Restauran un rarísimo sombrero de 2000 años con el que un soldado romano se protegió del sol durante las campañas militares en Egipto

Las piedras, los huesos y las piezas metálicas suelen soportar bien el paso del tiempo y, por ello, se han convertido en preciados aliados de la arqueología y la historia. Los materiales orgánicos, por el contrario, se deterioran con rapidez, por lo que no siempre pueden ser estudiados. Por eso, este rarísimo sombrero romano de 2.000 años de antigüedad, que se ha restaurado y expuesto recientemente al público por primera vez en el Bolton Museum (Inglaterra) resulta tan excepcional. Fabricado en lana y con un diseño adaptado para soportar las duras condiciones del desierto egipcio, este ejemplares el que muestra un mejor estado de conservación de los tres que se conocen en todo el mundo.

El sombrero y su contexto histórico

El sombrero se ha fechado hacia el año 30 a. C., poco después de la muerte de Cleopatra VII y de la transformación de Egipto en provincia del Imperio romano. Tras la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Accio, el país pasó a estar gobernado directamente por Roma, razón por la que se enviaron destacamentos militares para asegurar el control político y económico de la región. Entre esos soldados romanos, algunos tuvieron que enfrentarse a un clima muy diferente al del territorio itálico y de otras provincias imperiales: el calor extremo del desierto, el sol abrasador y las tormentas de arena.

El ejemplar hallado parece haber sido una adaptación de un tipo de tocado militar estándar de la época, modificado para ofrecer protección frente a la intensa radiación solar y las partículas en suspensión. De los tres sombreros de este tipo que han sobrevivido, uno se conserva en la Whitworth Art Gallery de Mánchester, otro en un museo de Florencia, y el tercero —el de Bolton— es, según los especialistas, el mejor preservado de todos.

El sombrero restaurado. Fuente: Bolton Library and Museum Services

De Egipto a Inglaterra: un viaje arqueológico

El arribo de esta pieza a Inglaterra se debe al trabajo de William Matthew Flinders Petrie, uno de los arqueólogos más influyentes del siglo XIX y principios del XX. Apodado “el hombre que descubrió Egipto”, Petrie revolucionó las prácticas arqueológicas en una época en la que muchas excavaciones eran poco más que expediciones de saqueo. Frente al interés de conseguir objetos valiosos y espectaculares con los que llenar los expositores de los museos, Petrie introdujo métodos de excavación sistemáticos, registros meticulosos y la valoración de piezas en apariencia insignificantes, como cerámicas rotas o textiles deteriorados, que aportaban información esencial sobre la vida diaria de las sociedades antiguas.

En 1911, Petrie donó el sombrero al Chadwick Museum, el primer museo de la ciudad de Bolton. Desde entonces y durante décadas, el artefacto permaneció guardado en una caja, lejos del público.

Hombre acalorado
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Un desafío para la restauración textil

Cuando la conservadora textil Jacqui Hyman vio por primera vez el sombrero romano, la pieza no era más que un fragmento plano y quebradizo, con daños serios provocados por las polillas. Recuperar su volumen y estabilizar los restos requería un trabajo minucioso y un profundo conocimiento de las técnicas de conservación de fibras antiguas.

Con casi cinco décadas de experiencia trabajando para museos y colecciones de todo el mundo, Hyman planificó un tratamiento a medida que respetara la fragilidad de la pieza. Para estabilizar las zonas donde el fieltro original había desaparecido, utilizó un tejido similar, teñido a mano para igualar el color y la textura. Con este soporte interno, el sombrero recuperó su forma original. Así, pasó de ser un objeto aplastado y frágil a convertirse en una prenda tridimensional que permite apreciar su forma y función.

Sombrero romano
El sombrero romano expuesto en Bolton. Imagen recortada. Fuente: Bolton Library and Museum Services

Un testimonio de la vida militar romana en Egipto

Más allá de su rareza, el sombrero constituye un testimonio tangible del día a día de los soldados romanos destinados a las provincias lejanas. Las legiones movilizadas en Egipto, además de mantener la seguridad y el control político, tuvieron que adaptarse a condiciones ambientales que ponían a prueba su resistencia física. En este contexto, vestir la indumentaria adecuada resultaba tan importante como las armas. Protegerse del sol y del calor podía marcar la diferencia entre seguir en servicio o sucumbir a las duras condiciones.

Este inusual tocado revela cómo el ejército romano era capaz de adaptar los materiales y diseños de su equipamiento a las necesidades específicas de cada territorio. En Egipto, la lana trabajada como fieltro, ligera y transpirable, cumplía la doble función de bloquear la radiación solar y ofrecer cierta protección frente la arena.

Egipto
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Del almacén a la vitrina

En la actualidad, el sombrero rescatado por Petrie se exhibe en las galerías egipcias del Bolton Museum. La institución considera que su valor no radica únicamente en la conexión con la historia global, sino también en la capacidad de inspirar a las nuevas generaciones. El montaje expositivo, addemás, permite a los visitantes observar de cerca los detalles de la pieza, su textura y las secciones que se han restaurado. Ofrece, así, una oportunidad única para reflexionar sobre la vida cotidiana en la antigüedad y sobre las técnicas de conservación que permiten que objetos tan frágiles lleguen hasta nosotros.

Una historia de adaptación encerrada en un sombrero

La restauración del sombrero romano de Bolton supone la recuperación de una historia que conecta el Egipto de Cleopatra con la Inglaterra contemporánea, pasando por las manos de un arqueólogo visionario y de una restauradora experimentada. Ilustra la adaptación de un soldado a un medio hostil, la pervivencia de un objeto humilde frente al paso del tiempo y el valor de la colaboración entre museos, especialistas y comunidad. Desde los desiertos bañados por el Nilo hasta las neblinosas tierras británicas, dos milenios después, este singular objeto vuelve a ver la luz.

Referencias

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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