Qué es Comando Vermelho y cuánto poder tiene la banda criminal contra la que la policía en Brasil lanzó una operativo que dejó 64 muertos

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    • Autor, Carol Castro
    • Título del autor, Desde Río de Janeiro para BBC News Brasil

Eran casi las dos de la tarde del martes cuando el número de muertos en la Operación Contención, llevada a cabo por la policía civil y militar de Río de Janeiro, Brasil, casi se triplicó: de 24 a 64.

A partir de ahí, llegaron noticias de nuevos tiroteos y vías bloqueadas por toda la ciudad.

El caos comenzó en la zona norte, entre los complejos de Penha y Alemão, escenario central de la operación, y se extendió por toda la capital carioca.

Las tiendas cerraron antes de tiempo, el metro estaba abarrotado y en las paradas de autobús los pasajeros se deseaban suerte unos a otros en sus intentos por volver sanos a sus hogares.

La operación policial más violenta de la historia de Río de Janeiro tenía como objetivo cumplir 100 órdenes de arresto e impedir el avance territorial del Comando Vermelho (CV), la organización criminal más antigua del estado.

La policía civil contabiliza, hasta ahora, más de 60 muertos, entre ellos cuatro policías, más de 100 armas de fuego incautadas y 81detenidos. Se asignaron 2.500 agentes de las fuerzas de seguridad de Río de Janeiro a la operación.

En los últimos años, la facción ha vuelto a expandir su dominio. Según el Mapa de Grupos Armados —una colaboración entre el Instituto Fuego Cruzado, el Grupo de Estudios de Nuevas Ilegalidades (GENI) y la Universidad Federal Fluminense (UFF)—, el Comando Vermelho fue la única organización criminal que amplió su control territorial en el estado, mientras que todas las demás perdieron terreno.

Entre 2022 y 2023, la organización aumentó en un 8,4% las áreas bajo su control y recuperó el liderazgo perdido frente a las milicias en años anteriores. Con ello, pasó a representar el 51,9% de las áreas dominadas por grupos armados en la Región Metropolitana de Río.

De la creación al caos

Casi 50 años de historia —y una dictadura militar en medio— separan la creación del Comando Vermelho de este sangriento día en Río de Janeiro. Allá por los años 70, los presos políticos se mezclaron con los presos comunes en el Instituto Penal Cândido Mendes, en Isla Grande, a más de 100 kilómetros de la capital.

Hasta entonces, con poca o ninguna educación formal, los reclusos más antiguos, la mayoría encarcelados por atracos a bancos, desconocían sus derechos. Los aprendieron al convivir con los presos políticos, en su mayoría hijos de la clase media, que comenzaron a mediar en las negociaciones en busca de mejores condiciones.

Prisión por dentro

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“El Comando Vermelho nace en el interior de las prisiones, en el corazón del Estado. En la convivencia con las personas detenidas por la Ley de Seguridad Nacional. Inicialmente, se llamaba Falange da Segurança Nacional. Luego pasó a llamarse Falange Vermelha. Y, años más tarde, la prensa lo bautizó como Comando Vermelho”, explica la socióloga Carolina Grillo, de la UFF.

“Vermelho” en español significa “rojo”.

“No es que los presos políticos de izquierda se organizaran. Ambos tenían algo en común: el robo a bancos. Estos delitos se consideraban de seguridad nacional porque los grupos de resistencia a la dictadura robaban bancos para financiar la resistencia política. Así que pasó a tener un estatus especial en la legislación, lo que hacía que los atracadores de bancos convencionales fueran a Isla Grande”, añade Jacqueline Muniz, del Instituto de Estudios Comparados en Administración de Conflictos del Departamento de Seguridad Pública.

Uno de sus principales fundadores fue William da Silva Lima, alias el Profesor. En su libro “400 x 1: una historia del Comando Vermelho”, Lima cuenta que el grupo surgió para organizar el espacio carcelario, con la creación de reglas de convivencia.

Cuando se promulgó la Ley de Amnistía, en 1979, los presos políticos fueron liberados, mientras que los demás permanecieron allí. La lucha por la justicia social dentro de la prisión perdió fuerza sin los antiguos compañeros de celda.

Los miembros de la Falange Vermelha se reorganizaron entonces de otras maneras. En 1980 comenzaron las fugas: más de 100 reclusos lograron escapar de la prisión, para desesperación de los banqueros. Con el dinero de los asaltos a bancos, el Comando Rojo invirtió en otro negocio: la venta de cocaína.

“En ese momento, en la década de 1980, Colombia se convierte en productora de cocaína. Y eso provoca cambios en las rutas internacionales del tráfico. Brasil se convierte en un puesto intermedio en la ruta hacia Europa, como lo es hasta hoy”, dice Grillo.

Con el comercio ilegal, los miembros del CV tuvieron que proteger sus mercancías de los intentos de robo de otros grupos.

“No puedes ir a la comisaría y presentar una denuncia porque te han robado la droga. La posibilidad de garantizar la posesión, a diferencia de la propiedad privada legal, de la que uno posee una factura o título de propiedad, en el crimen se requiere armamento para garantizar los acuerdos, garantizar la posesión de la economía ilícita”, afirma Muniz.

“Había disidencias y rivalidades, disputas territoriales. Y quienes se benefician son los comerciantes de armas y los policías que también comenzaron a suministrar armas. Esto creó en la propia policía una demanda para armarse más fuertemente para hacer frente al tráfico armado”, añade Grillo.

