Recientemente, un artículo publicado en Scientific American reveló el secreto de aquellas personas que duermen poco (entre cuatros y seis horas) y no parecen sufrir los efectos. Están genéticamente diseñadas para necesitar menos horas de descanso para recuperar energías. Esto ha llevado a científicos a replantearse el concepto tradicional de sueño.
Tradicionalmente se tiene la idea de que todos los seres humanos deben dormir entre siete y nueve horas por la noche. Esta creencia se apoya en investigaciones que vinculan la falta de sueño con problemas de salud a corto y largo plazo, como pérdida de memoria, demencia y hasta enfermedades cardiacas y debilidad inmunitaria. Sin embargo los “durmientes de sueños cortos naturales” desafían esta norma.
La genética detrás del sueño corto
Louis Ptáček y Ying-Hui Fu, investigadores de la Universidad de California identificaron varias mutaciones genéticas detrás de los patrones de sueño cortos. Entre estas se encuentra la del gen DEC2, que regula la producción de orexina, hormona que promueve la vigilia. En los “durmientes de sueños cortos“, los niveles de orexina son más altos, lo que les permite mantenerse activos con menos horas de descanso.
También encontraron mutaciones en otros genes, como ADRB1, el cual se relaciona con la regulación del sueño en el tronco cerebral, y NPSR1, que incluye en el ciclo entre sueño y vigilia. Según los investigadores, dichas mutaciones parecen proteger a los individuos contra los efectos negativos de la falta de sueño, como la disminución de la memoria.
Experimentos realizados en ratones modificados genéticamente mostraron que estos roedores dormían menos; sin embargo, conservaban su rendimiento cognitivo normal. Este resultado sugirió que los cerebros de estos ratones eran más eficientes a la hora de consolidad la memoria y eliminar toxinas durante el sueño.
Beneficios únicos
Algunos estudios indican que las personas con esta predisposición genética tienen característica únicas como mayor energía, resiliencia al estrés, así como una mayor capacidad para tolerar el dolor. Otras investigaciones sugieren que los “durmientes de sueños cortos“ podrían ser más longevos debido a la eficiencia de sus procesos metabólicos y de limpieza cerebral.
Ptáček y Fu proponen un factor para explicar este fenómeno que desafía el modelo tradicional del sueño, el cual se basa en dos procesos: el ritmo cardiaco y la homeostasis del sueño. Se trata de la “impulsividad conductual” que lleva a las personas a mantenerse activas a pesar de su descanso limitado.
Investigadores como Phyllis Zee han planteado que la eficiencia del sueño de estas personas podría deberse a un mayor tiempo en etapas de sueño profundo, un metabolismo cerebral acelerado o una mayor capacidad para eliminar desechos acumulados durante el día. En cualquier caso, comprender qué hay detrás de este fenómeno podría ayudar, por ejemplo, a desarrollar tratamientos para trastornos de sueño.
Cortesía de Xataka
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