Entendimos que Queentenía algo de humor cuando tituló Una noche en la Opera a su disco más célebre. En realidad nos dimos cuenta al paso siguiente con Un día en la carreras. Pero lo entendimos tarde, medio a contramano cuando pudimos asociar Una noche en la Opera no a la formalidad cargosa de Rapsodia bohemia, sino a la película de los hermanos Marx.
De no ser por ese detalle, Freddie Mercuryy su banda siempre parecieron monjes salesianos con un férreo deseo de travestismo anticipatorio al New Romantic.
En 1975, Groucho Marx era un señor muy mayor. Sin el bigotón, pero con un puro entre sus labios, se hospedaba en una mansión de Bel Air, Hollywood, con 12 baños que él usaba de manera alternada y obediente. Groucho escuchaba jazz y música clásica. Había llegado demasiado tarde al rock.
Sí había visto a Los Beatles en el Shea Stadium, en agosto de 1966, pero porque eran Los Beatles. Después apareció junto a un payaso llamado Alice Cooper en la portada de la revista Rolling Stone. Todo su contacto con la música joven.
Cuando Una Noche en la Opera trepó en los charts y terminó siendo uno de los discos más vendidos de 1976, los cuatro Queen ya venían fatigando escenarios desde hacía tres años. Estaban espléndidos, en su mejor momento. La pereza, entonces, se mezcló con el dilema laboral y al paso siguiente hicieron exactamente lo que podían permitirse como super grupo consagrado: experimentar o más de lo mismo. Ese grado de libertad.
Un día en las carreras, A Day at the Races, otro título de película de los hermanos Marx, marcó el pulso de una decisión musical. En términos de Netflix, el quinto álbum de Queen fue una secuela del anterior, armónicamente similar, mezclando un poquito de calculado rock pesado y temas de corte operístico. El guiño es que empieza con el gong que terminó Bohemian Rhapsody.
A Day at the Races fue el sidecar de Una noche en la Opera. Salió a la venta un 10 de diciembre de 1976. Otra vez la influencia marxista.
Roger Taylor, el baterista rubio, decía que sí, que ese álbum era eso: mismo universo musical en un tiempo inmediatamente posterior. Un día en las carreras empezó a cobrar sentido cuando tuvieron en claro el estilo musical del sucesor de Una noche en la Opera. “Nos pareció que encajaba muy bien con algunas cosas que seguíamos haciendo. Por ejemplo, el tipo de pequeños fragmentos operísticos de Bohemian Rhapsody y secuencias por el estilo. Cuando pensamos en un título para el disco siguiente, A Day at the Races, cronológicamente, era la película que iba después de A Night at the Opera, así que la elección estaba más que clara”.
Los Marx habían estrenado Una noche en la Opera en 1935 y Un día en las carreras en 1937. El concepto de la tapa del álbum, con un delicado toque victoriano, fue diseñado por el mismísimo Freddie Mercury. Visualmente muy parecido al anterior. Como dos caras de una misma moneda. Races, menos extravagante que Opera, no (con)tiene un Bohemian Rhapsody por ejemplo.
A Groucho lo que realmente le gustaba era la música clásica. Decirle Queen era como decirle “silla”. Lo que sí le movía una ceja era descubrir que esa silla vendía millones de discos, llenaba estadios y tenía por cantante a una de las voces más estrambóticas de la música de moda. Mientras los fans tarareaban Rapsodia Bohemia como si fuera Las olas y el viento, casi nadie entendía la complicidad cinematográfica escondida en los títulos más recientes de la banda.
Dicho de otro modo, Queen provocaba una profunda desconexión generacional.
Los libros no explican cómo Groucho Marx supo de Queen. Lo concreto es que les mandó un telegrama de agradecimiento a su estilo: “Excelente y sabia elección en los títulos”. Tras un breve epistolario, llegó un encuentro breve, pero inolvidable. En marzo de 1977, la banda viajó a Los Angeles para presentarse en el Forum. Groucho, de 86 años, era el único hermano Marx vivo.
Los invitó a su mansión a tomar el té. Té para cuatro. Fueron Freddie Mercury, Brian May y Roger Taylor. El bajista John Deacon, un tímido patológico, decidió faltar a la cita. Llegan, Groucho, bajo supervisión médica y con movilidad reducida, ya no hacía apariciones públicas. Freddie avanza y le regala el disco de oro que habían obtenido por vender 500.000 copias de Una noche en la Opera.
“A él le gustaría actuar para ustedes”, dijo la asistente de Marx. Esto lo recordó Brian May en un Instagram Live. “Groucho se acodó contra el piano, ella tocó y él cantó una de sus fantásticas cancioncitas”. Enseguida hizo un par de chistes y se sentó. “Bueno, ¿ustedes son cantantes…? ¡Canten!”. Según el guitarrista de rulos, quedaron petrificados: “¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer?’”. May se disculpaba por no haber llevado su instrumento. Groucho averiguó qué tocaba el de rulos y con un ademán breve hizo traer una guitarra. Terminaron cantando ’39 con armonías y coros.
Queen celebró la salida de A Day at the Races con un simpático encuentro hípico. Groucho Marx falleció solo cinco meses después. El disco de oro fue donado a una institución dedicada a la investigación científica.
Cortesía de Clarín
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