
El 2025 llega a su fin sin cambios sustanciales en los retos que enfrenta el sector de la vivienda en México, advirtió la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI). Pese al arranque del plan de Vivienda para el Bienestar impulsado por el gobierno federal, el año transcurrió entre incertidumbre política, presiones económicas y un mercado habitacional sin repuntar.
De acuerdo con la Asociación, la construcción de vivienda acumula una caída superior a 170% en los últimos 10 años, mientras que los precios promedio se han encarecido 180% en ese mismo periodo.
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Este desequilibrio deja al cierre de año un panorama similar al del 2024, con baja accesibilidad, incremento de precios, rentas al alza, falta de mano de obra y procesos burocráticos que frenan la producción de nuevas unidades.
“La industria comenzó a trabajar tarde este año, se vivió una pausa; no solamente se dejó de producir vivienda económica, sino que en general se ha dejado de producir de todos los segmentos de la industria”, precisó Karim Oviedo Ramírez, presidente de la AMPI.
El dirigente apuntó que el principal aprendizaje para el sector es la necesidad de construir acuerdos entre gobierno, iniciativa privada y sociedad para reactivar la producción habitacional.
Esto implica agilizar trámites, disminuir costos y evitar que las autoridades condicionen permisos a obras externas: “que no pidan los gobiernos arreglar la colonia de al lado, que lo único que hace es encarecer la vivienda, porque alguien lo tiene que pagar”.
Además, la falta de financiamiento accesible es todavía uno de los obstáculos principales, especialmente en un país donde gran parte de la población trabaja en la informalidad.
Oviedo remarcó que el problema no se limita a la vivienda económica o social: compradores de todos los segmentos enfrentan dificultades para adquirir un hogar.
Innovación pendiente
Oviedo insistió en la necesidad de transformar los métodos de construcción, ya que edificar las casas con los mismos materiales que se utilizan desde hace décadas provoca su encarecimiento. Además de los altos costos, otro problema crítico es la escasez de mano de obra capacitada.
“No hay mucha disponibilidad de mano de obra y además no se está pudiendo capacitar para poder construir vivienda de calidad. Creo que también tenemos que ser innovadores, creativos, romper un poquito esa caja que tenemos en el sector inmobiliario”, añadió.
En medio de este panorama, la asociación obtuvo en diciembre la autorización para operar como Centro Universitario AMPI. El objetivo de esta organización es impulsar la producción y comercialización de vivienda adecuada a través de la capacitación de los profesionales.
“Nos lo dieron la semana pasada… lo estábamos solicitando para una licenciatura. Son logros de una asociación que reconoce el trabajo de 69 años de historia, de trabajo, de compromiso, de tesón, de estar buscando hacer mejor las cosas”, afirmó el dirigente.
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Cortesía de El Economista
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