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Las protestas contra el gobierno y el Congreso peruano que desde hace semanas ocurren en el centro de Lima son una preocupación cada vez mayor para las autoridades.
Durante la más reciente, que tuvo lugar este domingo, hubo enfrentamientos entre policías y manifestantes, varios heridos, daños y la sensación de un malestar creciente en un movimiento que surgió entre los estudiantes y ahora se extiende a otros colectivos.
Los transportistas, por ejemplo, se quejan de que están a merced de la delincuencia rampante que azota al país.
Desde que comenzaron las concentraciones hace varios días se vieron muchas pancartas y letreros con la letra Z, en alusión a la generación Z, generalmente considerada como los nacidos entre finales de la década de 1990 y 2010.
Por eso, y por sus similitudes con las protestas que afectaron recientemente a países asiáticos como Nepal, donde los jóvenes manifestantes lograron derribar al gobierno luciendo banderas similares a las que estos días ondean en Lima, fueron bautizadas en los medios como “las protestas de la Generación Z”.
Las manifestaciones pusieron de manifiesto el extendido descontento en Perú, donde todas las encuestas arrojan un rechazo popular abrumador tanto hacia la presidenta Dina Boluarte como hacia la coalición de fuerzas en el Congreso que la sostiene.
Y recordaron los turbulentos episodios de la historia reciente peruana, como las masivas marchas que terminaron forzando la renuncia del presidente Manuel Merino en 2020 o las protestas que dejaron docenas de muertos tras la caída de Pedro Castillo en 2023.
¿Quiénes protestan?
Las protestas iniciaron como un movimiento sin liderazgo centralizado y parecen haber respondido a convocatorias espontáneas a través de internet. Poco a poco, grupos más organizados como las agrupaciones de estudiantes universitarios han ido sumándose.
Omar Coronel, experto en Movimientos Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú, le dijo a BBC Mundo que “quienes protagonizan las protestas son sobre todo jóvenes que están ahora incorporándose al mercado laboral y descubriendo las limitaciones y dificultades que van a encontrar en él”.

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Pero los motivos del malestar no son solo económicos. “Hay un gran rechazo a la presidenta Boluarte y sus aliados en el Congreso por el creciente autoritarismo que se ha venido imponiendo en Perú”.
Y algunos acontecimientos internacionales parecen haber alentado las manifestaciones.
“Las protestas que tumbaron al gobierno en Nepal o las que se vivieron en Indonesia han inspirado lo que ahora estamos viendo”, indicó el experto en Relaciones Internacionales peruano Ramiro Escobar.
Coronel también detecta la influencia.
“En Perú llevábamos un tiempo en que la gente no se atrevía a protestar por el alto coste que había tenido hacerlo en la ola de protestas de 2023, que dejaron decenas de civiles muertos. Pero el ejemplo de Nepal parece haber enseñado que con las movilizaciones se pueden conseguir cambios incluso en contextos más autocráticos que el peruano”.
Los colectivos estudiantiles son de los más activos en una ola de protestas que crece, pero también jóvenes no universitarios han tomado parte.
Coronel explica que en los símbolos que utilizan durante las protestas se detecta la impronta de la Generación Z, cuyos integrantes son considerados “nativos digitales” porque no conocieron el mundo anterior a la revolución de internet.
“Hemos visto muchas banderas y pancartas con la letra Z y también la bandera de la calavera pirata de One piece, una serie de dibujos animados japoneses en las que los protagonistas luchan contra una especie de dictadura mundial”, explica Coronel.
La bandera de One piece estuvo presente en otras protestas protagonizadas por jóvenes en semanas recientes alrededor del mundo, desde Francia hasta Nepal, Paraguay y Marruecos.
El chispazo de la reforma de las pensiones
Las primeras protestas surgieron inicialmente en respuesta a la reforma del sistema de pensiones aprobado por el Congreso peruano.
La nueva ley obligaba a los trabajadores independientes a aportar al sistema público de pensiones, pero limitaba al mínimo la cantidad que pueden retirar anticipadamente los menores de 40 años.
El estatuto enojó a muchos jóvenes en un país en que políticos de diferente signo protagonizan escándalos de corrupción día tras día.
“Yo soy trabajador independiente y cuando supe que la reforma me iba a quitar parte de mis ingresos decidí que era el momento de salir a protestar”, le dijo a BBC Mundo Jorge, estudiante de Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima que prefiere no dar su apellido por temor a represalias.
Jorge trabaja como profesor en un colegio mientras completa sus estudios y siente que la situación en Perú se ha vuelto inaceptable. “Entre los jóvenes, hables con quién hables, se nota que el descontento es total”, asegura.
Aunque los líderes parlamentarios anunciaron rápidamente que eliminarían los elementos más polémicos de la reforma de pensiones, la ley sigue vigente y los manifestantes insisten en su derogación.

