numerosos habitantes de Pompeya murieron cubiertos con túnicas y mantos de lana pesada, una indumentaria que resulta llamativa si se acepta la hipótesis común de que la erupción se produjo en pleno verano.
¿Por qué las personas que vivían en el sur de Italia llevarían prendas gruesas de lana en agosto? Buscar una respuesta a este interrogante obliga a reconsiderar tanto las condiciones ambientales como las reacciones humanas ante una catástrofe súbita.
Los moldes de las víctimas como fuente arqueológica
La investigación de la Universitat de València se apoya en el análisis detallado de varios moldes de yeso elaborados a partir de los huecos dejados por los cuerpos en la ceniza solidificada. Estos moldes no solo reproducen la postura de las víctimas en el momento de la muerte, sino que conservan impresiones sorprendentemente precisas de las prendas que vestían. A partir de estas huellas, los arqueólogos han podido identificar la superposición de al menos dos prendas en numerosos individuos: una túnica y un manto.
Además, según los investigadores, las características del tejido indican que se trata de lana gruesa y no de telas ligeras asociadas al calor estival. La repetición de este patrón en diferentes víctimas, halladas tanto en espacios abiertos como en el interior de edificios, sugiere que no se trata de casos aislados ni de una circunstancia excepcional.

Lana pesada en verano: una anomalía aparente
Desde una perspectiva moderna, la lana suele asociarse con el frío y el invierno. Sin embargo, en el mundo romano, como en otros contextos de la antigüedad, la lana era un material omnipresente que se utilizaba durante todo el año.
Aun así, la densidad y el grosor de los mantos identificados en Pompeya resultan difíciles de conciliar con un verano mediterráneo típico. Esta observación ha llevado a los investigadores a plantear que las condiciones ambientales durante la erupción pudieron ser distintas de las asumidas tradicionalmente.
Una de las hipótesis sugiere que el día del desastre pudo coincidir con un episodio de temperaturas más bajas, lluvias o vientos fríos, factores que justificarían el uso de prendas más pesadas. Esta posibilidad encaja con otros indicios que, desde hace años, apuntan a que la erupción pudo producirse en una estación más fría.

Vestirse para sobrevivir: la ropa como protección
Otra interpretación relevante no se centra tanto en el clima como en la función protectora de la vestimenta. Durante la erupción, la ciudad quedó expuesta a una lluvia constante de cenizas, fragmentos volcánicos y gases tóxicos. En ese contexto, cubrir el cuerpo con varias capas de lana podría haber sido una respuesta instintiva para protegerse del calor, de las partículas abrasivas y de la inhalación de cenizas.
La lana posee propiedades aislantes y puede ofrecer cierta resistencia frente a las altas temperaturas y los elementos sólidos en suspensión. Desde esta perspectiva, el uso de los mantos no se explicaría por el clima pompeyano, sino por la necesidad de recurrir a una estrategia de protección que permitiera a la población afrontar una situación extrema.
Tradición, costumbre y disponibilidad textil
La interpretación del hallazgo se complica al tener en cuenta el contexto social y económico de la Pompeya romana. La lana era el material textil más común, debido a su durabilidad, facilidad de producción y amplia disponibilidad. Muchas prendas romanas, incluso en climas cálidos, estaban confeccionadas en lana simplemente porque era el tejido estándar.
Por otro lado, la elección de la vestimenta podía depender de factores como el estatus social, la edad, el género o la actividad que se estuviera realizando en ese momento. En este sentido, llevar un manto de lana no se vincula necesariamente al frío, sino que su uso puede responder a convenciones culturales bien arraigadas.

Un nuevo impulso al debate sobre la fecha de la erupción
Este nuevo dato se suma a una serie de indicios arqueológicos que, desde hace décadas, cuestionan la fecha tradicional de la erupción. Entre ellos, se encuentra la presencia de restos de alimentos propios del otoño, evidencias de actividades agrícolas estacionales y grafitos que parecen indicar fechas posteriores al verano. Ahora, la vestimenta de las víctimas se convierte en una pieza más de este complejo rompecabezas.
No obstante, la cronología clásica basada en los testimonios literarios antiguos sigue siendo sólida para muchos investigadores. El trabajo de los investigadores de la Universitat de València no pretende descartar de forma definitiva la fecha tradicional, sino refinar la interpretación del contexto ambiental y social en el que se produjo el desastre.
Más allá del debate climático y cronológico, el estudio de la vestimenta permite acceder a una dimensión profundamente humana del desastre. Las prendas conservadas en los moldes hablan de decisiones tomadas en cuestión de minutos, de intentos de huida, de búsqueda de protección y de reacciones ante un peligro incomprensible. Este enfoque subraya el potencial de la arqueología para reconstruir no solo grandes procesos históricos, sino también las experiencias individuales de quienes vivieron y murieron en Pompeya.

Un indicio pequeño con grandes implicaciones
La propuesta del equipo de la Universitat de València demuestra que los detalles modestos pueden transformar nuestra comprensión de acontecimientos históricos ampliamente estudiados. La presencia de mantos de lana pesada en las víctimas de Pompeya no ofrece una respuesta definitiva sobre el clima o la fecha exacta de la erupción, pero sí abre nuevas líneas de investigación y cuestiona algunas certezas asumidas durante décadas.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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