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- Autor, Ángel Bermúdez
- Título del autor, BBC News Mundo
Fue una de las mayores bases navales de Estados Unidos en el mundo, pero en las últimas décadas las instalaciones de Roosevelt Roads en Puerto Rico se habían convertido en una simple curiosidad turística.
Y es que desde su cierre en 2004, y a pesar de los numerosos planes anunciados por las autoridades locales para darle nuevos usos, Roosevelt Roads no había logrado superar su condición de “base abandonada”.
Hasta ahora.
En los últimos tres meses, la antigua base naval ha recuperado parcialmente el rol que tenía antes de su cierre como centro de operaciones de las fuerzas militares estadounidenses.
Allí han sido desplegados los cazas F-35 de última generación movilizados por el Pentágono en el contexto de la operación que está ejecutando EE.UU. en el Caribe, cuyo objetivo oficial es la lucha contra el narcotráfico, pero que muchos han interpretado como una acción de presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
A la antigua base también han sido trasladados numerosos recursos de apoyo para operaciones militares, como equipos de comunicación o torres de control de tráfico aéreo móviles.
Además, según una investigación gráfica realizada por la agencia Reuters, se han estado realizando reparaciones y mejoras importantes en las pistas de aterrizaje y de rodaje, lo que permitiría su uso tanto para el despliegue de cazas como de aviones de carga, como el gigantesco Boeing C-17 Globemaster, usado por las fuerzas estadounidenses para el transporte rápido de tropas y de suministros.
Toda esta actividad ha reabierto en Puerto Rico el debate sobre la conveniencia de la reapertura de la base de Roosevelt Roads, un objetivo que las autoridades estadounidenses no han esbozado formalmente pero que en la isla caribeña despierta tanto entusiasmo como rechazo.
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De la lucha contra los nazis a la invasión de Panamá
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Roosevelt Roads fue bautizada en honor al expresidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, quien tuvo la idea de su creación en 1919, cuando era subsecretario de la Armada estadounidense, y bajo cuya presidencia se puso en marcha como base de operaciones navales en 1943.
La idea original era que la base jugara un papel destacado como parte del sistema de defensa de EE.UU. en el Caribe para hacer frente, entre otras, a la amenaza que representaban los submarinos nazis.
“Entre enero 1942 y julio de 1943 hubo una zafra de barcos hundidos por los submarinos alemanes. Si uno mira el Caribe en su totalidad, hasta quizás el golfo de México, alrededor del 20% de los barcos que se hundieron en la guerra se hundieron en esta área”, apunta José L. Bolívar, historiador especializado en la Segunda Guerra Mundial en el Caribe.
El experto boricua explica que, a partir de entonces, los avances tecnológicos y los cambios operativos permitieron hundir muchos submarinos alemanes que optaron por retirarse de la zona, por lo que ya no hizo falta construir más bases militares.
Luego, empezada la Guerra Fría, Roosevelt Roads se convirtió en una instalación central de apoyo para las operaciones de la Flota Atlántica de EE.UU. -en especial de la Sexta Flota, que operaba en Europa-, así como de sus aliados de la OTAN.
“Roosevelt Roads jugó un papel protagónico en 1962, durante la crisis de los misiles en Cuba, porque aquí teníamos no solamente los equipos para detectar lo que estaba ocurriendo, sino que además teníamos los barcos, portaaviones, aviones, etc. La base fue uno de varios puntos de apoyo durante el bloqueo marítimo a Cuba”, apunta Bolívar.
“Más tarde, en 1965, igualmente jugó un papel protagónico en la invasión de Santo Domingo. Más adelante, en las invasiones a Granada (1983) y Panamá (1989), la base tuvo un papel, pero secundario”, agrega el historiador.
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La polémica de Vieques y el cierre de Roosevelt Roads
Gran parte de la importancia militar de Puerto Rico, en general, y de Roosevelt Roads, en particular, es que han servido de campo de entrenamiento.
En marzo de 1960, esta base naval acogió la que para entonces fue la mayor movilización militar aérea de EE.UU. en tiempos de paz, durante un ejercicio llamado “Big Slam/Puerto Pine”, que implicó el traslado hasta allí de más de 20.000 soldados, más de 11.000 toneladas de equipos y más de 200 aviones de la Fuerza Aérea.
Pero en lo que realmente Roosevelt Roads tuvo un papel primordial fue como base de apoyo para los entrenamientos militares que las fuerzas estadounidenses realizaron durante décadas en la isla de Vieques.
A inicios de la década de 1940, las fuerzas estadounidenses expropiaron el 75% del territorio de esa isla, ubicada al sureste de la isla mayor de Puerto Rico, y usaron ese terreno como campo de entrenamiento, como un polígono de tiro con fuego real.
Allí, así como en la isla de Culebra, las fuerzas estadounidenses y las de sus aliados de la OTAN realizaban maniobras, probaban nuevo armamento y afinaban su puntería.
