Sheinbaum, chica superpoderosa y con estilo

Si la realidad es percepción, hay que reconocer que existe una doble visión sobre el gobierno mexicano: una, que ve a la presidenta Sheinbaum en términos positivos y, otra, que está preocupada por el agotamiento de la democracia y las manifestaciones autoritarias del régimen. 

Del lado negativo, muchos estamos convencidos que la llamada Cuarta Transformación ha construido un gobierno autoritario que se encamina a una especie de dictadura o dictablanda, si se quiere. Hace años, escribí en este mismo espacio que López Obrador estaba desmontando las instituciones y leyes que sustentaban nuestra frágil democracia, en una especie de autogolpe de Estado en cámara lenta. Los hechos demostraron que así fue. Lo peor de todo es que lo hacía con la indiferencia o el beneplácito de la mayoría de la población.

Claudia Sheinbaum ha continuado esta tarea y ha logrado acabar con la autonomía del Poder Judicial y se encamina a hacer lo mismo con los organismos electorales. A estas alturas, tal vez resulta cansado repetir lo que hemos perdido como país. Para decirlo en una frase: perdimos los últimos 35 años de lentos y penosos avances democráticos e institucionales. Esto, que para muchos de nosotros es bastante claro, suponemos que debería serlo para la mayoría de la población y para los gobiernos extranjeros e instituciones internacionales, pero al parecer no es así.

De lado negativo, cómo entender que, por un lado, el New York Times publique notas demoledoras contra la 4T y, por otro, la fashion director del diario, Vanessa Friedman, haya seleccionado a Claudia Sheinbaum junto con un grupo variopinto de celebridades del cine o la música, en su lista anual de estilo, una selección de 67 figuras cuya presencia pública ha marcado tendencias durante 2025. Dice el NYT: “En su primer año en el cargo, la Presidenta de México ha llamado la atención en la moda indígena del país al usar ropa bordada y tomar medidas enérgicas contra las grandes marcas que imitan a los artesanos locales”. Y ahí está, junto a Melania Trump, Bad Bunny y el Papa León XIV.

Posteriormente, La revista Forbes incluyó a Claudia Sheinbaum Pardo en su lista de “Las mujeres más poderosas del mundo en 2025”, ocupando el lugar número cinco dentro de un listado de 100 personas. Según la publicación, la presidenta “hizo historia al ser elegida la primera presidenta de México con una victoria aplastante en junio de 2024”. La llama una “científica destacada con un doctorado en ingeniería energética, [que] se encuentra entre los científicos y legisladores que comparten el Premio Nobel de la Paz 2007 por su participación en un panel de ciencias del clima de las Naciones Unidas”.

Los otros nombres de las mujeres más poderosas que la anteceden son: Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea), Christine Lagarde (presidenta del Banco Central Europeo), Sanae Takaichi (primera ministra de Japón) y Giorgia Meloni (primera ministra de Italia). Interesante compañía para la presidenta mexicana que se dice de izquierda, todas las demás son mujeres identificadas con las derechas, desde moderadas a ultras. Tal vez por eso, cuando le preguntaron a Sheinbaum su opinión sobre su inclusión en esta lista contestó: “sin comentarios”.

Esta visión positiva de Sheinbaum no se da sólo en estas manifestaciones de moda y poder, también de jefes de gobierno que se refieren a ella en términos positivos: el primer ministro canadiense, Mark Carney, ha dicho que es una “mujer excepcional” y el mismo Trump la ha señalado como una mujer inteligente, trabajadora y que “hace un buen trabajo”.

Por otro lado, organismos y medios de derechos humanos, medioambientales, de defensa de la libertad de prensa y la democracia dan la voz de alerta sobre nuestro país. Pero, bueno, entendamos que nuestro caso no es tan llamativo como Venezuela, Cuba o Nicaragua; o tan alarmante como el retroceso democrático de Estados Unidos. Creo que los sucesos mundiales opacan y restan importancia a lo que acontece en México.

Esa doble lectura también se da al interior de nuestro país. Tomemos la última encuesta del Financiero (1-XII-25), Claudia Sheinbaum sigue en los cuernos de la luna con un 70% de aprobación, aunque hay que señalar que ha perdido 15 puntos desde febrero. Sin embargo, está reprobada en varios temas: el manejo del asesinato de Carlos Manzo, en corrupción, seguridad pública y crimen organizado. Pasa de panzazo el tema económico (54% contra 41%). En general, las demás encuestas reflejan lo mismo, una presidenta popular, pero un gobierno cada vez más fracasado.

Ahora bien, el sexenio se puede ir así, una presidencia que concentra cada vez más poder, un gobierno cada vez más ineficaz, una ciudadanía cómodamente instalada en los programas sociales y la narrativa.

Sin oposición a la vista, esta situación puede durar y durar y durar…

Cortesía de El Economista



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