Revolucionario análisis rompe los esquemas de la evolución humana en Europa: hallan nuevas pruebas de una especie desconocida con 286.000 años de antigüedad en Grecia

Durante más de seis décadas, una pregunta ha flotado sin respuesta en la paleoantropología europea: ¿quién fue el homínido que habitó la cueva de Petralona, en Grecia, y por qué su cráneo no encaja del todo ni con los neandertales ni con los humanos modernos? Descubierto en 1960 por un habitante local mientras exploraba una cueva kárstica al sur de Tesalónica, el fósil ha sido motivo de controversia científica, hipótesis enfrentadas y dataciones contradictorias que oscilaban entre los 170.000 y los 700.000 años. Hasta ahora.

Un equipo internacional de investigadores liderado por el Institut de Paléontologie Humaine de París ha logrado aplicar con éxito una técnica de datación basada en series de uranio a los depósitos calcíticos que cubren directamente el cráneo. El resultado, publicado recientemente en el Journal of Human Evolution, no solo reduce radicalmente el rango de edad estimado, sino que apunta a una cronología que cambia, una vez más, nuestra comprensión sobre la evolución humana en Europa.

Una cueva, un cráneo y un misterio persistente

La cueva de Petralona, situada en la región de Calcídica, no parecía muy distinta de otras formaciones kársticas del Mediterráneo. Pero en su interior, en una pequeña cámara conocida como el “Mausoleo”, apareció incrustado en una pared un cráneo humano casi completo, aunque sin mandíbula. Lo que siguió fue una larga historia de investigaciones, debates y desacuerdos. El problema no era solo su extraña morfología, distinta tanto de Homo sapiens como de los neandertales clásicos, sino también la imposibilidad de determinar con precisión su edad.

El fósil no estaba asociado a un estrato arqueológico claro. Tampoco se encontraron herramientas ni restos del esqueleto que permitieran contextualizarlo cultural o temporalmente. Y para complicar aún más las cosas, el cráneo estaba cubierto por una gruesa capa de calcita, resultado de procesos de sedimentación propios del ambiente subterráneo. Aquello que parecía un obstáculo, sin embargo, se ha convertido en la clave para resolver el enigma.

Ubicación de la cueva de Petralona en la región de Calcídica, Grecia. Vista general del sistema kárstico que muestra las principales zonas exploradas
Ubicación de la cueva de Petralona en la región de Calcídica, Grecia. Vista general del sistema kárstico que muestra las principales zonas exploradas. Fuente: Journal of Human Evolution (2025)/Christian Pérez

Cómo el uranio resolvió el dilema

La técnica que ha permitido este avance se conoce como datación por series de uranio (U-series). A grandes rasgos, consiste en medir la proporción entre isótopos de uranio y torio presentes en depósitos minerales como estalactitas o costras calcíticas. En un entorno cerrado como una cueva, donde el agua filtra lentamente minerales disueltos que luego se cristalizan en forma de calcita, es posible calcular el momento en que comenzó ese proceso. Y si esa calcita recubre un fósil, como ocurre con el cráneo de Petralona, se puede establecer con exactitud una edad mínima para el mismo.

El equipo de investigadores analizó no solo la calcita del cráneo, sino también otras formaciones en diferentes zonas de la cueva: el Mausoleo, el pasadizo que conduce a él —conocido como el “Paso de los Dardanelos”— y varias secciones más. Los resultados son reveladores: el depósito calcítico más interno que cubre el cráneo empezó a formarse hace al menos 286.000 años, con un margen de error de ±9.000 años. Esto implica que el fósil ya estaba allí en ese momento, probablemente desde mucho antes.

¿Una especie olvidada o un ancestro compartido?

Este hallazgo no es solo una cuestión de datación. Lo que vuelve fascinante al cráneo de Petralona es que no encaja fácilmente en ninguna categoría. A lo largo de los años ha sido clasificado —y reclasificado— como Homo erectus, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis e incluso Homo sapiens arcaico. Su morfología recuerda más al cráneo de Broken Hill (Zambia), también conocido como Kabwe, que a otros fósiles europeos de su misma época. Esto ha llevado a algunos expertos a plantear que Petralona podría pertenecer a una población distinta, más primitiva, que coexistió con los primeros neandertales en Europa durante el Pleistoceno medio.

Los nuevos datos parecen apoyar esa idea. Según los investigadores, el cráneo se habría depositado en la cueva entre 410.000 y 277.000 años atrás si fue arrastrado allí, o incluso entre 539.000 y 277.000 años si realmente estaba unido a la pared del Mausoleo, como se creyó originalmente. Sea cual sea el caso, estamos ante un fósil anterior al surgimiento definitivo de los neandertales como los conocemos, pero posterior a los primeros Homo erectus del continente.

Esto sugiere un escenario más complejo para la evolución humana en Europa, con diferentes linajes conviviendo durante miles de años, compartiendo territorios, recursos y quizás incluso genética. Un panorama menos lineal y más ramificado, en el que especies arcaicas persistieron más tiempo del que creíamos.

El fósil humano más misterioso de Grecia tiene más de 280.000 años
El fósil humano más misterioso de Grecia tiene más de 280.000 años. Fuente: Journal of Human Evolution (2025)

El contexto europeo: una época de transición

Entre hace 500.000 y 300.000 años, Europa vivió una etapa crucial en la evolución humana. Los fósiles de esta época —como los de la Sima de los Huesos en Atapuerca, Mauer en Alemania o Ceprano en Italia— muestran una gran diversidad morfológica y nos hablan de una transición progresiva desde formas más primitivas hacia los neandertales clásicos. Algunos individuos presentan rasgos derivados, otros conservan características ancestrales, y muchos no encajan del todo en las categorías convencionales.

El cráneo de Petralona encaja en este mosaico evolutivo como una pieza singular. No parece haber sido un ancestro directo de los neandertales, pero tampoco de los Homo sapiens. Su edad, combinada con su morfología, apunta a una población europea que evolucionó de forma paralela y probablemente independiente. Una rama que pudo coexistir con otras formas humanas, adaptándose a su entorno, pero que finalmente desapareció sin dejar descendencia directa.

Reescribiendo la historia desde una cueva griega

El caso de Petralona ilustra a la perfección lo difícil que es construir la historia de nuestros orígenes. Los fósiles son escasos, el tiempo los entierra y los transforma, y los contextos se pierden con facilidad. Pero también demuestra cómo la ciencia, incluso décadas después de un descubrimiento, puede ofrecer nuevas respuestas gracias al desarrollo de nuevas tecnologías.

Más allá del debate taxonómico, el estudio del Institut de Paléontologie Humaine aporta una certeza fundamental: el cráneo de Petralona tiene al menos 286.000 años. Y con eso, se convierte en uno de los fósiles humanos más antiguos del continente europeo con una datación directa confiable.

Una historia que comenzó en una cueva olvidada de Grecia se transforma, hoy, en una pieza clave para entender cómo fue realmente la evolución de nuestra especie en el Viejo Mundo. Quizás, como ocurre a menudo en la ciencia, las respuestas definitivas nunca lleguen. Pero cada nueva fecha, cada capa de calcita, cada miligramo de uranio nos acerca un poco más a comprender quiénes fuimos… y quiénes no llegamos a ser.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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