Postales de la crisis económica

Desde La Paz

FERIA DE SAN FRANCISCO

  Hay en Bolivia una economía de subsistencia que se percibe en sus calles. El típico Paseo del Prado parece el barrio de Once potenciado o la avenida Avellaneda con veredas desbordadas de puestitos. En horas pico, la céntrica arteria multiplica sus peatones, sus colores, los bocinazos y la contaminación. Esa postal de la crisis económica no es seguramente la más dura. Porque siempre hay otra y otra. Todo depende del cristal con qué se mire. Pero que golpea en los últimos días del gobierno de Luis Arce es una realidad.

El salario mínimo en Bolivia es de 2700 pesos, que pasados al dólar blue representan 207 de la divisa estadounidense. Roxana, la mucama del hotel, cobra esa suma mensual. Con un extra de 150 bolivianos. Viajó a la Argentina cuando tenía 19 años para trabajar en talleres de costura manejados por compatriotas. Vivió en Laferrere, La Matanza, donde la explotaban en jornadas extenuantes. A las más jóvenes no las dejaban salir. A los hombres adultos sí. Una rémora de la sociedad patriarcal que todavía se mantiene.

Padeció el 2001 y recuerda que le pagaban en patacones. Hasta que volvió a su país, pudo comprarse una casita en esta ciudad con un crédito bancario durante el gobierno del MAS y vivir junto a sus dos hijas. Hoy tiene 42 años y sufre las dificultades presentes y por venir. Su historia es la de una mujer separada y único sostén de hogar. Este caso se multiplica por miles en una economía capitalista que empuja a la marginación social a personas que aún están peor que ella.

En El Alto, 500 metros más arriba de La Paz, las condiciones de vida no difieren demasiado. Hay trabajadores que bajan a esta capital para ganarse el sustento diario o que lo hacen salteado. Cobran cuando se demanda su mano de obra. Cuando no, se quedan en sus casas. En una calle paceña camino al Órgano Electoral Plurinacional (OEP), el pasacalles de un candidato a presidente define otra crisis que viene en el mismo paquete. La de los transportistas.

Manfred Reyes Villa, un duro de la derecha, promete “Gasolina y diésel a 5 bolivianos sin colas”. Las filas de autos, combis y buses son la imagen de un conflicto entre los que necesitan gasolina y el gobierno nacional. Una fuente que sabe del tema nos cuenta: “Nosotros importamos combustible porque no tenemos y como el gobierno de Arce no cuenta con divisas para comprarlo, escasea”.

Otra crisis dentro de la global que recorre el país, está provocada por la especulación con un insumo básico como el aceite comestible. Los precios subieron un 46 por ciento. Los sectores sociales y colectivos feministas que denuncian la falta de este producto esencial responsabilizan a los fabricantes y aquellos grupos que intervienen en la cadena de distribución. 

Uno de los problemas económicos que quedó pendiente aún durante el período del milagro boliviano que lideró el MAS, fue la nunca concretada reforma tributaria. En Bolivia hoy solo un pequeño porcentaje de la sociedad que paga impuestos. La consecuencia es obvia: el 85 % de la economía boliviana es informal, un problema que ni siquiera se superó con un impuesto a las grandes fortunas. Apenas alcanzó a 152 personas a fines de 2020.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Página 12



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