Ricardo Arjona inició el primero de 23 shows en su país natal, Guatemala, y desató una ola de emoción, nostalgia y orgullo nacional

Parece una noche más sobre la mítica Ciudad de Guatemala, pero no la es. Es Halloween, pero en las calles y en las afueras del Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias, no hay gente disfrazada de monstruos ni brujas. Por lo contrario, cientos de personas se agrupan entre banderas, remeras y letras de canciones tatuadas en la piel adorando a su hijo pródigo. Sigue pareciendo una noche más. Pero no.

Para el pueblo guatemalteco es una noche de celebración: Ricardo Arjona inició su gira Lo que el Seco no dijo, en la primera de 23 presentaciones que hará ante su gente. El show arranca a las 20.30, pero desde las 15.30 hay gente en los alrededores del teatro. Es un día distinto. Se siente en la calle. Todo el mundo habla de Arjona.

Después de más de dos décadas sin presentarse en la Gran Sala Efrain Recinos, el espacio principal del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, el cantautor guatemalteco inauguró una residencia artística que desató una ola de emoción, nostalgia y orgullo nacional.

Porque en su tierra natal, Arjona es, ante todo, un hombre de pueblo. Y por eso es respetado. Nació y creció en Jocotenango, en el corazón de Guatemala entre calles de tierra, guitarras prestadas y sueños que parecían demasiado grandes para su entorno. Esa raíz humilde nunca lo abandonó, ni siquiera cuando su nombre comenzó a brillar en los escenarios más imponentes del mundo.

En cada regreso a Guatemala, Arjona se entrega a su gente con una devoción que va más allá del éxito: canta para ellos como quien devuelve una deuda de amor. Y los guatemaltecos presentes en el Teatro se lo agradecen.

“Él si quería podía hacer dos recitales en un estadio. Iba a meter la misma cantidad de personas y ganaba el mismo dinero. Hacía los dos shows y se iba a su casa. Pero no. Eligió hacer 23 shows por y para su gente…”, le dijo una fan a Clarín, que viajó hasta allí para vivir y entender el fenómeno que perdura.

Ricardo Arjona, en el marco de su gira Ricardo Arjona, en el marco de su gira “Lo que el Seco no dijo”. Foto de prensa

“Quiero quedarme un rato en casa”, dijo Arjona al referirse a este formato que él mismo define como una residencia artística y no una gira.

Es en su tierra donde el artista consagrado, el compositor vengativo (como le gusta llamarse a sí mismo) se transforma otra vez en aquel muchacho que soñaba con escribir canciones para entender la vida. O quizás conquistar una bella mujer (en sus canciones luego lo iba a volcar). Lo cierto es que esa autenticidad intacta pese a la fama es lo que lo mantiene tan cerca del corazón guatemalteco.

Mucho más que un recital

Lo que se vive en Guatemala va más allá de la música. O de su propio show. La experiencia comienza mucho antes de ingresar a la sala: en un recorrido por varios stands en donde los fanáticos pueden probar los sabores de las galletas que comía Ricardo de niño; pueden sacarse fotos con las vestimentas que utilizó Arjona en shows pasados o con una gigantografía del artista (que seguro es más pequeña que el propio Arjona, quien mide 1.94m).

Y también hay un sector de fotos reveladas en el que las personas pueden dejar sus imágenes de cuando eran niños, provocando esa conexión emocional entre el artista y su público. Sus fanáticos, mayoría mujeres de las tres, cuatro y cinco décadas, llegaron desde todas partes de Latinoamérica: los clubs de fans de México, Chile y Argentina, Panamá y Puerto Rico, presentes, también le dieron color a una noche que, como se anticipó, no fue una más.

Ricardo Arjona inició oficialmente su gira Ricardo Arjona inició oficialmente su gira “Lo que el Seco no dijo”, con un total de 23 fechas en Guatemala. Foto de prensa

Ya adentro del teatro, la energía es movilizadora desde que se apagan las luces. El espectáculo se transforma en una experiencia sensorial completa. Imágenes proyectadas en pantallas gigantes, una escenografía ambientada en un cabaret parisino y una puesta en escena revolucionaria marca el pulso del tremendo show que montó.

La narrativa visual acompaña cada acorde. Nada está de más. Todo está pensado para hacer un recorrido humilde por la vida de Arjona. Y tal como estaba especulado, 20.30 puntual, Arjona salió al escenario e interpretó su nueva canción Gritas, del álbum Seco, lo que provocó la euforia del público, que no dejó de corear el tema.

El cantautor mezcló nuevos hits con sus clásicos: interpretó éxitos de sus álbumes anteriores, como El que olvida y Hasta que la muerte los separe, del disco Circo Soledad, y Acompáñame a estar solo, del álbum Adentro, lanzado en 2005.

Entre canción y canción, también compartió un espacio íntimo con su público, en el que hizo breves reflexiones sobre el paso del tiempo y los cambios que arribaron con la modernidad.

