“Es la nueva realidad para nuestro día a día en los años que vienen”. Así de contundente se expresó el 4 de junio el primer ministro ucranio, Denis Shmihal. Esta nueva realidad es vivir 10 horas al día sin luz, el promedio diario de la semana pasada sin suministro eléctrico en cada hogar de Kiev o de Dnipró. En otra ciudad, Odesa, en el sur, hubo barrios que estuvieron 20 horas sin luz. Para esta semana, el operador Ukrenergo estima como mínimo seis horas diarias sin suministro en todo el país. Las fuerzas aéreas rusas han destruido más de la mitad de la capacidad de generación eléctrica de Ucrania. Políticos, empresas del sector y expertos aseguran que la situación irá a peor, y previsiblemente llegará a ser dramática en el próximo invierno.
Ucrania ya afrontó una situación similar entre el otoño de 2022 y enero de 2023, cuando Rusia lanzó su primera ofensiva contra el sector energético del país, pero la magnitud del daño causado en los ataques de 2024 es mucho mayor. Dixi, la consultora de referencia de la industria energética ucrania, estimaba en un informe del pasado 28 de mayo que la capacidad de generación eléctrica había caído al 52%, siendo las centrales térmicas las más afectadas por los bombardeos rusos. Hay que añadir que Rusia ocupa la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa y que aportaba la mitad de la generación eléctrica de origen atómico de Ucrania. Representantes del Gobierno ucranio confirmaron al Financial Times que el país había pasado de generar 55 gigavatios antes de la invasión a los 20 actuales. Dixi rebaja el número a los 18,3 gigavatios. Solo en esta primavera, los misiles rusos han eliminado centrales que producían nueve gigavatios de electricidad, según Shmihal.
El tiempo benigno de primavera y verano, además de las muchas horas de luz diurna, permiten a la ciudadanía esquivar por el momento el problema que se avecina: la falta de potencia eléctrica en los meses de frío para sistemas de calefacción, de agua caliente y para iluminar los hogares. “Siendo pesimistas, la situación empeorará y en otoño habrá cortes de luz más severos, tenemos que prepararnos incluso para días en los que solo tengamos cuatro horas de electricidad”, explicó el 29 de mayo al medio Telegraf Olga Kosharna, experta del Centro Nuclear de Ucrania.
Las empresas del sector confirman que reparar las centrales inutilizadas en los bombardeos rusos requiere años. Serhii Nagorniak, representante del Comité Nacional de Energía y Vivienda, explicó el 6 de junio en los informativos estatales que las previsiones indican que cuando las temperaturas caigan por debajo de los 10 grados, la población debe mentalizarse que tendrán seguro 10 horas diarias sin suministro eléctrico.
La tarifa de luz ha subido un 64%
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Empresas y comunidades de vecinos que pueden permitírselo están invirtiendo en gasóleo para los generadores, que vuelven a ser un sonido incómodo que acompaña en cada calle de Ucrania. La repercusión en el bolsillo del ciudadano va más allá. La tarifa de la luz a partir de este junio se ha encarecido un 64%, de 2,64 grivnas por kilovatio hora (Kwh) a 4,32 grivnas (de 6 a 10 céntimos de euros). Días antes del Consejo de Ministros del 30 de mayo se filtró que la subida sería del 80%. Pero la reacción en los medios y en las redes sociales evidenciaba que la medida era altamente impopular en un momento en el que las autoridades deben lidiar con un enorme malestar por el proceso de reclutamiento obligatorio en marcha y que debe incorporar al ejército a cientos de miles de civiles.
Dixi informa a este diario de que sus estimaciones en 2023 indicaban que el consumo medio mensual por hogar en Ucrania era de 155Kwh —en España es de 270Kwh, según Red Eléctrica Española—. En este caso medio, la factura mensual subiría de 9,3 euros a 15,5 euros. El Servicio de Estadísticas de Ucrania indica que el salario medio mensual en el país equivalía a finales del año pasado a 438 euros. El Banco Mundial estimó que solo en 2022, año de inicio de la invasión, el índice de pobreza en Ucrania pasó del 5,5% al 24% de la población.
No hay alternativa a la subida de tarifas, justifican el Gobierno y las empresas del sector. Los datos les dan la razón. Las compañías afrontan costes elevadísimos para reconstruir la red eléctrica, además de que Ucrania depende cada vez más de las importaciones de electricidad de la Unión Europea.
La crisis energética es una cuestión que añade todavía más presión al presidente, Volodímir Zelenski. Oleksander Kubrakov fue cesado el pasado mayo como ministro de Infraestructuras sin explicación oficial y pese a ser uno de los miembros del Gobierno más respetados por la ciudadanía. La prensa ucrania dio por hecho que Kubrakov fue utilizado como chivo expiatorio por el presidente. El entonces ministro fue sometido el 26 de abril en la Rada —el Parlamento, donde el partido de Zelenski tiene mayoría absoluta— a más de una hora de interpelación por parte de diputados que le recriminaban no haber fortificado mejor las centrales eléctricas, en concreto la planta térmica de Tripilska, la principal en la región de Kiev, y que fue arrasada en un ataque en abril. Kubrakov replicó que las defensas antiaéreas no son su responsabilidad.
Mustafá Nayyem, popular activista proeuropeo en Ucrania, dimitió este lunes como jefe de la Oficina de Reconstrucción y Desarrollo de Infraestructuras acusando al Gobierno de no dar suficiente apoyo a su departamento. En un duro comunicado, Nayyem añadió que su organismo ha hecho todo lo posible para proteger la red eléctrica, pero que se bloquean expresamente recursos imprescindibles y teme que su trabajo y el de su equipo “sean en el futuro desacreditados en público”.
Ucrania ha sufrido este año un creciente déficit de munición antiaérea, sobre todo de los misiles Patriot estadounidenses, que se ha visibilizado en una menor ratio de interceptación de proyectiles rusos por parte de las Fuerzas Aéreas y la mayor facilidad del invasor para alcanzar objetivos estratégicos como centrales y subestaciones eléctricas. La situación, crítica, ha forzado que países como Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos hayan redoblado la entrega de más sistemas antiaéreos.
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Cortesía de El País
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