Robaron la foto más famosa de Churchill, la cambiaron por una copia… y nadie lo notó hasta que reapareció dos años después en la casa de un abogado italiano

En una historia que parece sacada del guion de una película de misterio con tintes históricos, un retrato icónico de Winston Churchill —considerado una de las fotografías más importantes del siglo XX— ha sido recuperado tras haber sido robado y reemplazado por una falsificación. El protagonista: “El León Rugiente” (The Roaring Lion), la emblemática imagen tomada por el fotógrafo Yousuf Karsh en 1941, que durante décadas colgó discretamente en una pared del Fairmont Château Laurier, un lujoso hotel en Ottawa, Canadá.

Este episodio no solo expone los límites de la seguridad en instituciones culturales y privadas, sino que también arroja luz sobre el valor simbólico del patrimonio fotográfico, la memoria histórica y cómo una obra aparentemente inmóvil puede recorrer miles de kilómetros sin que nadie lo note.

Un robo perfectamente orquestado

El comunicado oficial emitido por la Policía de Ottawa el pasado 11 de septiembre sirvió como confirmación de un trabajo minucioso que duró casi dos años. Entre el 25 de diciembre de 2021 y el 6 de enero de 2022, en plena etapa de confinamientos por la pandemia, el retrato original fue sustraído del hotel y reemplazado por una copia falsificada, aparentemente muy convincente a simple vista. No fue hasta agosto de ese mismo año que un empleado del hotel notó que el marco del retrato no coincidía con los otros trabajos de Karsh exhibidos en la propiedad. Ese pequeño detalle marcó el inicio de una investigación internacional.

Las pesquisas revelaron que el retrato había sido vendido en una subasta en Londres por menos de 10.000 dólares, una cifra irrisoria para una obra de ese calibre, especialmente considerando que algunas copias de este mismo retrato han llegado a alcanzar los 60.000 dólares. El comprador, un abogado de Génova, en Italia, desconocía completamente el origen ilícito de la pieza y la había colgado con orgullo en su salón.

Gracias a la colaboración entre la policía canadiense, la agencia italiana de los Carabinieri, y la ayuda de la casa de subastas involucrada, se logró rastrear la venta y dar con el vendedor, Jeffrey Iain James Wood, de 43 años, quien actualmente enfrenta múltiples cargos por robo, falsificación y tráfico de bienes culturales.

Durante meses, nadie en el hotel sospechó nada: el ladrón había sustituido el retrato original por una réplica casi idéntica
Durante meses, nadie en el hotel sospechó nada: el ladrón había sustituido el retrato original por una réplica casi idéntica. Foto: Departamento de Policía de Ottawa

Un símbolo de la Segunda Guerra Mundial

Lo cierto es que este no es un retrato cualquiera. Capturado justo después de que Churchill pronunciara un emotivo discurso ante el Parlamento canadiense durante la Segunda Guerra Mundial, la fotografía muestra al primer ministro británico con su típica actitud desafiante. Su expresión, ceño fruncido y mirada imponente, nació de un gesto casi teatral por parte de Karsh, quien le quitó el cigarro de la boca justo antes de disparar la cámara.

Esta imagen, que ha adornado billetes, portadas de revistas y libros de historia, representa algo más que la figura de un político. Es una instantánea de la firmeza en tiempos oscuros, un retrato psicológico de la determinación de un líder frente a la adversidad. Su pérdida temporal, por tanto, fue interpretada por muchos como un atentado contra la memoria visual del siglo XX.

Karsh, nacido en Armenia y refugiado en Canadá, residió durante años en el mismo hotel del que fue sustraído el retrato. El Château Laurier no solo fue su hogar, sino también el escenario de su primera exposición y el lugar donde firmó numerosas de sus icónicas fotografías. De ahí el valor sentimental añadido de la obra y la importancia de su recuperación.

La mecánica de un robo silencioso

Lo más sorprendente de esta historia no es solo la desaparición del retrato, sino cómo pudo pasar desapercibido durante meses. A diferencia de los robos espectaculares con alarmas y persecuciones, este fue un acto de paciencia y conocimiento. El falso retrato fue colgado con una nueva firma falsificada y colocado en un marco distinto, pero similar. Fue una sustitución discreta, pensada para engañar no solo a visitantes, sino también al personal del hotel.

Tras el descubrimiento, se llevaron a cabo medidas extraordinarias dentro del hotel: desde pruebas de polígrafo a empleados hasta el refuerzo del sistema de seguridad con cámaras adicionales y anclajes museísticos para las obras restantes. Aunque finalmente se descartó una participación interna, el suceso sirvió como lección sobre la fragilidad del patrimonio incluso en entornos custodiados.

El retrato original fue devuelto en septiembre del pasado año por agentes de la Policía de Ottawa que viajaron a Roma para recogerlo formalmente. La ceremonia, pactada con el consentimiento del comprador italiano y con la colaboración de los Carabinieri, fue el punto culminante de una odisea internacional que incluyó técnicas de investigación forense, rastreo digital y la colaboración de instituciones de varios países.

Una vez de regreso en Canadá, el retrato fue reinstalado en su sitio original, en el salón de lectura del hotel. La gerencia ha declarado que planean hacer de su regreso un evento conmemorativo, abierto al público, con el objetivo de subrayar la importancia del legado de Karsh y de las medidas necesarias para proteger el arte frente a amenazas inesperadas.

Figura clave de la Segunda Guerra Mundial, Churchill se convirtió en símbolo de la resistencia británica con su inconfundible carácter y oratoria
Figura clave de la Segunda Guerra Mundial, Churchill se convirtió en símbolo de la resistencia británica con su inconfundible carácter y oratoria. Foto: Wikimedia

Más allá del valor material

La historia de este retrato robado plantea preguntas fundamentales sobre la autenticidad, la vigilancia y la memoria histórica. ¿Cómo valoramos realmente una obra como esta? ¿Por su precio en una subasta? ¿Por la fama de su autor? ¿O por lo que representa para generaciones que encuentran en ella un símbolo de resistencia?

El caso también lanza una advertencia: en una época donde la reproducción digital y la falsificación están al alcance de cualquiera, la protección del patrimonio cultural exige más que vitrinas y alarmas. Requiere vigilancia, cooperación internacional y, sobre todo, una conciencia clara de su significado histórico.

Este retrato no solo regresa a casa, sino que también vuelve a ocupar su lugar en el imaginario colectivo, como testigo silencioso de una época en la que la fotografía no solo documentaba, sino que hablaba por millones.

Cortesía de Muy Interesante



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