Reforma de jornada laboral: La letra chiquita que aún nadie conoce

Sobre la reducción de la jornada laboral hay tres elementos seguros: será un cambio gradual, se disminuirá a 40 horas por semana y el objetivo se alcanzará en el 2030. Pero, el cómo se llegará a la meta es aún incierto

“Nos vamos a enterar como tú, cuando se anuncie la iniciativa”, dijo a El Economista una de las fuentes del sector sindical involucradas en las mesas de diálogo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). “Nos han hecho sentir escuchados, pero no hay un compromiso de que todo lo que se ha pedido se incorpore”, señaló.

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A decir de Carlos Ferran Martínez, socio director de Ferran Martínez Abogados, la incertidumbre se puede atribuir a la complejidad de encontrar puntos medios en un cambio de esta magnitud. Sin embargo, comparte, esto no ha detenido a algunas empresas para empezar a prepararse frente a los cambios, principalmente en ajustes de turnos.

Entre junio y julio de este año, la STPS convocó a una serie de foros públicos para recabar propuestas de sindicatos, cámaras empresariales y especialistas para la reducción de la jornada laboral. En esos espacios se plantearon más de una docena de medidas, adicionales a la gradualidad, para acompañar el proceso.

Ernesto de la Puente, asociado senior de la firma Santamarina y Steta, afirma que las disposiciones transitorias “serán esenciales para la aplicación de la reforma”, incluso más que el cambio per se que se establezca.

El éxito en la práctica de la reforma de la jornada laboral no es un tema menor, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), alrededor de siete de cada 10 trabajadores asalariados labora más de 40 horas por semana. El universo potencial de beneficiarios es alto.

Los especialistas coinciden en que el peor escenario para la reforma de jornada laboral es que no exista gradualidad, aunque es algo prácticamente descartado. Además, advierten, que la discusión legislativa sea apresurada y sin un análisis a fondo.

¿Qué es lo que no está definido? Parte de las propuestas que se plantearon en los foros públicos de la STPS son, entre otros puntos:

  • Regulación del pago por hora y jornadas especiales
  • Incentivos fiscales
  • Deducción al 100% de las prestaciones
  • Mantener el límite actual de tiempo extraordinario
  • Programa piloto para medir el comportamiento de la productividad
  • Comité de seguimiento a la implementación
  • Flexibilidad de reglas por industria

Para Carlos Ferran Martínez, la gradualidad por sí sola no garantiza el éxito si el plazo de transición no es el adecuado. “Llevar las 40 horas al 2030 es complicado, porque en lo que se acostumbran a una disminución, ya las alcanza la siguiente. Eso va a generar un desequilibrio muy fuerte”.

Desde la perspectiva de Ernesto de la Puente, tres elementos que no deberían omitirse son: la gradualidad, establecer el mismo límite de horas para los tres tipos de jornada e incentivos fiscales.

Reforma de jornada laboral: ¿Qué hacer cuando no se sabe?

Carlos Ferran Martínez considera que, aunque se desconocen aún los detalles sobre cómo se implementará la reforma de jornada laboral, es importante que las compañías tomen acciones desde ahora para reducir sus horas de trabajo.

“No sabemos que venga exactamente, pero sí tenemos una idea de lo que sucederá, se reducirán las horas de trabajo en la semana, en qué condiciones, cuándo y cómo, eso no se sabe, pero sí hay esfuerzos que se pueden hacer”. Ante el desconocimiento sobre cómo transitará la reforma, el especialista recomienda a las organizaciones comenzar a prepararse.

En eso coincide Ernesto de la Puente. “Las empresas deben pensar en el peor escenario, que la jornada se reduce al día siguiente, y comenzar a tomar acciones. Y lo que hay que hacer, son diagnósticos sobre cómo están las jornadas, después una evaluación de impacto operativo, luego una evaluación de costos y los cambios documentales”, indica.

Sin embargo, los especialistas puntualizan que es necesario que, una vez que se presente la reforma de jornada laboral, se otorgue un tiempo para socializar los cambios, para que se entienda la transición y no comenzar de manera apresurada con la disminución de horas.

Cortesía de El Economista



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