
Llama la atención que los países más cercanos al ecuador sean, por lo general, más pobres que los países templados o fríos. Al parecer, el PIB per cápita y la productividad disminuyen con la cercanía al ecuador y con mayores temperaturas promedio, las cuales se asocian frecuentemente con una menor productividad del trabajo humano, con mayor inestabilidad política, y con un estado de derecho más débil. El calor y enfermedades tropicales incapacitan para el trabajo y estudio, y aumentan la mortalidad infantil. Esto se vincula a un mayor número de hijos por mujer (fecundidad), lo que hace que las familias inviertan menos en la educación de cada niño. La pobreza en regiones tropicales también puede relacionarse en algunos lugares con la explotación histórica de productos agrícolas comerciales (“cash crops”, como caña de azúcar, algodón, cacao, café). Conjuntamente con la minería de metales preciosos, la agricultura de plantaciones ´comerciales requería de una gran cantidad de trabajo humano, lo que habría favorecido la esclavitud. Sus consecuencias lastrarían el desarrollo económico. En algunos casos, la pobreza podría atribuirse a la “Maldición de los Recursos Naturales” (Natural Resource Curse), petróleo o minerales. Los altos ingresos derivados de ellos elevarían los precios internos y encarecerían la manufactura, obstaculizando la industrialización. Por otra parte, muchos suelos tropicales son poco aptos para la agricultura productiva. A pesar de la exuberante vegetación, son fácilmente erosionables, laterizados, degradables, y de baja fertilidad. (Aunque hubo civilizaciones relativamente avanzadas en los trópicos húmedos, como los Mayas Clásicos o los Khmer en Camboya). Además, en latitudes cercanas a los trópicos hay desiertos, como en México, América del Sur, y África, debido a la Celda de Hadley (una campana de alta presión que inhibe las lluvias monzónicas), o a corrientes oceánicas frías, como en las costas del Perú o Namibia. Por ello, la agricultura más productiva se encuentra fundamentalmente fuera de los trópicos, en los Estados Unidos, Europa, Argentina, China, Australia, y el sur de Brasil.
Algunos sostienen que el colonialismo explica la pobreza persistente de lugares tropicales. Este argumento no se sostiene, dado que existen numerosas excolonias que son ricas y prósperas, como los Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, y de alguna forma, también, Uruguay, (antes) Argentina, Chile, Sudáfrica, Costa Rica o Panamá. China también fue brutalmente colonizada. Además, puede observarse que países que no fueron colonizados como Etiopía y Tailandia sufren subdesarrollo y pobreza (Etiopía es uno de los países más pobres del mundo). Junto a Tailandia, Malasia, que sí fue colonizada, es mucho más rica. Lo mismo puede decirse de Taiwán, Singapur y Hong Kong, hoy, entre lo más ricos del planeta. Aún antes de la colonización, África y América observaban niveles de desarrollo (si es que cabe aquí este concepto) mucho menores que Europa o Asia. Habría en ello determinaciones geográficas continentales, y de falta de cereales suficientemente nutritivos y productivos, y de animales domesticables y de tiro, como lo propone Jarred Diamond en “Guns Germs and Steel”. Otra interpretación atendible es que llegaron muchos más colonos europeos a lugares templados, sin enfermedades tropicales, quienes llevaron las instituciones de la metrópoli y mayores capacidades productivas, tecnológicas y de comercio. Es interesante ver que las zonas más pobladas y desarrolladas, y las capitales y grandes ciudades de los países tropicales se encuentran casi siempre en las tierras altas templadas, montañas y valles, como puede verse en México, Colombia, Ecuador, Guatemala, Etiopía, Kenia, Irán. No hay que olvidar que las especies humanas emergieron y evolucionaron en las tierras relativamente altas y templadas de Etiopía y Kenia. De todas formas, en regiones montañosas el transporte es más difícil y costoso, lo que dificulta el comercio, el intercambio tecnológico y la integración política y social, y favorece el rezago económico, la balcanización, y los conflictos interculturales e interétnicos. En regiones montañosas de latitudes tropicales se observa una gran diversidad biológica (beta-diversidad), al igual que una notable diversidad étnica y cultural. Esto ocurre, por ejemplo, en México, en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, que también son los estados más pobres del país. (Podría intuirse una correlación entre diversidad biológica y cultural, y pobreza). Si bien todo lo anterior puede ser muy relevante, la verdad es que las claves del desarrollo y la prosperidad se encuentran en las Instituciones (normas formales e informales, conductas individuales y colectivas predominantes, visiones del mundo, incentivos, y cultura). Tienen razón Douglass North en “Institutions, Institutional Change and Economic Performance”; al igual que Acemoglu y Robinson en “Why Nations Fail”, y en “The Narrow Corridor”. Lo que importa son cosas como los derechos de propiedad privada, estado de derecho, certeza jurídica, igualdad ante la ley, meritocracia, competencia sana, libertad económica y de contratación, educación y otros bienes públicos de calidad, pluralidad y representación política eficaz, sociedad civil fuerte, cooperación social, Estado acotado y competente, mercados eficientes, seguridad, y protección jurídica efectiva contra abusos del Estado. Todo esto ocurre más en regiones templadas y frías.
Cortesía de El Economista
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