En la década de 1990, los índices de violencia alcanzaron los peores picos de la historia de Río de Janeiro. En 1994, hubo 64,8 homicidios por cada 100 mil habitantes. Para tener una idea, actualmente, este índice es de 24,3 muertes en el estado.

En un intento por debilitar al Comando Vermelho, el gobierno trasladó a sus líderes a diferentes cárceles. El efecto fue el contrario: el CV transmitió sus ideales a otros reclusos y ganó aún más fuerza hasta convertirse en la principal organización criminal de Río de Janeiro.

Expansión en los tiempos modernos

A partir de entonces, el CV ya no se limitaría al estado de Río.

“El Comando Vermelho funciona como una franquicia. Hay varios dueños de los barrios marginales. Ninguno manda más ni menos, es una sociedad. Eso es lo que permitió al Comando Vermelho crecer a nivel nacional”, afirma el periodista Rafael Soares, autor del libro “Milicianos: como agentes formados para combatir el crimen pasaron a matar al servicio del mismo”.

Esta ideología de facción permitió que los jefes de otros estados, inicialmente, se convirtieran en socios comerciales de sus facciones”, agrega.

Delincuentes sentados en el piso con la cabeza gacha.

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Según él, en los últimos seis años, el Comando Vermelho ha ampliado su presencia a 25 estados, mientras que antes la organización solo dominaba 10.

“Un hito histórico en la nacionalización del PCC [Primer Comando de la Capital] y del CV fueron las prisiones federales. Esta ‘brillante’ idea del gobierno federal de trasladar a los grandes líderes del PCC y del CV a prisiones federales en otros estados”, critica Grillo.

La expansión del Comando Vermelho exigió nuevas inversiones. El tráfico de drogas sigue siendo el centro de sus actividades, sobre todo con el dominio de zonas fronterizas, como la Amazonia, donde la facción y el PCC amplían sus rutas.

Pero las ganancias ya no provienen solo de las drogas. Según un estudio del Foro Brasileño de Seguridad Pública, el crimen organizado movió, en 2022, alrededor de US$273.300 millones en mercados ilegales de oro, combustibles, bebidas y tabaco.

También ha cambiado la forma de abastecimiento de armamento. Hasta hace unos años, los traficantes se armaban básicamente de dos maneras: mediante ventas ilegales procedentes de Paraguay o mediante desvíos de las propias fuerzas de seguridad nacional.

Hoy en día, existen formas de montar tu propia arma y empresas ilegales capaces de producirlas a gran escala.

“Son fábricas con equipos de última generación, máquinas muy caras, que cuestan hasta medio millón de reales (US$93.300). Son impresoras 3D, que trabajan con metal y entregan piezas terminadas. Al ser máquinas industriales, producen a gran escala”, explica Bruno Langeani, consultor del Instituto Sou da Paz.

En agosto, la Policía Federal encontró una fábrica clandestina de montaje de armas en Rio das Pedras, en la zona oeste de Río, e incautó cuatro impresoras 3D.

Esta no es la única nueva tecnología adoptada por el crimen organizado. El martes, el CV demostró su poderío armamentístico utilizando drones que lanzaban explosivos durante los enfrentamientos.

Otro punto destacado por Langeani es la facilidad para encontrar piezas para el montaje de estas armas. Con las políticas de flexibilización de las normas de control de armas durante los años del gobierno de Jair Bolsonaro, se produjo una explosión de fábricas en este sector.

Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, mirando a la cámara

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“Hubo un incentivo económico para las fábricas de empuñaduras, por ejemplo. Antes solo vendían, prácticamente, a la policía y a las Fuerzas Armadas. Entonces, no tenía sentido tener una industria de este tipo en Brasil. Pero después de Bolsonaro, miles de civiles compraron rifles. Y estas personas, a veces, quieren personalizarlos, cambiar la culata o la empuñadura”, dice.

La flexibilización del acceso a las armas, entre 2018 y 2022, aumentó exponencialmente los registros de Coleccionistas, Tiradores y Cazadores (CAC), y algunos de ellos llevan sus armas legales al crimen organizado.

Según el Instituto Sou da Paz, el 50% de las incautaciones en el sureste del país son de armas desviadas, el 30% de armas ensambladas y el 20% de los CAC.

La ineficacia de las operaciones

Los datos muestran que las operaciones policiales más costosas y violentas del estado no han logrado los resultados esperados. Mientras el Comando Vermelho avanza sobre el territorio de Río de Janeiro, es precisamente en las zonas bajo su dominio donde la policía actúa con mayor intensidad y donde se multiplican los enfrentamientos.

Según el Mapa de Grupos Armados, la probabilidad de que un territorio dominado por el tráfico registre enfrentamientos es 3,71 veces mayor que en las zonas controladas por las milicias. En casi el 60% de las zonas donde se producen enfrentamientos hay participación policial.

“No veo una relación directa entre la actuación del gobierno para desmovilizar ni a las milicias ni al tráfico. No vemos el retroceso de una zona que, una vez ocupada, vuelve al Estado”, dice Terine Husek, director de investigación del Instituto Fuego Cruzado.

Y agrega: “Lo que hemos visto es que ellos dominan un poco más de espacio, o se disputan entre ellos, pero el gobierno no consigue decir: ‘Aquí no era seguro, ahora vuelve a serlo’. Eso no ocurre. Solo vemos este empeoramiento y este cambio de mando, y el Estado no consigue recuperar el control de zonas dominadas desde hace décadas”.

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Cortesía de BBC Noticias



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