¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una botella de agua? A pesar de ser un derecho humano, y un elemento sustancial para la vida misma, el agua pasa por mismo problema que muchos alimentos hoy en día: el encarecimiento. Si bien podemos encontrar lugares donde un litro cuesta diez pesos, esa misma cantidad puede alcanzar cifras estratosféricas. Los aeropuertos son el mayor ejemplo.
Es en este sentido donde algunas marcas han encontrado un área gris: el lujo. Con solo llevar su nombre en el envase, el agua se convierte en un artículo exclusivo que solo queda al alcance de unos cuantos. En Japón, una empresa ha llevado esta práctica a los extremos al consagrarse como el agua más cara del mundo. Entre su repertorio se encuentran botellas de 6,000 pesos.
Primero que nada debemos tomar en cuenta un punto: el agua es un líquido sin color, olor o sabor. Entonces, a diferencia de otras bebidas como el whisky o la cerveza, las cuales debido a sus procesos de producción y componentes pueden generar una diferencia de sabores y costos, sea cual sea el agua que tomes, no habrá una gran diferencia que justifique su sobreprecio.
Es ahí donde entra la plusvalía de Fillico Jewelry Water. La empresa de origen nipón ofrece agua de manantial que más allá de distinguirse por su pureza, la exclusividad viene por parte de las propias botellas. Con ediciones limitadas y una línea selecta, casi que raya en lo artesanal, comprar una Fillico de 750 ml puede costar alrededor de 2,100 pesos.
El proyecto vio la luz en 2005 con un propósito claro: ofrecer más que solo agua. Su paso hasta llegar a las altas esferas fue instantáneo. Tan solo un año después, Christian Dior la presentó a su clientela VIP y para 2008 se convirtió en patrocinadora oficial del prestigioso Festival de Cine de Cannes.
En esencia, Fillico se especializa en embotellar agua proveniente de Nunobiki, uno de los manantiales más puros de Japón, ubicado en el Parque Nacional Rokkou de Kobe. Este manantial es reconocido por su riqueza mineral y su proceso de filtración natural a través de roca volcánica.
Pero como mencionamos anteriormente, el valor de la marca no se guía por la calidad del agua que venden, que de hecho mantiene un procesamiento e intervención mínimo, sino por el lujo de las botellas. Decoradas con diamantes, cristales y oro, comprar una Fillico no es para saciar la sed, es un símbolo de estatus.
A fin de preservar dicho semblante exclusivo, estas botellas inspiradas en la realeza japonesa se producen con un límite de 5,000 al mes. Además, Fillico lanza ediciones especiales de forma periódica. Por ejemplo, la Fillico Jewelry Water Second Generation puede alcanzar los 21,800 pesos, aproximadamente.
Marketing de la escasez, diseño y exclusividad fueron los principios clave que catapultaron a Fillico como una marca de lujo. Su presencia entre la alta sociedad ha hecho que este pequeño nicho prestara atención sobre cómo hasta los productos vitales pueden ser un referente del poder adquisitivo.
Claro que nosotros no tenemos la disposición de comprobar si está muy buena el agua que venden, pero algo que no podremos negar es la impresionante colección que puede considerarse una obra de arte. De hecho, igualmente mantienen una lujosa línea de chocolate y licores.
Cortesía de Xataka
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