Según destaca Bolívar, las prácticas navales realizadas en Vieques fueron de gran utilidad para EE.UU. durante la guerra de Corea (1950-1953).
Esas prácticas, sin embargo, fueron una fuente constante de malestar en Puerto Rico a lo largo de las décadas, sobretodo por sus efectos dañinos en el medio ambiente de Vieques y en la salud de sus habitantes.
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El rechazo se disparó hasta niveles insostenibles a partir de abril de 1999, cuando un soldado estadounidense cometió un error de cálculo durante un ejercicio militar y terminó matando a David Sanes Rodríguez, un boricua de 35 años que trabajaba como vigilante en un puesto de observación de la Armada estadounidense.
Ese suceso encendió una ola de protestas multitudinarias que terminaron convenciendo al gobierno estadounidense de la conveniencia de poner fin al uso de Vieques y Culebra como centros de entrenamiento, algo que se concretó en 2003.
Pero esta decisión también afectó negativamente a Roosevelt Roads que, ante los ojos de las autoridades estadounidenses, perdía su razón de ser.
“Sin Vieques, no hay manera de que necesite las instalaciones navales en Roosevelt Roads. Ninguna”, dijo entonces el almirante Robert Natter, quien fungía como comandante de la Flota del Atlántico.
Y así fue como en 2004, Estados Unidos cerró esta base naval.
Debacle económica
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Pero Roosevelt Roads no era una instalación cualquiera. Era uno de los mayores empleadores de Puerto Rico, generando unos 3.000 empleos civiles e inyectando unos US$300 millones anuales en la economía de la isla, de acuerdo con datos publicados en aquella época por The New York Times.
Algunos temieron que el cierre de la base ocasionaría un desastre económico y, de hecho, la entonces gobernadora de la isla, Sila Calderón, intentó -sin éxito- que la base naval se mantuviera abierta.
Y en el municipio de Ceiba, donde está localizada la base, el impacto de la clausura se hizo sentir.
“Toda la economía estaba diseñada en torno a lo que se generaba dentro de esa base naval: había mercado, había bolera, había cine, había campo de golf, había muchas actividades que llevaban empleo a nuestra gente, había fast food y la gente podía ir a la base y podía crearse esa economía que sostenía al municipio de Ceiba en todos los aspectos”, dice Samuel Rivera Valle, alcalde de esa localidad, a BBC Mundo.
Rivera está convencido de la conveniencia de la reapertura de la base naval y destaca que en los últimos dos meses ya se han sentido los efectos favorables de la presencia militar estadounidense.
Indica que en ese lapso de tiempo han llegado más de 1.000 militares estadounidenses que han acometido mejoras en el aeropuerto de Roosevelt Roads, reparando la pista de aterrizaje, poniendo a funcionar la torre de control y haciendo gastos e inversiones que están moviendo la economía en Ceiba, así como la de otros pueblos cercanos como Fajardo y Luquillo, cuyos hoteles y restaurantes ahora están llenos.
Rivera tiene la esperanza de que el gobierno del presidente Donald Trump decida reabrir la base de forma permanente no solamente para el combate contra el narcotráfico en el Caribe, sino también por “su ubicación estratégica frente a las amenazas que pueda estar enfrentando EE.UU.”.
El alcalde considera que esa reapertura ayudaría a impulsar también los proyectos de desarrollo que tiene para el municipio.
Un “diamante” en bruto
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Pero Rivera no es, ni remotamente, el primer funcionario boricua que plantea propuestas para el desarrollo de Roosevelt Roads.
Tras el fin de las operaciones militares, se inició un proceso a través del cual se planeaba darle un uso al terreno que ocupaba esta base, que se extendía por casi 35 kilómetros cuadrados, de los cuales unos 16 eran reusables, pues el resto albergaban extensos bosques de manglares y zonas húmedas.
Así, la Armada estadounidense entregaría algunos terrenos al gobierno de Puerto Rico, otros serían transferidos a agencias federales y el resto serían vendidos al público.
En abril de 2004, el gobierno de Puerto Rico anunció grandes planes para la antigua base que incluían transformar esos terrenos para permitir las operaciones de un muelle para cruceros, un aeropuerto comercial, un complejo turístico y un parque industrial ligero.
“Esta es la oportunidad de oro que tiene Puerto Rico para desarrollar una base económica diversificada”, proclamó el entonces secretario de desarrollo económico de Puerto Rico, Milton Segarra.
Más de 20 años después, esos planes -y los que vinieron después- no se han concretado o solo lo han hecho parcialmente.
Eso explica que ahora funcionarios como Rivera quieran aprovechar esta segunda vida que parece estar tomando la antigua base.
La senadora Nitza Morán, del oficialista Partido Nuevo Progresista de Puerto Rico, introdujo recientemente una resolución ante la Legislatura para hacer una investigación que permita establecer cuál es la situación de la antigua base naval y qué puede hacerse para su desarrollo futuro.
“Lo que tenemos que ver es que hay que optimizar los activos que tiene el gobierno y cómo nosotros podemos moverlos para el bienestar de los municipios donde se encuentran y el desarrollo que todos necesitamos ahora mismo”, le dice a BBC Mundo la legisladora.
