¿Por qué Van Gogh pintó 26 retratos de un cartero y su familia en el sur de Francia? El conmovedor reencuentro que refleja una amistad eterna

La relación entre Vincent van Gogh y el cartero Joseph Roulin fue mucho más que una simple amistad. En los dos años que el artista pasó en Arles, en el sur de Francia, encontró en la familia Roulin un refugio emocional, una conexión humana que lo inspiró a crear una de las series de retratos más fascinantes de la historia del arte. Ahora, por primera vez, estos retratos dispersos por museos y colecciones privadas de todo el mundo se reunirán en una exposición sin precedentes.

El inesperado lazo entre un cartero y un genio del arte

En 1888, Vincent van Gogh llegó a Arles con el sueño de establecer un estudio artístico en el sur de Francia, un lugar donde la luz vibrante y los colores intensos lo ayudarían a desarrollar su estilo. Sin embargo, su estancia en la ciudad no fue fácil. La incomprensión de los habitantes hacia su excéntrica personalidad y su lucha con la enfermedad mental lo sumieron en la soledad. Fue entonces cuando encontró un amigo inesperado en Joseph Roulin, un cartero de 47 años que trabajaba en la estación de tren local.

Roulin no solo fue su modelo, sino también su confidente y apoyo incondicional. A diferencia de muchos en Arles, que veían a Van Gogh como un extraño, Roulin lo aceptó sin reservas. Su amistad se consolidó en las largas conversaciones en el Café de la Gare y en los momentos en los que el cartero cuidó del artista durante sus crisis. Fue él quien lo acompañó al hospital tras el célebre episodio en el que Van Gogh se mutiló la oreja, y quien se encargó de informarle a Theo, el hermano del pintor, sobre su estado de salud.

Joseph Roulin, retratado por Vincent van Gogh en 1888 (izquierda) y en una fotografía tomada en 1902 (derecha)
Joseph Roulin, retratado por Vincent van Gogh en 1888 (izquierda) y en una fotografía tomada en 1902 (derecha). Fuente: Museum of Fine Arts Boston / Van Gogh Museum / Christian Pérez (composición)

Una familia inmortalizada en el lienzo

Entre 1888 y 1889, Van Gogh pintó 26 retratos de los miembros de la familia Roulin: Joseph, su esposa Augustine y sus tres hijos, Armand, Camille y la pequeña Marcelle, quien acababa de nacer cuando el pintor comenzó su serie. Cada uno de estos retratos es una pieza clave en la evolución del artista, pues en ellos buscó capturar no solo la apariencia de sus modelos, sino también su esencia y la calidez que le brindaron en un periodo de gran inestabilidad.

Los colores vibrantes y las pinceladas expresivas que caracterizan estas obras reflejan el estado emocional del pintor. En los retratos de Joseph Roulin, el uniforme azul del cartero contrasta con los fondos de tonos cálidos, resaltando su presencia firme y paternal. En el caso de Augustine Roulin, Van Gogh la representó en varias versiones, entre ellas La Berceuse, donde aparece meciendo una cuna en un gesto de ternura maternal.

Los hijos de la pareja también fueron protagonistas de la serie. Armand, el mayor, aparece en retratos donde su mirada refleja una mezcla de orgullo y timidez. Camille, de once años, posa con una expresión más relajada, mientras que Marcelle, aún un bebé, es retratada con el cariño con el que un tío pintaría a su sobrina. Para Van Gogh, los Roulin no eran solo modelos; eran su familia adoptiva en un momento en el que más lo necesitaba.

La Berceuse: Madame Augustine Roulin meciendo una cuna, Vincent van Gogh, 1889 (izquierda). Retrato de Marcelle Roulin, Vincent van Gogh, 1888 (derecha)
La Berceuse: Madame Augustine Roulin meciendo una cuna, Vincent van Gogh, 1889 (izquierda). Retrato de Marcelle Roulin, Vincent van Gogh, 1888 (derecha). Fuente: Museum of Fine Arts / Christian Pérez (composición)

Un reencuentro histórico en los museos de Boston y Ámsterdam

A lo largo de los años, estos retratos han sido dispersados por todo el mundo, desde el Museo de Bellas Artes de Boston hasta el Museo Van Gogh en Ámsterdam, pasando por colecciones en Nueva York, París y Essen. Ahora, gracias a una colaboración entre instituciones de prestigio, una veintena de estas obras volverán a reunirse en la exposición Van Gogh and the Roulins. Together Again at Last.

La muestra, que se inaugurará este mes de marzo de 2025 en el Museo de Bellas Artes de Boston antes de trasladarse al Museo Van Gogh de Ámsterdam en octubre del mismo año, no solo exhibirá los retratos, sino que también incluirá cartas inéditas, fotografías de la familia Roulin tomadas décadas después y documentos que ofrecen una visión más profunda de esta entrañable relación.

Uno de los aspectos más emotivos de la exposición es la inclusión de retratos fotográficos de Joseph, Augustine y sus hijos en su vejez. Estas imágenes permiten a los visitantes ver cómo el tiempo transformó los rostros que Van Gogh inmortalizó en el lienzo, ofreciendo una perspectiva única sobre la conexión entre el arte y la realidad.

Vincent van Gogh, La Casa Amarilla, 1888. Fuente: Vincent van Gogh Foundation
Vincent van Gogh, La Casa Amarilla, 1888. Fuente: Vincent van Gogh Foundation. Fuente: Vincent van Gogh Foundation

El legado de una amistad inquebrantable

La historia de Van Gogh y los Roulin es un recordatorio de cómo el arte puede ser un reflejo de las relaciones humanas más sinceras. Para el pintor, esta familia representó la estabilidad y el afecto que tanto anhelaba, y su influencia se refleja en la calidez con la que los retrató. La exposición no solo reunirá sus obras, sino que también permitirá a los visitantes sumergirse en la vida de un artista que, a pesar de sus luchas internas, encontró en la amistad una fuente de consuelo e inspiración.

El legado de Van Gogh sigue vivo en cada pincelada, en cada trazo cargado de emoción. Y gracias a esta exposición, el público tendrá la oportunidad de presenciar, más de un siglo después, el reencuentro de una familia que trascendió el tiempo a través del arte.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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