Sí, hay cárteles gringos: Jesús Esquivel

Desde hace varios años, los distribuidores de drogas en Estados Unidos dejaron de ser dependientes de los narcotraficantes mexicanos para convertirse en sus pares y socios en esa nación, plantea Jesús Esquivel.

FERIA DE SAN FRANCISCO

En entrevista el autor del libro, “Los cárteles gringos. La crisis del fentanilo en Estados Unidos y el fracaso de la DEA para combatirla”, editado por Grijalbo y que se encuentra ya en librerías del país, relata que el gobierno estadounidense explica el trasiego de drogas desde que ingresa a ese país, hasta que llega al consumidor final, culpando a los cárteles mexicanos.

Es por eso que la DEA publica año con año, un mapa en el que supuestamente ciudades de los 50 estados de la unión americana están invadidas o inundadas por representantes de los cárteles mexicanos.

Eso lo hace para ocultar la verdad de que quienes manejan la logística, el transporte, la venta, distribución; quienes ponen el precio a los narcóticos y lavan el dinero, son los cárteles gringos, los cuales están integrados por pandillas y clubes de motociclistas.

¿Cuál es el objetivo de este libro?

El objetivo es que la gente de México entienda que en Estados Unidos también hay organizaciones criminales que se dedican al trasiego y que también utilizan la violencia para su negocio de una forma sofisticada, evadiendo la justicia de los Estados Unidos, aunque no son una especie de espejo de lo que se entiende en México como cárteles del narcotráfico.

Trato de explicar, a través de la voz de quienes estuvieron combatiendo directamente a los cárteles gringos en Estados Unido, cuáles son sus características.

Polo Ruiz, agente especial de la DEA en Arizona te dijo el 18 de noviembre de 2019 que en Estados Unidos operaban ya “cárteles del narcotráfico”. Eso lo publicaste en Proceso el 9 de febrero de 2020. ¿Por qué todavía hoy el gobierno de Estados Unidos muestra reticencia a dar por descontado que en Estados Unidos hay cárteles del narcotráfico estadounidense?

La narrativa tradicional y la más cómoda para el gobierno de Estados Unidos, especialmente ahora, con Donald Trump al frente de la Casa Blanca, es seguir victimizándose para tratar de presionar a otros países, acusándolos de ser los responsables de este gran problema que tienen los estadounidenses de demanda y consumo de drogas, con otros fines, por ejemplo políticos o comerciales, Un ejemplo claro de eso es la imposición de aranceles bajo condiciones que tienen que ver con el combate al crimen organizado, al narcoterrorismo, como le dice él.

El hecho de que no lo digan públicamente no quiere decir que tras bambalinas no lo admitan.

¿Cómo explica el gobierno de Estados Unidos el trasiego de droga desde que arriba a ese país hasta que llegue el consumidor final?

Muy sencillo, culpando a los cárteles mexicanos e incluso publicando la DEA, año con año, un mapa en el que supuestamente ciudades de los 50 estados de la unión americana están invadidas o inundadas por representantes de los cárteles mexicanos. Esto es para ocultar la verdad de que quienes manejan la logística, el transporte, la venta, distribución, que quienes ponen el precio a los narcóticos y lavan el dinero son los cárteles gringos, que están integrados por pandillas y clubes de motociclistas.

Lo explicas muy elocuentemente por ahí de la página 143, pero te pregunto: ¿Tú qué piensas de esos mapas?

Yo siempre he dicho que son una falacia, pero ahora en este libro, lo dice John Calery (exjefe de la ICD) y lo dice Jack Riley (ex jefe de Operaciones de la DEA) quienes trabajaron para combatir a los cárteles gringos con ese apellido, con la iniciativa contra los carteles domésticos, que fue aprobada por el Congreso y que tenía un presupuesto y que ahí dicen que ese mapa que elaboran año con año es para consumo interno y para seguir presionando políticamente a otros países, en este caso a México.

Planteas que ha habido una especie de mexicanización de los traficantes estadounidenses. ¿Qué fue lo que cambió en el proceder para que se les de la categoría incluso de cárteles?