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Pero la idea de reabrir Roosevelt Roads como instalación militar también tiene sus detractores.
Sonia Santiago Hernández, portavoz de la organización no gubernamental Madres Contra la Guerra, cuestiona esa posibilidad por sus consecuencias ambientales y de salud.
En conversación con BBC Mundo, señala que los terrenos donde operaron las fuerzas estadounidenses en el pasado aún se encuentran contaminados y objeta que el territorio boricua se pueda usar para lanzar operaciones militares contra otros países.
“No queremos que se utilice a Puerto Rico como trampolín para invadir a ningún país porque ningún país tiene derecho de intervenir y violar la soberanía”, dice.
Añade que un estudio reciente realizado en la Universidad de Puerto Rico indica que la presencia de instalaciones militares estadounidenses no trajo realmente beneficios económicos para la isla.
José G. Caraballo Cueto, autor de ese análisis y profesor en la Escuela Graduada de Administración de la Universidad de Puerto Rico, le dice a BBC Mundo que la idea de que las bases militares estimulan el crecimiento económico “es un mito que no está corroborado en los datos”.
Caraballo comparó la situación del empleo en los municipios de Vieques y de Ceiba entre 2003 y 2024.
“Estos municipios siguen siendo mayoritariamente pobres, pero estaban en peores condiciones cuando estaba la Marina de guerra haciendo prácticas militares. La tasa de desempleo era mucho más alta, la tasa de empleo de población total también estaba en peores condiciones. Y eso sin contar el costo en la salud. Por ejemplo, los casos del cáncer en Vieques, hay investigaciones que han encontrado que están directamente asociados a esas prácticas militares”, apunta.
El economista contrapone la situación de estos municipios con lo que pasó en Aguadilla que, luego del cierre de la base militar de Ramey en 1973, se convirtió en uno de los municipios más prósperos fuera del área metropolitana.
“Ellos supieron capitalizar el cierre de las bases militares y establecieron allí el segundo aeropuerto más importante de Puerto Rico a nivel comercial. Ellos han podido desarrollar un sector aeroespacial y es uno de los pocos municipios que estaba creciendo en Puerto Rico antes de la reconstrucción que estamos viviendo tras el huracán María”, apunta.
Caraballo reconoce que Vieques y Ceiba han perdido población en las últimas décadas, pero lo atribuye a la crisis económica que ha vivido Puerto Rico desde que expiró en 2006 una exención fiscal con la que EE.UU. estimulaba la producción de manufactura en la isla.
El alcalde de Ceiba, Manuel Rivera, tiene una postura distinta, pues vincula la reducción de la población de su municipio -de 20.000 a 11.200 habitantes- a la clausura de la base naval estadounidense.
“Definitivamente esto ocurrió por el cierre de Roosevelt Roads. Los militares generaban una actividad en las tiendas en nuestro pueblo y cada una ha ido menguando porque se fue muriendo económicamente todo lo que podía recibir el municipio. El pueblo se ha envejecido, ahora mismo el 33% de la población de Ceiba son personas adultas. La base creaba empleo y los jóvenes han tenido que emigrar a buscar en otros municipios o fuera del país las oportunidades que Ceiba no les está ofreciendo”, apunta.
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Rivera asegura que Roosevelt Roads tiene un gran potencial que incluye dos marinas, un dique seco, uno de los dos aeropuertos más grandes del Caribe y una “playa espectacular”.
Apunta que para su desarrollo ya tienen planeados proyectos entre los que se incluye un desarrollo inmobiliario para viviendas de lujo, un campo de golf y una marina que compita con Puerto del Rey, que es el puerto más grande del Caribe.
En su visión, estos proyectos se verían favorecidos con la reactivación de la base naval.
“Tenemos programado que Roosevelt Roads realmente sea el diamante que todo el mundo sabe que es”, dice.
Sin embargo, no está claro que las autoridades estadounidenses estén interesadas en restablecerse de forma permanente en ese lugar que, en los últimos años, han usado en momentos de emergencias, como cuando hizo falta apoyar a Puerto Rico tras los daños causados por el huracán María en 2017.
En respuesta a una consulta de BBC Mundo, un funcionario del Pentágono indicó que, aunque el Comando Sur tiene efectivos y equipos en el aeropuerto Jose Aponte de la Torre -ubicado en las instalaciones de la antigua base de Roosevelt Roads-, por razones de seguridad no revelan detalles sobre operaciones actuales o futuras.
Por lo pronto, se sabe que la Administración Federal de Aviación (FAA) emitió una orden de restricción de vuelos “por razones de seguridad especial” en torno a la costa suroriental de Ceiba que se extiende hasta el 31 de marzo de 2026.
Así que, por lo pronto, no está claro si la presencia estadounidense en la antigua base será solo temporal o si, como espera Rivera, servirá para pulir ese “diamante”.

Cortesía de BBC Noticias
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