En el corazón de la selva tropical del Petén guatemalteco, una región tan densa y misteriosa como cargada de historia, arqueólogos guatemaltecos y eslovacos han desenterrado lo que podría ser una de las ciudades más antiguas e influyentes de la civilización maya. Bautizada como Los Abuelos, este asentamiento ceremonial, cuya antigüedad supera los 2.800 años, no solo ha sorprendido por su monumentalidad, sino por los enigmas que plantea sobre el origen mismo del urbanismo y el pensamiento religioso maya.
El hallazgo, anunciado por el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala a finales de mayo de 2025, forma parte del Proyecto Arqueológico Uaxactún, una iniciativa internacional que lleva casi dos décadas revelando secretos bajo la frondosa cubierta vegetal del Petén. Según la nota de prensa oficial, Los Abuelos fue una ciudad planificada con precisión, dotada de pirámides, monumentos con iconografía desconocida y un sofisticado sistema de canales, todo ello en una época en la que, hasta ahora, se creía que los mayas apenas estaban dando sus primeros pasos hacia la complejidad social.
Un pasado remoto con rostro humano
Uno de los elementos más llamativos del descubrimiento fue el hallazgo de dos esculturas antropomorfas, colocadas frente a una de las estructuras más antiguas del sitio. Estas figuras, que los investigadores han descrito como una pareja ancestral, podrían haber representado a deidades tutelares o a ancestros fundacionales, objeto de culto en rituales de veneración. El simbolismo de esta pareja sugiere un tipo de religiosidad centrada en el linaje y el territorio, aspectos fundamentales del pensamiento mesoamericano.
No es casualidad que el sitio haya sido bautizado como Los Abuelos, un nombre que refleja tanto la antigüedad del asentamiento como el profundo vínculo espiritual entre los mayas y sus ancestros. Lejos de ser un simple nombre poético, esta denominación aporta claves para entender la cosmovisión de quienes erigieron esta ciudad en medio de una selva que, en aquel entonces, ya era un entorno simbólicamente cargado.
Las esculturas, fechadas entre los años 500 y 300 a.C., constituyen algunas de las representaciones humanas más antiguas del área maya, y podrían indicar que el culto a los antepasados —que alcanzaría su apogeo siglos más tarde en ciudades como Tikal o Copán— ya tenía raíces profundas en el Preclásico Medio.

Un triángulo urbano oculto durante milenios
La ciudad de Los Abuelos no está sola. Junto con los sitios vecinos de Petnal y Cambrayal, forma lo que los arqueólogos han llamado un “triángulo urbano”, una red de centros ceremoniales interconectados que, en conjunto, ocupan una superficie de unos 16 kilómetros cuadrados. Esta configuración revela un modelo de urbanismo regional mucho más temprano y complejo del que se había registrado hasta ahora en el área maya.
En Petnal, destaca una imponente pirámide de 33 metros de altura —equivalente a un edificio de once plantas— decorada con murales del periodo Preclásico. En Cambrayal, lo más impresionante es un intrincado sistema de canales que parece haber sido diseñado para la gestión hidráulica, el control del entorno o incluso con propósitos rituales. Todo ello sugiere que estos antiguos mayas no solo dominaban el arte de la arquitectura monumental, sino que también tenían una concepción territorial avanzada, en la que el agua, la astronomía y la religión se entrelazaban con precisión milimétrica.
Estas ciudades no surgieron de la nada. Se construyeron en un momento crucial en que la civilización maya comenzaba a consolidar sus estructuras políticas, sus creencias religiosas y sus formas artísticas. La existencia de este triángulo urbano obliga a reconsiderar cómo y dónde comenzó esa evolución.
Una selva que todavía guarda secretos
El descubrimiento ha sido posible gracias al uso de tecnologías avanzadas como el escaneo LiDAR, que permite “desnudar” el suelo de la selva mediante sensores láser aerotransportados. Esta tecnología ya había permitido, en años recientes, identificar cientos de estructuras ocultas bajo el follaje en el norte de Guatemala, pero hasta ahora no se había documentado un sitio de estas características tan antiguo y estructurado.
El equipo, dirigido por el arqueólogo eslovaco Milan Kováč en colaboración con investigadores guatemaltecos, ha trabajado en condiciones desafiantes. La densa vegetación, las lluvias constantes y la dificultad de acceso hacen que cada avance sea una hazaña en sí misma. Y, sin embargo, el Petén sigue siendo uno de los territorios más fértiles del mundo para la arqueología prehispánica. Cada nuevo descubrimiento, como este, ofrece una ventana hacia formas de vida que, pese a su lejanía temporal, todavía resuenan en la cultura de las comunidades indígenas actuales.
Además, la cercanía de Los Abuelos con Uaxactún y Tikal —dos de los centros más emblemáticos del mundo maya— sugiere que estas ciudades ancestrales estuvieron conectadas entre sí por rutas comerciales, rituales o incluso genealógicas. La posibilidad de que existieran redes sociales y políticas tan antiguas abre nuevas preguntas sobre la organización territorial en los primeros siglos del desarrollo maya.

Un nuevo punto de partida para la historia maya
Durante décadas, la narrativa predominante sobre los mayas ha girado en torno a su esplendor en el periodo Clásico (250-900 d.C.), con ciudades-estado rivales, sofisticados calendarios y una producción artística deslumbrante. Sin embargo, descubrimientos como este obligan a mirar más atrás. Mucho más atrás.
Lejos de ser una cultura que “despertó” de repente en los primeros siglos de nuestra era, lo que emerge ahora es una civilización que construía, organizaba y adoraba desde al menos el año 800 a.C. —más de mil años antes de su apogeo. Este hallazgo no solo enriquece la cronología, sino que transforma el mapa mental de los mayas, mostrando que las raíces del poder ritual y urbano estaban ya firmemente ancladas en el Preclásico.
La arqueología guatemalteca vive un momento de renovación profunda. En los últimos años, hallazgos como el altar teotihuacano en Tikal o los mapeos masivos con tecnología LiDAR han permitido mirar el pasado con ojos nuevos. Los Abuelos, con su complejidad inesperada, su iconografía aún por descifrar y su nombre cargado de simbolismo, se suma ahora a esa lista de descubrimientos que reescriben, literalmente, los orígenes de una de las civilizaciones más fascinantes de América.
Y lo más sorprendente es que esto podría ser apenas el principio.
Cortesía de Muy Interesante
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