Sheinbaum quiere prohibir de una vez por todas el maíz transgénico en México: ha modificado la Constitución para lograrlo

La presidenta Claudia Sheinbaum firmó este lunes el decreto que reforma la Constitución y prohíbe el uso de maíz transgénico en todo el país. El documento fue publicado horas después en el Diario Oficial de la Federación (DOF) y entrará en vigor a partir del 18 de marzo de 2025. 

Según El Economista, la mandataria afirma que la medida busca garantizar la biodiversidad, la soberanía alimentaria y la salud de los mexicanos. La reforma modifica los artículos 4° y 27 de la Constitución, donde se ordena que el cultivo de maíz en México sea libre de modificaciones genéticas transgénicas  y prioriza el sistema milpa y las semillas nativas.

El maíz transgénico queda prohibido pero el debate científico sigue abierto

De acuerdo al DOF, el artículo 4° ahora reconoce al maíz como “elemento de identidad nacional” y prohíbe su cultivo si ha sido modificado genéticamente más allá de las barreras naturales de reproducción, como ocurre con los transgénicos. Cualquier otro uso deberá ser evaluado para garantizar que no afecta la bioseguridad, la salud ni el patrimonio biocultural del país.

El artículo 27 también fue reformado para que el Estado promueva el uso de semillas nativas y el sistema milpa, lo que garantizaría un desarrollo agropecuario libre de transgénicos. Además, el Congreso tiene 180 días para poder unir las leyes secundarias con esta nueva disposición.

Este anuncio se da en pleno debate que lleva décadas en el terreno científico. A pesar de la nueva reforma, la evidencia sobre los riesgos del maíz transgénico sigue siendo limitada y al menos hasta ahora, no existen pruebas sólidas de que su consumo sea dañino para los humanos, ni tampoco de los contrario. En 2016, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos revisó más de 20 años de estudios y concluyó que los cultivos transgénicos no representan un riesgo comprobado para la salud ni para el medio ambiente.

Por otro lado, existen estudios como el de Gilles-Eric Séralini que sí encontraron efectos negativos en ratas alimentadas con maíz transgénico. Sin embargo, esta investigación fue duramente criticada y puesta en entredicho por la comunidad científica internacional por su falta de rigor. Incluso un estudio de la Universidad Iberoamericana aclara que después de casi tres décadas de consumo humano de maíz transgénico, no se ha demostrado daño alguno a la salud. “La ciencia no es de creencias”, afirma la Dra. Ruth Pedroza Islas, investigadora de la universidad. “No hay ningún sustento científico respecto a que el maíz transgénico dañe la salud”.

En México ya hemos estado consumiendo maíz transgénico durante años y nadie nos lo ha dicho

Cabe recordar también que la gran mayoría de los productos derivados del maíz que consumimos ya contienen transgenes, aunque su cultivo esté prohibido en el país. La razón es que México importa desde el 2018 más del 90% del maíz amarillo de Estados Unidos, donde los cultivos transgénicos son la norma.

Además, la falta de legislación sobre etiquetado en México hace imposible que el consumidor sepa si está comiendo transgénicos o no. La Ley de Bioseguridad exige señalar cuando los productos son nutrimentalmente diferentes, pero como en la mayoría de los casos no lo son, no hay ninguna obligación de informar al consumidor.

Parte del rechazo a los transgénicos también se debe a su relación con el uso del glifosato, un herbicida utilizado en cultivos transgénicos por su resistencia al químico. La Organización Mundial de la Salud lo clasificó como “posiblemente cancerígeno”, pero la misma FAO concluyó que no hay pruebas de que cause cáncer en humanos.

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México no tiene regulaciones claras sobre el glifosato ni la capacidad de hacer muestreos a gran escala para rastrear su presencia en los alimentos, lo que ha llevado a que se mezcle el debate sobre el herbicida con el de los transgénicos. No obstante, vale la pena recordar que no es lo mismo: el glifosato sí tiene señalamientos de riesgo, el maíz transgénico no.

Entre la soberanía alimentaria y el desconocimiento científico

Es importante mencionar que la medida de Sheinbaum tiene más tintes de defensa cultural y soberanía que de una preocupación científica comprobada. La prohibición busca evitar la desaparición de las variedades nativas mexicanas, que podrían verse desplazadas por el maíz modificado. Sin embargo, como advierte la Universidad Iberoaméricana, el país enfrenta un enorme reto de autosuficiencia alimentaria. “Se necesitan cultivos que produzcan más toneladas por hectárea”, afirma la Dra. Pedroza Islas.

Cabe señalar también que el Gobierno de México publicó un compendio científico titulado Riesgos y daños asociados al maíz transgénico, donde se citan diversas fuentes sobre los posibles impactos a la salud y al medio ambiente. Aún así, el consenso global sigue señalando que no hay pruebas concluyentes de daño por consumo humano.

Cortesía de Xataka



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