Quien haya visto un partido de baloncesto conoce perfectamente esa corriente eléctrica: entra un tiro, luego otro, y de pronto parece que el aro mide un metro. La intuición dice que “el éxito llama al éxito”, el momentum psicológico que definió Adler (1981). Durante décadas, la ciencia ha mantenido un fuerte debate sobre el tema: muchos de los estudios iniciales defendieron que la mano caliente era un espejismo; trabajos posteriores han señalado errores en algunos de estos estudios, han retomado el problema y se han posicionado a favor de su existencia. La mayoría de ellos basan la existencia de la mano caliente en el acierto de secuencias consecutivas de lanzamientos. Nuestro estudio no se basa en analizar directamente los lanzamientos, sino en asumir que el equipo puede estar en modo frío o en modo caliente, dos estados ocultos (latentes) que no pueden observarse directamente, pero que condicionan su rendimiento.
Un nuevo enfoque: dos modos, un interruptor
Nuestra propuesta matemática utiliza modelos de Markov ocultos, modelos probabilísticos dinámicos, y modelos jerárquicos bayesianos que permiten conectar los datos del rendimiento del equipo con los dos estados ocultos, frío y caliente, mencionados anteriormente. Imagina un interruptor que no puedes ver con dos posiciones: caliente o frío. El modelo asume que en cada lanzamiento el equipo siempre está en una de ellas (aunque no la veamos) y, que la posición actual es la única que influye en la posición inmediatamente siguiente. Podríamos resumir la filosofía general de los modelos de Markov cuando asumimos que el futuro es independiente del pasado dado el presente. Finalmente, a partir de los lanzamientos (de campo y libres) de todos los partidos de un equipo durante una temporada, nuestro modelo calcula la probabilidad, jugada a jugada, de que el equipo esté en modo frío o caliente. Esta información nos revela cómo ese estado invisible modela el rendimiento real.

Unos resultados sorprendentes
Algunos resultados remarcables del estudio son los siguientes:
1. El frío manda. En el equipo de los Miami Heat de la NBA campeones de 2006, la probabilidad de estar en modo frío durante un partido típico rondaba el 61 %. Es decir, el “estado natural” se inclina al lado conservador: lo extraordinario no es lo cotidiano. Algo similar ocurre con los Chicago Bulls de la temporada 2022-2023, la probabilidad, en este caso, es aproximadamente del 57 %.
2. El frío es pegajoso. Es más fácil deslizarse del caliente al frío que al revés. Para esos Heat, encadenar una racha fría (más de tres tiros en ese estado) era aproximadamente del 25 %, frente a menos del 10 % para una racha caliente. Las malas rachas eran casi tres veces más probables que las buenas. Aunque la diferencia no era tan extrema, también podíamos ver que, en el caso de los Bulls, la racha fría era más probable (alrededor del 20 %) que la caliente (en torno al 10 %).

3. El aro se encoge (o se agranda) según el modo en el que se encuentre el equipo. En frío, un tiro bajo el aro rondaba el 50 % de aciertos; a apenas tres metros, el acierto se desplomaba. En caliente, la alta probabilidad se mantenía hasta aproximadamente 4,5 metros del aro, y a partir de ahí caía lentamente: casi cualquier tiro parecía un buen tiro.
4. No es cosa de un solo equipo. El patrón se repitió en equipos muy distintos (Raptors 2006, Bulls modernos): el estado frío es dominante y persistente.
Como conclusión, incómoda, diríamos que llevamos años persiguiendo la mano caliente, cuando quizá la clave es aprender a romper la mano fría cuanto antes.

Posibles implicaciones para el banquillo y la pizarra
- Gestión de rachas, no de tiros. Si el frío es pegajoso, el timing del tiempo muerto, un cambio defensivo o una rotación corta para reconfigurar quintetos puede valer más que “darle otra pelota al jugador o jugadora que metió la última”.
- Selección de tiro dependiente del estado. En frío, prioriza intentos de altísimo valor esperado (bajo el aro, cortes, pick&roll que acaben en bandeja). En caliente, amplía el radio con disciplina para no precipitarte.
- Lectura en tiempo real. Una analítica simple (tendencias de acierto, calidad del tiro, secuencias de posesiones) puede alimentar una señal binaria útil: ¿estamos fríos? Si sí, actúa rápido; cada posesión en frío es cara.
- Psicología aplicada. La narrativa del “ya entrará” puede volverse complacencia. Diseña rituales de reset (jugadas automáticas, pausas micro, roles claros) para cortar la inercia.

Más allá del parqué: una lección general sobre rendimiento
La idea del “estado oculto” trasciende el baloncesto. Equipos creativos, empresas o incluso sistemas técnicos alternan fases de fluidez y fricción. La excelencia no consiste solo en maximizar picos, sino en minimizar el tiempo en valle y acortar la duración de los baches.
Tres reflexiones finales
- La pregunta útil no es “¿hay mano caliente?”, sino “¿cuánto tardamos en salir del frío?”.
- Los partidos se ganan reduciendo minutos en modo frío.
- Entrenar la resiliencia táctica y mental es tan valioso como entrenar el tiro.
Si el éxito es una ola, la maestría no es esperar la siguiente, sino aprender a remar cuando el mar está plano.
Referencias
- Adler, P. (1981) Momentum: a theory of social action (sociological observations). Sage Publications
- Calvo, G., Armero, C., & Spezia, L. (2025). Can the hot hand phenomenon be modelled? A Bayesian hidden Markov approach. Computational Statistics, 40(4), 2195-2222. doi: 10.1007/s00180-024-01560-8

Gabriel Calvo Bayarri
Doctor en Estadística y Optimización


Carmen Armero Cervera
Doctora en Matemáticas


Luigi Spezia
Grado en Económicas. Doctor en Estadística

Cortesía de Muy Interesante
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