Con Sergio Ramos como goleador y líder defensivo, el Monterrey le rascó un empate al Inter de Milán, vigente subcampeón de la Liga de Campeones. Ramos primero marcó diferencias con uno de esos cabezazos que tanta gloria le dieron a él y al Real Madrid y después comandó el encastillamiento de su equipo. La faena le sirvió para ser elegido MVP del encuentro. La igualada es el primer aviso serio de subversión del fútbol del otro lado del charco ante la opulencia del fútbol europeo. El Inter probó este martes ese acicate que supone derrotar o incomodar al poderoso. Lo tienen grabado a fuego los clubes latinoamericanos.

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Esteban Andrada, Sergio Ramos, Stefan Medina, Víctor Guzmán, Jorge Rodríguez, Ricardo Chávez (Érick Aguirre, min. 57), Óliver Torres (Nelson Deossa, min. 57), Gerardo Arteaga, Lucas Ocampos (Jordi Cortizo, min. 89), Sergio Canales (Johan Rojas, min. 89) y Germán Berterame (Fidel Ambríz, min. 78)
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Yann Sommer, Francesco Acerbi, Benjamin Pavard (Luis Henrique, min. 57), Alessandro Bastoni, Matteo Darmian, Kristjan Asllani (Petar Sucic, min. 67), Henrikh Mkhitaryan (Nicola Zalewski, min. 77), Nicolò Barella, Carlos Augusto (Federico Dimarco, min. 68), Sebastiano Esposito (Marcus Thuram, min. 57) y Lautaro Martínez
Goles
1-0 min. 24: Sergio Ramos. 1-1 min. 41: Lautaro Martínez
Arbitro Wilton Pereira Sampaio
Tarjetas amarillas
Jorge Rodríguez (min. 44), Kristjan Asllani (min. 60), Barella (min. 88), Lautaro Martínez (min. 94)
De inicio, el Inter pareció reencontrarse con la misma pesadilla en la que le imbuyó el PSG. El Monterrey salió descarado a ahogarle arriba, sin complejo alguno para mirarle a la cara a una de las potencias europeas de este Mundial de Clubes. Una espoleta para una hinchada mayoritaria que había montado su fiesta particular prepartido en la explanada de hierba que circunda el Rose Bowl de Pasadena. Bajo carpas improvisadas para protegerse del abrasador calor, se asaba carne y se elaboraban fajitas y tacos en parrillas y fogones portátiles.
La FIFA temía que la presencia de un equipo mexicano se convirtiera en una manifestación anti Trump. No fue el caso. No proliferaron ni pancartas, ni cánticos en señal de protesta contra el presidente estadounidense y su política migratoria. No goza el Monterrey de una hinchada numerosa entre la colonia mexicana de Los Ángeles. Es en Houston, por proximidad, donde se encuentra el grueso de sus seguidores en territorio norteamericano.
Una hinchada que idolatra a Canales por la presencia masiva de aficionados que se apreciaban con la camiseta del fino media punta cántabro. Este les homenajeó en el arranque con un par de taconazos que justificaron esa idolatría que le profesan. Le resultaba incómodo el duelo al Inter, que también encontraba en el batallador y canchero Berterame un incordio. Su juego de espaldas y sus desmarques al espacio pusieron en alerta a su tripleta de centrales, Pavard, Acerbi y Bastoni.
De una buena transición, el Monterrey arañó un saque de esquina y allí que fue Oliver Torres. Como toque nunca le ha faltado, enguantó una parábola teledirigida a Ramos. El imperial salto por encima de Pavard para picar la pelota y dirigirla a la cepa del poste fue jerárquico.
El tanto suponía un amenazante caldo de cultivo para el Inter, roto por la marcha de Inzaghi a Arabia Saudí y por las ausencias por lesión de Çalhanoglou y Fratelli. También faltaba Tahremi, atrapado en Teherán en su intento de evacuar a su familia ante la incipiente guerra que se vaticina con Israel. Chivu, el nuevo entrenador, apenas había dirigido dos entrenamientos. Sin embargo, el Inter no se dobló. Le empezó a correr la pelota y se instaló hegemónico en campo contrario. Extrañó que no emergiera el perfil guardiolesco de Domènec Torrent. El técnico catalán tenía sobre el campo a Óliver Torres y al propio Canales para tratar de defender el resultado a través de la pelota.
No durmió el juego el Monterrey agarrándose a sus centrocampistas y se dispuso a un ejercicio de resistencia ante un Inter que se rehízo bien. Asllani y Mkhitaryan se engancharon al dinamismo de Barella y el conjunto mexicano comenzó a sufrir. Andrada evitó el gol con un acto reflejo de su pie derecho cuando Esposito le remató en sus barbas a placer. Alcanzó el empate el Inter poco después con una jugada de estrategia que fue el único gran fallo de la zaga liderada por Ramos. Asllani colocó por encima de la defensa de Rayados un globo que recogió Carlos Augusto en el costado derecho del área. Su centro raso lo empujó Lautaro sin oposición. Hubiese sido un problema para el Inter irse al descanso con un gol contra. Su capitán evitó ese contratiempo.
No se bajó el Inter de su crecida en la reanudación. Siguió instalado en campo contrario. Fue el momento de Ramos, que comenzó a ejercer de cacique de área para asentar a su defensa. Lo mismo se imponía por arriba que dejaba algún recado a Lautaro y a Expósito o se empeñaba en corregir las posiciones de sus compañeros. Frente a ese muro, el Inter generó un par de ocasiones claras. La apuesta definitiva de Torrent era ya cazar una contra. Canales sacó a pasear un recurso muy suyo. Un zurdazo seco y raso que se estampó en la base del poste. Y Deossa también desperdició un mano a mano ante Sommer en los últimos minutos. Hubiera sido muy duro para el Inter, aún con la losa de la manita que le endosó el PSG en la Copa de Europa.
Cortesía de El País
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