
Si bien se analizan los pasos a seguir para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas, la salud mental juega un papel muy importante en los empleados, ya que trabajar en horarios superiores al límite legal puede derivar en efectos nocivos tanto físicos como mentales.
La cultura de trabajo en el país ha sido siempre la de sudar la camiseta y trabajar hasta el cansancio, situación que ha llevado a los trabajadores a sufrir las consecuencias por laborar jornadas extensas sin tener un equilibrio vida-trabajo.
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De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), las jornadas laborales prolongadas provocan 745,000 defunciones en el mundo por accidentes cerebrovascular y cardiopatía isquémica.
En ese sentido los organismos indican que alrededor de una tercera parte de la morbimortalidad estimada total relacionada con el trabajo, se debe a las jornadas laborales prolongadas, mismas que son el factor de riesgo para aumentar la carga de enfermedades ocupacionales.
“Trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en 35% el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y un 17% el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana”, advierten.
Por otro lado, Ana Cecilia Martínez Jiménez, experta en salud mental y prevención de riesgo psicosocial en organizaciones, expone que las jornadas de trabajo prolongadas tienen consecuencias negativas para los trabajadores en el corto, mediano y largo plazo.
“Es una paradoja porque aún en el contexto de la reducción de la jornada laboral, hay muchas cosas que en paralelo tendrían que estarse activando de manera integral. Hablar de la salud mental relacionada con las jornadas de trabajo implicaría que conciencia y sensibilidad por parte de los empleadores respecto a de qué manera se afecta la salud en los empleados”, comenta.
Indica que los empleados experimentan con altas jornadas laborales es el burnout, ansiedad, depresión y otros malestares.
Bajo ese contexto, señala que si las organizaciones no realizan intervenciones integrales que estén enfocadas en reducir los riesgos psicosociales, aunque se realice la reducción de jornada laboral, “difícilmente vamos a ver un impacto positivo en la salud mental de los de los trabajadores”.
A su vez, Clara Ivette Hernández, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM y experta en psicología del trabajo y salud ocupacional, afirma que las jornadas laborales largas provocan un deterioro importante en la salud mental y física de los trabajadores.
“Los trabajadores empiezan a tener síntomas de cansancio, dicen, ‘ya no quiero ir a trabajar, me siento presionado’, y eso tiene que ver con una situación de burnout que están agotados por el trabajo, caen en un estado de estrés crónico o bien experimenten ansiedad, aumentan los riesgos psicosociales y puede haber mayor probabilidad de adicciones”, refiere.
Añade que realizar doble o triple jornada para muchos es un trabajo prácticamente imposible de llevar a cabo. Sumado a que las mujeres después de su empleo tienen que llegar a casa a dedicar tiempo a trabajos de cuidados y del hogar. “En México los salarios son bajos y las personas necesitan más de un empleo, más horas de trabajo representa mayor riesgo para la salud física y emocional”.
Según el Informe de Riesgos Psicosociales, elaborado por Mercer Marsh Beneficios, las largas jornadas laborales pueden derivar en riesgos psicosociales para los colaboradores. Además, destaca que el 43% de los empleados en el país tiene horarios de trabajo excesivos.
“La carga de trabajo es un riesgo cuantitativo y cualitativo, que no solo depende de las cantidades de trabajo, sino también de los niveles de responsabilidad depositados sobre algunas áreas de trabajo, la capacitación para ejecutar actividades y el apoyo que reciben de sus corresponsables”, indica el reporte.
El papel de la cultura laboral
Martínez Jiménez asegura que la creencia de “mientras más horas de trabajo tenga, voy a ser más productivo” es totalmente falsa, ya que los empleados no deben terminar exhaustos o muy cansados para mejorar.
“Esta cultura de productividad mal enfocada, sin duda nos está generando mucho daño. Y esto lleva en muchos sentidos a los trabajadores a tener esta creencia de que necesito demostrar que soy eficiente y bueno, y es trabajando más, pero llevándolo al extremo negativo”, advierte.
En tanto, Clara Ivette Hernández, dice que a parte de la cultura laboral que existe en el país, a los mexicanos se les enseña desde niños a estudiar para después trabajar y que sea desde la mañana hasta la noche.
“Muchos mexicanos tenemos poca conciliación vida-trabajo porque nos metemos mucho en el trabajo y nos olvidamos de la familia, amigos, de aquellos espacios en los cuales podemos sentirnos mejor”, comenta.
Cortesía de El Economista
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