
El primer partido de la Copa del Mundo del año que viene se está convirtiendo en un elemento cada vez más presente en las diversas negociaciones que los tres países de América del Norte sostienen con la FIFA.
Las protestas y los destrozos del fin de semana en la Roma y la Condesa darán impulso a un movimiento del gobierno de Canadá que pretende que el partido inaugural sea en su país. Así lo mencionan diversos funcionarios de la federación mexicana con llegada al despacho de Gianni Infantino, titular de la FIFA.
El primer partido, previsto a realizarse en el Estadio Azteca, quedó bajo la lupa semanas atrás cuando dos asesores de Clara Brugada fueron ejecutados en la Calzada de Tlalpan, la vía de acceso al estadio. En medio del traumático episodio fue que comenzó a deslizarse que Donald Trump podría llevarse el partido a Estados Unidos.
Carney, cuyo gobierno mayor cercanía con el fútbol que el de Justin Trudeau, buscaría aprovecha que el partido tampoco sea en EU y utilizar como argumento las barreras cada vez más intensas del gobierno de Trump a los viajes hacia EU, lo cual afectaría directamente la venta de tickets.
Quienes conocen el ámbito de la FIFA dicen incluso que la diplomacia de Carney tendría una propuesta para que la Copa del Mundo se reparta, en materia de calendario y partidos, entre México y Canadá, dejando afuera a Trump.
The New York Times informó el mes pasado que existen fuertes contrapuntos entre la FIFA y la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, encargada de la cuestión fronteriza.
El mes clave será diciembre: allí la FIFA hará una revisión final de las sedes mexicanas y se definirá el futuro del encuentro inaugural. Canadá calcula que tiene oportunidad tanto por las barreras migratorias de Trump como por los episodios de inseguridad y violencia en la CDMX.
Cortesía de La Política Online
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