Qué es la gentrificación y por qué hay protestas en su contra en CDMX


A medida que las ciudades crecen, los polos de desarrollo se diversifican y los barrios que en principio fueron el núcleo económico y cultural pierden protagonismo en beneficio de las zonas modernas; cuando el espacio para lo nuevo se acaba, sin embargo, esos barrios son “redescubiertos” por la industria inmobiliaria como un territorio atractivo para colonizar, después de todo, su ubicación es buena y la infraestructura ya existe. Además, la historia y la identidad que se ha forjado desde esos lugares se vuelve de interés para un tipo de personas que, sin los recursos o la voluntad para vivir en los barrios ricos, poseen los recursos y están dispuestas a pagar por un espacio en ellos mucho más de lo que es posible para quienes ya los habitan. A ese fenómeno se le llama gentrificación, y los afectados son los pobladores originales, que ven cómo la nueva dinámica gira alrededor de los recién llegados y sus preferencias; su estilo de vida se erosiona y muchas veces deben mudarse debido a la imposibilidad de pagar una renta o al atractivo de vender sus propiedades; así como las clases medias y bajas, para quienes lo que fue un barrio accesible queda como un nuevo espacio restringido por su costo.

El término proviene del inglés “gentry”, que hace referencia a una clase social conformada por la baja aristocracia y los grandes terratenientes que, en un punto de la historia, llegó a acaparar el 50 % de las tierras de la Gran Bretaña. En español, una mejor forma de entenderlo es pensarlo como “aburguesamiento”; un término que tiene su lado positivo si se considera que la renovación implica la sustitución de lo deteriorado, pero que en muchas llega a grado tal que se vuelve un peligro para el derecho a la vivienda, pues, si las zonas antes populares se han aburguesado, ¿dónde vivirán quienes no pueden pagar más por una casa?

Las opciones lógicas se limitan a la periferia, una expulsión de la ciudad que implica vivir alejado de los centros de trabajo y educación, muchas veces sin todos los servicios básicos. Este es el peligro al que ya se enfrentan miles de personas en muchas ciudades de México, y que detonó las protestas de la semana pasada en la capital del país.

Las colonias Condesa, Roma, Juárez y el Centro Histórico son las más emblemáticas de esta problemática. 

Organizaciones vecinales de la colonia Juárez estima en 4 mil las personas desplazadas por la gentrificación en los últimos 15 años, y la Condesa fue el escenario de la marcha ocurrida el pasado 4 de julio donde hubo actos vandálicos por parte de los manifestantes. Que la protesta haya ocurrido el día 4, Día de la Independencia de los Estados Unidos, no es una casualidad, pues muchos de los “gentrificadores” en México son estadounidenses que, aprovechando las facilidades de trabajo remoto que dan las nuevas tecnologías y sus salarios mucho más altos que los ofrecidos en México, se mudan a las mejores zonas de los países en desarrollo para tener un nivel de vida al que en su país no pueden acceder, irónicamente, porque también están gentrificados.

La gentrificación no es sólo cuestión de oferta y demanda, la colusión entre gobiernos e inmobiliarias es un factor clave en cómo se desarrolla: el remozamiento de una zona descuidada, en principio una obligación de las autoridades, es muchas veces el inicio de la gentrificación, pues aumenta su atractivo; cambios en el uso de suelo para permitir giros comerciales o la construcción de vivienda múltiple, la legislación sobre alquileres y plataformas como Airbnb son detalles que también están en juego.

El gobierno de México ha desarrollado programas que buscan aumentar las opciones de vivienda económica y de apoyos para jóvenes, pero se tratan de medidas reactivas que no van al corazón del problema: la expulsión de la ciudad y sus beneficios para quien no pueda pagar por ella.

Los manifestantes han pedido medidas más claras, enfocadas a la regulación del precio y los contratos en la renta de inmuebles, planificación urbana con enfoque social y la priorización del derecho a la vivienda.

Cortesía de El Informador



Dejanos un comentario: