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- Autor, José Carlos Cueto
- Título del autor, Corresponsal de BBC News Mundo en Colombia
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Países del sur global, liderados por Gustavo Petro, quieren hacerse escuchar desde Colombia.
El presidente colombiano acoge hasta este miércoles en la capital, Bogotá, una cumbre de emergencia del Grupo de La Haya sobre la situación en Gaza.
El objetivo, según este conjunto de países fundado en enero de 2025 e integrado por Bolivia, Colombia, Cuba, Honduras, Malasia, Namibia, Senegal y Sudáfrica “es pasar de las declaraciones a las acciones” en lo que consideran “actos genocidas” de Israel en la Franja y otros territorios palestinos.
Además de los estados miembro, la cita cuenta con la representación de 30 países, entre ellos España, y la presencia de Francesca Albanese, la relatora de Naciones Unidas sobre los territorios palestinos que recientemente fue sancionada por Estados Unidos.
La acogida del evento por parte de Petro es consecuente con la línea que ha mantenido desde la agudización del conflicto palestino-israelí en octubre de 2023, tras la incursión militar de Hamás que dejó unas 1.200 personas y otras 251 como rehenes.
La respuesta de Israel en Gaza, que hasta el momento ha dejado más de 57.800 muertos, llevó al gobierno colombiano a romper relaciones diplomáticas con Israel en la primavera de 2024.
Aquello se interpretó como un giro radical en política exterior colombiana, muy alineada en las últimas décadas con Israel y Estados Unidos, potencia con la que el país sudamericano tampoco vive sus mejores días desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca.
Pero ¿qué alcance tendrá esta cumbre y qué busca el presidente colombiano acogiéndola?
Efecto incierto
Que Petro pretende transformar la posición global de Colombia es un hecho.
Su gobierno se integró al proyecto de política exterior china de La Franja y la Ruta, rompió relaciones diplomáticas con Israel, se acercó a monarquías como la de Qatar o Emiratos Árabes Unidos y cuestionó abiertamente a Trump y EE.UU. por su política migratoria.
Esto último se creía impensable en las relaciones exteriores colombianas, que por décadas se han movido a un ritmo casi idéntico a las de Washington, principal socio comercial y estratégico de la nación sudamericana.
Acoger esta conferencia abiertamente crítica con Israel sigue esa ruta alternativa que Petro representa en Colombia, aunque expertos consultados por BBC Mundo dudan del efecto real que pueda llegar a tener.
“Pienso que es muy poco, por no decir nulo”, analiza para BBC Mundo Sandra Borda, profesora del Departamento de Ciencia Política y Estudios Globales de la Universidad de los Andes de Colombia.
“Si EE.UU., principal aportante de armas de Israel, logró contenerles muy poco durante la anterior época de Joe Biden, menos pienso que lo lograrían este conjunto de países del sur global, sobre todo con este nuevo gobierno de Trump”, añade la analista.

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Qué acción concreta derivará de esta cumbre está por verse, así como su hipotética aplicación.
El pasado 8 de julio, en una columna publicada en el diario británico The Guardian, Petro anunció que el objetivo era “introducir medidas legales, diplomáticas y económicas concretas que puedan detener la destrucción de Israel” en Gaza.
Llamados de cese al fuego desde las Naciones Unidas, condenas a Israel por parte la Corte Internacional de Justicia y órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ex ministro de Defensa Yoav Gallant han demostrado tener poco efecto en las operaciones de Tel Aviv en la Franja.
Estos precedentes refuerzan la idea de investigadores como Borda, quienes, en cualquier caso, valoran el “efecto político y simbólico de que voces del sur global tengan una posición conjunta que puedan expresar” sobre Gaza e Israel.
“El Grupo de la Haya tiene el potencial de mostrar no solo una coalición, sino un nuevo centro moral de política mundial”, declaró a propósito Albanese este 15 de julio en Bogotá.
El doble propósito de Petro
Petro, el primer presidente de izquierda de la historia moderna de Colombia, ha sido, junto a Gabriel Boric en Chile y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, uno de los mandatarios de América Latina que con más contundencia ha condenado a Israel por sus políticas hacia los palestinos.
Apoyar la causa palestina, tendencia tradicional en la izquierda latinoamericana, no había sido la posición obvia de gobiernos anteriores de corte conservador, aunque Colombia protestó en varias ocasiones ante la ONU por muchos ataques y la ocupación israelí de territorios palestinos.
El mayor gesto de Colombia hacia el pueblo palestino previo a la era Petro había sido el de reconocer a los territorios palestinos como Estado en el último año de la administración de Juan Manuel Santos en 2018.
En este sentido, Borda opina que aquí Petro, además de ser fiel a sus ideas, también “masajea a su constitución interna, de izquierda dura, que siempre ha mantenido una posición propalestina y que nunca había encontrado en el establecimiento de política exterior colombiana previa una oportunidad para expresar su solidaridad”.
“Pienso que esto es algo diseñado para promover el liderazgo internacional de la figura de Petro y no del país”, opina la académica.

