Resultados exitosos


En numerosos países, la separación de poderes ha tenido la única finalidad de volverlos a unir, dando lugar a un debate permanente: ¿qué poder debe someter a los otros dos? Los ensayos han sido múltiples, predominando el Poder Ejecutivo, en segundo sitio el Poder Legislativo, y rara vez el Poder Judicial, a menos que por tal poder se tomase al ejército.

En México, por regla general y desde el principio, ha sido el Poder Ejecutivo el que ha sometido a los otros dos. El problema se complica cuando hay un cambio de partido en el Gobierno y debe éste ejercer con poderes que eran clientes sumisos del partido anterior y, en consecuencia, saboteadores irredentos.

Ya sabes que en nuestra sociedad existen ciudadanos y grupos que hacen de la sospecha una evidencia absoluta y actúan en consecuencia. En esa línea han afirmado que la elección judicial no era otra cosa que una estrategia del Poder Ejecutivo para someter al Poder Judicial y tenerlo a modo, es decir, denuncian lo que han visto con los gobiernos de partidos anteriores y sospechan que eso mismo está sucediendo.

En teoría, tal postura es un total absurdo, pues lo que está sucediendo es exactamente lo contrario: se está reconociendo el derecho que tiene la ciudadanía a elegir a sus propios jueces, algo que hasta la fecha no sabíamos cómo ocurriría ni por medio de qué mecanismos se daba, o quién o quiénes eran los grandes electores.

El proceso que se ha seguido es otro asunto, que bien puede explicar por qué muchos electores se abstuvieron de votar. No se trataba de una elección dominada por los partidos, las posibles campañas habrían resultado imposibles. En su lugar, la información requerida no fue suficiente, parecía una elección dirigida solo a quienes se manejan con destreza en los medios digitales. Se gastó más tiempo en convencer de la utilidad de la reforma que en favorecer la participación en las elecciones. Hubo líderes y grupos empeñados en boicotearla, en buena parte solo porque la promovía el partido triunfador en las pasadas elecciones presidenciales.

¿Fue un éxito? Depende. Lograr que, en una elección inédita, poco promovida, compleja y encima boicoteada, acudieran a las urnas un mínimo de once millones de personas, sí que fue un éxito. Para ser la primera vez, resultó alentador.

Una primera meta para nada desdeñable es la renovación del personal en el Poder Judicial, no solo cambiar los medios de acceso, que es lo más relevante. Sin embargo, no tenemos todavía la certeza de que este cambio de personal sea efectivamente positivo. Se puede cambiar a los deficientes por otros igual o más deficientes, incluso excluir a los capaces y honestos por otros que no lo sean. La verdadera clave de toda esta reforma radica precisamente en la selección de los candidatos a contender, ya que, aunque en principio cualquier ciudadano pueda aspirar, hay filtros muy específicos que podrían omitirse y los resultados no aportarían novedad. A diferencia de los diputados, a los que legalmente no se les exige ni saber leer, a un juez sí que se le pide una preparación previa, pues se juzga no según la sabiduría del pueblo, sino de acuerdo a las leyes; igual exigencia se le hace en el campo de la honestidad. No olvidemos que el problema número uno de México es la impunidad, y esta está ligada estrechamente al Poder Judicial y a su capacidad de ejercer la justicia sin presiones, amenazas, sobornos o recomendaciones. Buena parte de estas corruptelas tiene que ver con los procedimientos establecidos, los códigos y su interpretación. Por lo mismo, una reforma del Poder Judicial que no incluya una reforma de los procedimientos y códigos deja las cosas como están, solo las cambia de manos.

Hemos tenido un buen comienzo. Ahora analicemos los resultados y demos seguimiento a la reforma, aún más, llevémosla a mayor fondo.

Cortesía de El Informador



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