Hidalgo presume de cuatro pueblos mágicos que capturan el corazón de todo visitante.
Huasca de Ocampo, el primero en obtener este nombramiento, combina historia y
naturaleza. Sus famosos prismas basálticos y su aire de tranquilidad lo convierten en un
refugio ideal. Además, sus leyendas sobre duendes son parte fundamental de su identidad.
En Mineral del Chico, la naturaleza cobra protagonismo con sus bosques de pinos y
encinos, ideales para actividades como senderismo y ciclismo de montaña. Sus calles
empedradas y arquitectura colonial ofrecen un viaje al pasado, mientras que su clima fresco
invita a disfrutar de un café acompañado de pan artesanal.
Por su parte, Real del Monte es un destino que respira historia minera. Sus calles
estrechas, rodeadas de casonas con techos rojos, narran el legado inglés que dejó huella
en su arquitectura y su cocina, representada por los pastes. Visitar el Panteón Inglés y los
túneles de las minas es una experiencia que combina misterio y conocimiento histórico.
Finalmente, Huichapan es una joya arquitectónica con vestigios virreinales y una atmósfera
de paz. Aquí, el chapitel, lugar donde se dio el primer grito de Independencia, y sus
balnearios de aguas termales son paradas obligadas para quienes buscan un equilibrio
entre historia y relajación.
Cada pueblo mágico de Hidalgo tiene algo especial para ofrecer, ya sea a través de sus
tradiciones, paisajes o gastronomía. Son verdaderos escaparates de cultura y belleza que
invitan a desconectarse y redescubrir México.
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