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Los críticos del presidente no pierden de vista que su tiempo en el gobierno se agota.
Colombia celebrará elecciones presidenciales en 2026 y varios analistas prevén que, por ello, la ruptura de relaciones con Israel, así como la tensión actual con EE.UU., serían eventos coyunturales y no permanentes.
“No es improbable que un próximo gobierno tome un rumbo distinto y reanuden los lazos con Israel”, le dice a BBC Mundo Sergio Guzmán, director de la consultora colombia Risk Analysis.
El Ministerio de Relaciones Exteriores ha sido uno de las instituciones más inestables en estos casi tres años que acumula Petro al frente del gobierno de Colombia.
Por esa cartera ya desfilaron tres ministros cuyas salidas no fueron precisamente fáciles.
El primero, Álvaro Leyva, es hoy uno de los críticos más acérrimos de Petro. Del segundo, Luis Gilberto Murilllo, la prensa colombiana reportó discrepancias con el presidente en sus últimos días en el cargo a comienzos de 2025.
La última, Laura Sarabia, considerada mano derecha de Petro, renunció a comienzos de julio al desmarcarse del “rumbo del gobierno”.
Hoy la canciller es Rosa Yolanda Villavicencio, nombrada el pasado 9 de julio.
Dada la inestabilidad en un puesto clave para la imagen de Colombia ante el mundo, Borda pide “evaluar si eso (acoger la cumbre por Gaza) avanza o no los intereses internacionales del país” a largo plazo.

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El futuro de Colombia-Israel-EE.UU.
Cuando Petro anunció en otoño de 2024 que Colombia se uniría a la Franja y la Ruta de China, el analista Guzmán vaticinó posibles turbulencias en la relación de este país con Estados Unidos, especialmente si Trump ganaba las elecciones.
Sus predicciones, de alguna forma, se cumplieron.
Las diferencias ideológicas entre ambos presidentes alcanzaron un punto crítico en enero, cuando Petro devolvió un avión con deportados colombianos a EE.UU. y los mandatarios se amenazaron mutuamente con una guerra comercial.
Aquella crisis se solucionó tras unas horas frenéticas de negociaciones y ambos gobiernos consolidaron semanas más tarde acuerdos de cooperación en seguridad y migración, pero hay una desconfianza mutua que no se disipa.
A comienzos de julio, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, llamó al encargado de negocios de EE.UU. en Bogotá, John T. McNamara, a “consultas urgentes tras declaraciones infundadas y reprobables provenientes de los niveles más altos del gobierno de Colombia”.
Petro respondió llamando a consulta a su embajador en Washington, Daniel García-Peña.
Desde entonces la situación parece haberse calmado y Borda piensa que EE.UU. no reaccionará a esta cumbre, aunque “tomarán nota”.
Aunque tampoco cree que las decisiones de Colombia en política exterior deban tomarse “sobre la base de si le gusta o no a EE.UU.”.

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“No es un criterio válido para una política exterior autónoma como la que deberíamos tener”, completa.
Marcos Peckel, director ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, habló una vez a BBC Mundo sobre el “triángulo estratégico” que el país sudamericano formó junto a Israel y EE.UU., cimentado en “una poderosa cooperación” en seguridad.
Hoy confía en que estos pasos de Petro atiendan más a una “política exterior de gobierno y no de Estado”.
“Se espera que con otro presidente las relaciones (con Israel) vuelvan a normalizarse. Tener relaciones normales no le impide al gobierno criticar a Israel, como lo demuestran gobiernos muy hostiles con Israel como Chile, Turquía o Sudáfrica, que consideran importante mantener una interlocución”, le dice Peckel a BBC Mundo.
“Para hablar de paz y convivencia, es necesario poder hablar con las dos partes (Israel y los palestinos)”, subraya el analista.
El futuro del triángulo Colombia-Israel-EE.UU. parece pender entonces de las elecciones de 2026, aunque si algo ha demostrado Petro es su impredecibilidad y astucia para promover su agenda de cambio tanto dentro como fuera del país.
Para cambiar, precisamente, lo votaron en 2022.

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Cortesía de BBC Noticias
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