Pocos objetos del día a día generan tantos debates sobre la manera correcta de colocarlos como el papel higiénico. ¿La hoja debe colgar por encima o por debajo del rollo? Aunque parezca una trivialidad, lo cierto es que este tema se ha convertido en objeto de memes, discusiones y hasta ha atraído la atención de profesionales de la salud.
Quienes defienden que hay que colgar el papel de modo que la hoja quede por encima dicen que de esta forma es más rápida e higiénica, mientras que los partidario de hacerlo por abajo apelan, entre otras cosas, a que así es más difícil que niños o mascotas lo desenrollen más rápido. Sin embargo, algo que nadie había notado es que la respuesta ya había sido dada, nada más y nada menos, que hace 130 años.
La respuesta está en la patente
Resulta que en 1891, cuando la Albany Perforated Wrapping Paper Company patentó el papel higiénico, incluyó diagramas donde se muestra con claridad cómo debía ser colocado dicho producto. Es decir, con la hoja desde el frente. Dicho diagrama fue rescatado en 2015 por el escritor Owen Williams en el archivo de Google Patents.
El inventor de este producto fue Seth Wheeler, quien lo patentó por primera vez en 1871. Dos décadas más tarde se encargó de perfeccionar el diseño del rollo, con la intención de minimizar el desperdicio y facilitar su uso. Según esta concepción, el papel debía caer hacia el frente para facilitar el desgarro individual de las hojas perforadas, evitando así desenrollados accidentales o malgasto innecesario.
Por si no basta con la patente de Wheeler, la ciencia moderna también respalda la opción de colgar el papel hacia el frente. Según Christian Moro, profesor de Ciencias de la Salud en la Universidad Bond, esta orientación reduce el contacto de las manos con la pared del baño, lo que disminuye el riesgo de contagio por bacterias como E. coli, estreptococo y estafilococo.
La patente de Wheeler
El papel higiénico bajo la lupa
Sin embargo, la utilidad del papel higiénico ha sido cuestionada por especialistas de la salud, como H. Randolph Bailey, médico cirujano en Houston. Él explicó a The New York Times que el papel no garantiza una limpieza adecuada. Considera que en exceso o combinado con productos como algunas toallitas húmedas, puede provocar irritaciones o infecciones.
En países como Japón, el papel se ha sustituído por el uso de inodoros inteligentes con chorros de agua templada y, según muchos expertos, representa el método más higiénico disponible. Lamentablemente, en gran parte de Occidente el rechazo al bidé sigue siendo un tema más bien cultural. Algunos lo ven como un lujo innecesario, otros simplemente no saben cómo usarlo.
Por si fuera poco, el auge de las toallitas húmedas ha traído graves consecuencias ambientales. Su acumulación en las alcantarillas, combinada con grasas y desechos que producen, ha generado los temidos fatbergs, enormes masas de residuos con aspecto rocoso que por si solos son capaces de hacer colapsar los sistemas de saneamiento.
Cortesía de Xataka
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