Recordar para valorar la paz: la resistencia china en la Segunda Guerra Mundial

 PáginaI12 participó en la jornada organizada por el Observatorio Sino-Argentino, en colaboración con la Embajada de la República Popular China en Argentina, bajo el título Recordar la historia, apreciar la paz. El seminario dictado en Buenos Aires conmemoró el 80° aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la agresión japonesa y de la Segunda Guerra Mundial Antifascista, y se centró en reflexionar sobre el papel de China y la región Asia-Pacífico en el conflicto global, un capítulo poco recordado. 

El encuentro contó con panelistas destacados: Wang Wei, embajador de China en Argentina; Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino; Diego Guelar, exembajador de Argentina ante la República Popular China; Jorge Argüello, exembajador argentino en Estados Unidos; y Jorge Malena, académico y director del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI, acompañados por otros académicos, periodistas y público general.

La memoria del sacrificio y el valor de la paz

Wang Wei, embajador de China en Argentina, abrió la jornada recordando que “mirar hacia atrás permite comprender mejor el valor de la paz”. Destacó que la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino fue el principal frente oriental de la Segunda Guerra Mundial: “Comenzó antes, duró más tiempo, movilizó a más tropas y exigió mayores sacrificios que otros escenarios del conflicto”. Tras 14 años de sangrientas batallas, China alcanzó la victoria, pero a un costo enorme: 35 millones de bajas entre militares y civiles y pérdidas económicas por más de 600.000 millones de dólares, contribuyendo de manera decisiva a la derrota del fascismo.

Patricio Giusto, coordinador del evento, subrayó que “en Occidente se acostumbra marcar el inicio de la Segunda Guerra Mundial con la invasión nazi a Polonia en 1939 y el fin con la rendición alemana en 1945. En el Asia-Pacífico, en cambio, se ubica el inicio en diciembre de 1941 con el ataque a Pearl Harbor y el final en septiembre de 1945, tras las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki”. Sin embargo, señaló, “se suele ignorar que China y gran parte de Asia soportaron casi 14 años de invasión japonesa, con 35 millones de muertos y más de 15 millones de desplazados, en un contexto de guerra civil iniciada en 1927”. 

Giusto relató episodios poco recordados, como “el falso atentado en un ferrocarril en Manchuria en 1931 que sirvió de pretexto para la invasión japonesa”, la conformación del segundo Frente Unido en 1936 entre nacionalistas y comunistas, y la colaboración con Estados Unidos en India y Birmania. También incluyó su experiencia personal: “Visité memoriales en Yunnan, refugios antiaéreos en Chongqing, el memorial de Nanjing y la unidad 731 en Harbin, donde se realizaron experimentos biológicos en humanos”. Reflexionó sobre los límites de la condición humana y la importancia de la unidad y la memoria histórica para preservar la paz.

Lecciones de unidad y resistencia

Por su parte, Diego Guelar, exembajador de Argentina ante China, retomó las intervenciones previas, destacando que “los episodios chinos ofrecen enseñanzas aplicables a la situación argentina actual”. Analizó la guerra civil china, la ocupación japonesa desde 1931, la larga marcha de 1934-1935 y el liderazgo de Mao Zedong, enfatizando que “la unidad frente a un enemigo común fue clave para derrotar a Japón”. Guelar subrayó que “la historia universal y nacional ofrece lecciones sobre la unidad y la responsabilidad colectiva, esenciales para enfrentar crisis prolongadas”.

China, el aliado olvidado

Jorge Argüello, exembajador de Argentina en Estados Unidos, centró su exposición en la narrativa occidental de la Segunda Guerra Mundial, que “ha relegado el papel de China, invisibilizando sus sacrificios y relevancia estratégica”. Recordó que “la invasión japonesa a China comenzó en 1931 y 1937, y que la guerra popular prolongada contuvo al 80% del ejército japonés, con más de 35 millones de víctimas y atrocidades como la masacre de Nanjing, experimentos biológicos y bombardeos sistemáticos sobre civiles”. Argüello destacó tres contribuciones clave de China durante la guerra: “la contención militar de Japón, limitando su capacidad de proyectarse contra la Unión Soviética”; “su papel como amortiguador geopolítico en el Asia-Pacífico, evitando que Japón avanzara hacia India y consolida un corredor estratégico”; y “su legado moral y simbólico, que inspiró movimientos anticoloniales asiáticos y luchas independentistas”. Explicó además que “el olvido selectivo de la historiografía occidental estuvo vinculado a la Guerra Fría, a una visión anglo céntrica y a la preservación de la narrativa del ‘salvador occidental’”. Concluyó subrayando que “reconocer el papel de China es vital para una historiografía universal y que la memoria histórica debe orientar el presente y el futuro”.

Unidad, soberanía y paz duradera

Cerrando el panel, Jorge Malena, director del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI, destacó que “reconocer el frente chino es clave para comprender el orden internacional contemporáneo”. Señaló que “la guerra de resistencia de China y la fundación de la República Popular en 1949 son capítulos de una misma historia: unidad nacional, autodeterminación, justicia social y soberanía”. Malena enfatizó que “la paz se construye sobre la memoria y la justicia”, comparando ejemplos actuales como Taiwán y las Islas Malvinas, y resaltó que “la resistencia china demuestra que la defensa de la soberanía es condición necesaria para un orden global justo”. Recordar estos sacrificios, concluyó, “es indispensable para sostener la paz y garantizar que tragedias como la Segunda Guerra Mundial no se repitan”.

Cortesía de Página 12



Dejanos un comentario: