Cuando pensamos en la peste negra que asoló Europa en el siglo XIV, la imagen de médicos con sombreros de ala ancha y máscaras con picos largos llenos de hierbas aromáticas nos viene a la mente casi de inmediato. Sin embargo, este símbolo sombrío no pertenece a la Edad Media. Lejos de ser una invención medieval, estas máscaras icónicas aparecieron varios siglos después, en el contexto de nuevas epidemias y teorías médicas emergentes.
Un símbolo del siglo XVII, no medieval
El origen del traje del “doctor de la peste”, incluido su llamativo y aterrador rostro con pico, se encuentra en el siglo XVII, en plena época de la peste bubónica. Fue diseñado por el médico francés Charles de Lorme en 1619. Este atuendo consistía en un abrigo largo cubierto de cera, guantes y botas de cuero, un sombrero de ala ancha, y, por supuesto, la máscara puntiaguda que servía para proteger al usuario del “miasma”. Este concepto, predominante en la medicina de la época, postulaba que los malos olores transmitían enfermedades.
Aunque estas máscaras llegaron a ser utilizadas en varias partes de Europa, su asociación más famosa es con Italia, donde se convirtieron en un símbolo cultural, representado en la commedia dell’arte y hasta en los carnavales venecianos.
¿Qué había dentro del pico?
El diseño de la máscara no era un mero capricho estético. Según De Lorme, el pico de aproximadamente 15 centímetros se rellenaba con una mezcla de hierbas y especias como lavanda, menta, vinagre esponjoso y hasta carne de víbora en polvo. Estas sustancias se pensaban capaces de filtrar los vapores malignos y purificar el aire antes de que el médico lo inhalara.
Aunque esto no protegía contra la peste, tenía un efecto tranquilizador tanto para los médicos como para los pacientes. Estudios recientes han destacado el impacto psicológico de estas máscaras en un tiempo donde la enfermedad y la muerte eran omnipresentes.
La peste y las teorías médicas de la época
La idea de que el aire corrupto transmitía enfermedades venía de la teoría del miasma, un paradigma médico que dominó Europa hasta la llegada de la teoría microbiana en el siglo XIX. Según esta creencia, los olores fétidos, como los de cadáveres en descomposición o aguas estancadas, eran el principal vehículo de transmisión de enfermedades. Los médicos medievales recomendaban incienso, quemaban hierbas aromáticas y usaban perfumes para combatir estos malos olores.
Sin embargo, durante la Edad Media, las prácticas médicas eran menos “sofisticadas” que en el Renacimiento. Los médicos medievales no usaban máscaras especializadas. Su atuendo solía limitarse a túnicas simples y talismanes, confiando en plegarias y remedios rudimentarios para combatir la peste.
La confusión histórica tiene raíces profundas. Durante el siglo XIX, en plena efervescencia del movimiento romántico, surgió un renovado interés por la Edad Media, idealizada como un periodo oscuro y misterioso. Fue entonces cuando ilustradores y escritores comenzaron a mezclar elementos históricos de diferentes épocas, consolidando la idea errónea de que las máscaras picudas eran un invento medieval. La popularidad de la peste negra en la cultura popular, especialmente en literatura y arte, reforzó esta percepción inexacta.
Además, el uso continuo de la figura del doctor de la peste en carnavales y medios visuales ha perpetuado el mito, llevándolo incluso al cine y la televisión como un símbolo de lo macabro y lo desconocido.
¿Por qué las máscaras no eran realmente útiles?
Aunque el diseño del traje del doctor de la peste tenía un propósito lógico según las teorías de la época, investigaciones modernas han demostrado que no ofrecía ninguna protección real contra Yersinia pestis, la bacteria que causa la peste. La transmisión de la enfermedad, principalmente a través de pulgas infectadas y contacto con fluidos contaminados, no podía ser bloqueada por los elementos de la máscara. La falta de comprensión de los agentes patógenos y su transmisión impidió que estas medidas fueran efectivas.
Sin embargo, el traje sí tenía un efecto psicológico importante, proporcionando a los médicos una sensación de seguridad y autoridad frente a una situación aterradora. En muchos casos, también funcionaba como un recordatorio visual de que la peste estaba presente, incentivando medidas como el aislamiento y la cuarentena. Tal y como se menciona en el estudio History of PPE: Special Reference to Beaked Masks During the Black Death and Its Aftermath.
Este descubrimiento subraya cómo las creencias médicas de la época influyeron en el diseño del equipo de protección, aunque los resultados fueran más simbólicos que prácticos. En un artículo de The New England Journal of Medicine, también se menciona que estas máscaras también marcaban la distancia física entre el médico y el paciente, reforzando la percepción de seguridad sin ofrecer una protección real.
Hoy en día, la imagen del médico con máscara picuda sigue siendo un poderoso símbolo cultural. Aparece en disfraces, obras de arte y hasta como inspiración en el diseño de personajes de videojuegos y películas. Sin embargo, su historia real es menos conocida.
Entender la verdadera cronología y función de estas máscaras nos ayuda a desenredar los mitos que a menudo oscurecen nuestro conocimiento del pasado. Además, nos invita a reflexionar sobre cómo la humanidad ha intentado, una y otra vez, encontrar soluciones frente a enfermedades devastadoras, incluso cuando las herramientas científicas aún eran limitadas.
Referencias:
- Puteh Noraihan A Rahman, and Alexander Kam, and Arina Azmi, and Zasra, Radias (2022) History of PPE : special reference to beaked masks during the black death and its aftermath. AKADEMIKA, 92 (1). pp. 137-150. ISSN 0126-5008
- Earnest M. On Becoming a Plague Doctor. N Engl J Med. 2020;383(10):e64. doi:10.1056/NEJMp2011418
- Conti AA. Protective face masks through centuries, from XVII century plague doctors to current health care professionals managing the COVID-19 pandemic. Acta Biomed. 2020;91(4):e2020124. Published 2020 Jul 16. doi:10.23750/abm.v91i4.10231
- Ruisinger MM. Die Pestarztmaske im Deutschen Medizinhistorischen Museum Ingolstadt [The “Plague Doctor’s Mask” in the German Museum for the History of Medicine, Ingolstadt]. NTM. 2020;28(2):235-252. doi:10.1007/s00048-020-00255-7
Cortesía de Muy Interesante
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