“Llegó la pedagogía moderna, la intrusión de mentes apocalípticas y empezó a joderse todo de a poco. El mundo se volvió un cabaret. Sé que voy a decir cosas que a muchos no les va a gustar“, advirtió casi al comienzo del espectáculo

“Vengo de una generación donde el bullying nos hacía más fuertes. El bullying era el arte de aprender a sobrevivir. El que era bruto, era bruto y ya. Algunos eran brutos en matemáticas y, en mi caso, me volví cantante al esmerarme un poco. Algunos no se esmeraron mucho y terminaron siendo presidentes en Latinoamerica“, lanzó, ante las risas cómplices de su público.

En su show, el cantautor no solo canta: construye mundos, y el público los habita con devoción. Algunas fanáticas, con más intensidad, aprovecharon cada silencio para declararle su amor incondicional. Él, un caballero, respondió con sonrisas y miradas seductoras a cada uno de los cortejos.

En esta gira, Arjona parece decidido a romper la frontera entre concierto y performance, entre músico y narrador, entre nostalgia y experimentación.

Y hablando de nostalgia, entre canciones nuevas y clásicos reinventados, uno de los primeros hits que sonó en la Gran Sala Efrain Recinos fue El Problema, luego interpretó canciones memorables (para los noventeros) como Dime que no, Te conozco, Historia de taxi y Cuándo.

Ricardo Arjona cautivó a su público en Guatemala, su tierra natal. Foto de prensa Ricardo Arjona cautivó a su público en Guatemala, su tierra natal. Foto de prensa

En las butacas del Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias, en la noche del viernes estaban las mujeres de las cuatro décadas…”Esta canción no la íbamos a cantar más…”¿La quieren escuchar?”, preguntó el cantante. La respuesta, es obvia, ¿no? (los oídos del redactor aún no recuperan sus funciones detrás de todo el griterío que provoca el artista cada vez que interactúa activamente con su público).

Aquellas mujeres que Arjona describió en su canción más emblemática sobre el amor crecieron junto a él, y ahora, con el paso del tiempo y los años, son las mujeres de las cinco o seis décadas las que siguen sabiendo bailar, reírse de sí mismas y cantar con el mismo fuego de entonces. Cada verso de Arjona parecía encontrarlas otra vez, como si el tiempo se hubiese detenido entre los acordes.

Pero también estaban las otras: las hijas, las nietas, las nuevas generaciones que heredaron esas letras de sus madres y abuelas y descubrieron en vivo al hombre detrás de las canciones que sonaban en sus casas desde siempre.

En esa mezcla de edades, miradas y emociones se sintió el verdadero espíritu del concierto: un encuentro intergeneracional donde la nostalgia y la vigencia se dieron la mano. Arjona, frente a ellas, parecía cantarles a todas al mismo tiempo a las que fueron, a las que son, y a las que vendrán.

Una puesta de escena teatral la que propuso Ricardo Arjona en su nueva gira. Foto de prensa Una puesta de escena teatral la que propuso Ricardo Arjona en su nueva gira. Foto de prensa

En su presentación, Arjona demuestra las capas de un artista insaciable, que se reinventa a sí mismo, pero sin traicionar su esencia. En tiempos donde la industria premia lo efímero, él sigue apostando por la palabra, la historia y la emoción como forma de resistencia. Y en su tierra, ante su gente, esa resistencia se volvió celebración de sus canciones y sus raíces.

El fenómeno Arjona en Argentina

Desde sus primeras presentaciones en Buenos Aires a comienzos de los años ’90, el público argentino lo convirtió en un fenómeno que trasciende generaciones. Hace unos días volvió a demostrar por qué es un verdadero fenómeno en la Argentina: en menos de seis horas agotó los primeros seis shows en Movistar Arena.

De esta manera, los conciertos de los días 1, 2, 3, 7, 11, 12, 17,18, 23 y 24 de mayo están sold-out, con localidades agotadas. Y se acaba de agregar una fecha más para el 8 de mayo. Ahora en total lo verán en el país unas 160 mil personas,

En su última visita a la Argentina, Ricardo Arjona se presentó en 2022 con ocho fechas en Movistar Arena y en diciembre del 2023 realizó dos estadios Vélez Sarsfield, también con localidades agotadas. Estas dos fechas dieron cierre a su exitoso tour Blanco y Negro, que llevó a más de 2 millones de personas a verlo en vivo alrededor del mundo.

Sin embargo, el momento más imponente de la carrera del guatemalteco en Argentina sigue siendo cuando marcó en 2006 un récord histórico con 34 funciones consecutivas en el estadio Luna Park, reuniendo a más de 230 mil personas.

El nuevo afiche con las nuevas fechas de la visita de Ricardo Arjona a Argentina en 2026.El nuevo afiche con las nuevas fechas de la visita de Ricardo Arjona a Argentina en 2026.

Aquella hazaña lo consolidó como uno de los artistas internacionales más convocantes en la historia del espectáculo argentino, un logro que aún hoy permanece intacto en la memoria de sus seguidores.

Casi dos décadas después, el artista vuelve a Buenos Aires de la mano de Fenix Entertainment, con una propuesta que promete superar cualquier expectativa. En esta nueva etapa, Arjona presentará su flamante gira, Lo que el Seco no dijo, y ofrecerá una puesta en escena de gran escala, combinando innovación visual, narrativa poética y una selección minuciosa de los grandes clásicos de su carrera.

Cortesía de Clarín



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