La violencia. Que aplican la violencia para el trasiego de droga; que están matando a gente en Estados Unidos, entre ellos, entre la lucha entre los cárteles, entre clubes de motociclistas con diferente nombre o denominación y pandillas.

Esto por el enorme mercado que hay en Estados Unidos de consumo de drogas, especialmente la sintéticas, las que tienen o están elaboradas con fentanilo.

Entonces, ese es el gran parteaguas que se ha dado en la mexicanización de los cárteles, porque, además hay otro factor: Los grupos criminales de México ya no se arriesgan tanto, sobre todo por la situación que se está viviendo, la militarización del combate al narcotráfico que ha hecho Trump y evitan que los agarren en Estados Unidos.

Lo que hacen es simplemente les ponen, a granel o con grandes cantidades, la droga a los cárteles gringos al sur de la frontera, le ponen un precio a esa cantidad de drogas que les entregan y ya, dejan que se encarguen los gringos de venderla, distribuirla, ponerle precio y lavar el dinero. Es muy sencillo, es capitalismo. Puro negocio.

¿Cuál es la relación entre los cárteles de Estados Unidos con los cárteles mexicanos?

Es la de proveedor y comprador.

¿Cuáles son las principales diferencias entre las formas de operar de los carteles mexicanos respecto de la forma de operar de los cárteles gringos?

Los gringos no controlan grandes territorios. Controlan algunas cuadras, algunas calles de diferentes pueblos y ciudades de los 50 estados que integran a los Estados Unidos. Son más sofisticados porque no hay un solo jefe.

Por ejemplo, los Hell Angels tienen distintas fracciones o distintas agrupaciones hasta en un mismo Estado, pero no responden a las órdenes de un solo jefe. Cada célula tiene su propio presidente y vicepresidente. No se pelean entre ellos los que tienen el mismo escudo, pero no obedecen a un solo jefe.

Eso permite que no puedan ser desmantelados con facilidad porque si supiera el FBI la CIA o la DEA quiénes son los jefes ya les hubieran dado en la torre. Eso los hace todavía más sofisticados.

Hay otra cosa. La violencia no la llevan a cabo de una manera tan espectacular como los cárteles mexicanos para intimidar y aterrorizar a la sociedad mexicana. En Estados Unidos se matan en balaceras, pero no hay decapitados; no hay cuerpos disueltos en ácido; no hay encajuelados; no hay encobijados, porque saben qué emular exactamente la violencia de los cárteles mexicanos les daría poca vida en su imperio del trasiego de drogas a los gringos.

¿Qué cambió en el negocio de las drogas con la llegada del fentanilo?

Muy fácil: que las pastillas manufacturadas con fentanilo son más baratas, más fáciles de trasegar sin ser detectadas, no hacen tanto bulto, generan mucho dinero y, además, con los precursores químicos que se obtienen de Asia, tomando los cuidados adecuados (porque el fentanilo es extremadamente letal), pueden en laboratorios clandestinos, producir este tipo de enervantes.

La situación de la adicción al fentanilo, como le dicen vulgarmente ahora, que no es necesariamente fentanilo puro, la provocó hace ya varios años la industria farmacéutica de Estados Unidos con la venta de analgésicos opioides que justamente contenían fentanilo y hasta hace unos días, la industria farmacéutica de Estados Unidos volvió a ser sancionada, debido a su papel en expandir esta pandemia del consumo de opioides.

¿Por qué señalas que el presidente Donald Trump no se atreverá a atacar a los cárteles gringos?

Por las implicaciones que hay jurídicamente.

Los están atacando, pero no los dan a conocer como ataques a los cárteles. El propio Trump ha dicho, son criminales violentos. No se atreve a decir carteles porque tendría, con la designación que hizo de los cárteles mexicanos como grupos terroristas, estaría obligado bajo la ley del Acta Patriota a llamarle también grupos terroristas a los cárteles gringos y narcoterroristas, a los ciudadanos estadounidenses involucrados, como los fabricantes de armas, las empresas farmacéuticas y, sobre todo, las bancarias y financieras que lavan el dinero procedente del trasiego de los narcóticos.

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Cortesía de El Economista



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