Fuente de la imagen, Sebastián Castaneda / Reuters
Un grito contra la inseguridad
Al reclamo inicial contra la reforma del sistema de pensiones se sumaron otros.
Uno de los principales es el tema de la inseguridad y la generalización de las extorsiones a pequeños negocios y transportistas.
El estudiante Jorge contó: “Todos los días veo en el bus que me lleva al trabajo cómo cobran el cupo los criminales que extorsionan a los conductores. Sucede todos los días a la vista de todos y la Policía no hace nada”.
En Perú se registran ataques a tiros contra vehículos de transporte público y conductores asesinados presuntamente porque sus empresas se negaron a ceder al chantaje.
El sector del transporte realizó varios paros para exigir al gobierno una solución que no llega. Según la Asociación Nacional de Integración de Transportistas, ascienden a 46 los conductores asesinados en los últimos meses.
“Los mismos policías que están por docenas para reprimirnos cuando nos manifestamos, desaparecen cuando se les pide ayuda para hacer frente a los delincuentes”, comenta Jorge.

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Ante esta situación, a la última protesta de la generación Z en Lima se sumaron los sindicatos de transporte.
“Si dejan de ser solo los muchachos y se convierte en un movimiento transversal, entonces podría convertirse en un problema más serio para el gobierno”, le dijo a BBC Mundo el periodista peruano Martín Riepl.
Rechazo a la polémica Amnistía
También hay oposición a la polémica Ley de Amnistía promulgada en agosto, que beneficia a los militares, policías y miembros de los Comités de Autodefensa procesados por crímenes contra los derechos humanos cometidos durante la guerra del Estado peruano contra las guerrillas de izquierda Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) entre 1980 y 2000.
“La sensación de impunidad total agrava la idea de que en Perú impera un régimen autoritario”, indica Coronel.
Ese es otro de los factores que impulsó a muchos a la calle y un posible eje de conexión entre distintas generaciones de detractores del gobierno de Boluarte.

Fuente de la imagen, Carlos García Granthon / Getty
¿Qué exigen los manifestantes?
Los manifestantes no muestran un objetivo concreto ni definido más allá de la retirada de la ley de reforma de las pensiones.
Mientras, el gobierno optó por obviar las protestas en sus declaraciones públicas.
Pero a medida que gana adeptos el movimiento parece estar volviéndose más ambicioso.
“El nexo común es el rechazo a un gobierno y unos congresistas extremadamente impopulares”, indica Coronel, que explica que “en la marcha convocada esta semana ya se pedirá explícitamente la vacancia (destitución) de la presidenta”.
Jorge, que piensa seguir manifestándose, sostiene que “lo que se busca es derrocar al gobierno y el congreso y lograr una reforma del país”.
“Las mismas cabezas corruptas que nos han llevado a esta situación no pueden ser las que lleven a cabo la reforma”, indica.
¿Qué podría pasar ahora?

Fuente de la imagen, Sebastián Castaneda / Reuters
Después de las imágenes del domingo, cuando se dieron violentos enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes que trataban de llegar hasta la sede del Congreso, pocos pronostican que la protesta vaya a desinflarse de forma inmediata.
Puede incluso que la acción de la Policía sirva para alimentarla.
El Consejo de la Prensa Peruana, una organización civil dedicada a la defensa del periodismo, denunció que hasta 20 trabajadores de los medios fueron “agredidos” por los agentes mientras cubrían la última manifestación.
Un video compartido en las redes sociales mostró como un agente golpeó con su porra en la cara a un hombre de avanzada edad cuando este ya se retiraba del lugar, provocándole una herida y una abundante hemorragia.
Tras los comentarios de indignación, la Policía anunció la apertura de una investigación disciplinaria por un presunto “uso arbitrario de la fuerza”.
Lo que comenzó como un grito juvenil parece haber tomado otro giro con la incorporación de los sindicatos de transportistas y otros colectivos.
“El año que viene hay elecciones previstas en Perú y esta es una de las claves”, indica Coronel, que cree que la protesta no se va a apagar de un día para otro, pero duda que vaya a conseguir todos sus objetivos.
“Para tumbar al gobierno, tendrían que ser protestas tan masivas como las que sacaron al presidente Manuel Merino en 2020, y eso aún no ha ocurrido, en parte porque tras las muertes de 2023 todavía mucha gente tiene miedo a protestar”, señala el experto.
Jorge, por su parte, señala que “cada vez hay más gente en las protestas”.
Y agrega: “Hay que seguir adelante. El descontento es generalizado y los jóvenes hemos tomado conciencia”.

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Cortesía de BBC Noticias
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