Todos conocemos a este ser divino, pero lo conocemos mal. Solemos identificarlo como el dios del sueño, probablemente por la popularidad de la expresión “estar en brazos de Morfeo”, con la que indicamos que alguien duerme profundamente. Pero la verdad es que Morfeo es el dios griego de los sueños en el sentido onírico, no del sueño como expresión del dormir.
Morfeo transmitiendo el mensaje de los dioses
Su cometido es darles forma –ya que forma es lo que significa la palabra griega morphe, de donde tomó su nombre– y usarlos habitualmente como medio para transmitir los mensajes de los dioses. Estar en brazos de Morfeo significaba, originalmente, que se estaba soñando sobre el futuro o sobre acontecimientos por venir, ya que muchos de los sueños transmitidos por esta divinidad tenían carácter profético.
Un trabajo familiar
Morfeo no estaba solo en su tarea. El sueño en todas sus variantes constituía la ocupación de su familia. Su padre era Hipnos, el dios del sueño (Somnus en la mitología romana), y su madre, Pasitea, diosa del descanso y la relajación. El hermano de Hipnos, y por tanto tío de Morfeo, era Tánatos, el dios de la muerte, que es el sueño definitivo.
El propio Morfeo formaba parte de los mil hijos de Hipnos llamados Oniros. Entre ellos, los principales eran sus hermanos Fobetor, hacedor de pesadillas, y Fantaso, que creaba sueños irreales o fantasmagóricos. Pero Morfeo fue elegido el líder de todos por su capacidad para cambiar de forma y aparecerse en las ensoñaciones de los mortales imitando a la perfección el aspecto de cualquiera. Además, era el único con capacidad para influir en los sueños de los héroes, los reyes o incluso de los mismísimos dioses.
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El perdón y el olvido
Morfeo y su familia habitaban en el palacio de Hipnos, en la tierra de los sueños, ubicada en el inframundo, donde solo podían visitarlos los dioses del Olimpo. Cualquier otro que intentara adentrarse allí debería enfrentarse con dos criaturas que guardaban la puerta principal y que carecían de un aspecto real definido, porque siempre adoptaban la forma que materializara los peores miedos del intruso.
En esta tierra estaban ubicados también los ríos del perdón y del olvido, que son componentes principales de los sueños.
Hiperactivo incluso dormido
El palacio tenía dos puertas principales, por las que los Oniros salían cada noche a cumplir con su función, una fabricada con cuerno y otra con marfil. La primera representaba los sueños sin un auténtico significado, y era la que utilizaban los hermanos de Morfeo. Solo él podía salir por la de marfil, que encarnaba los sueños verdaderos.
El trabajo de actuar como mensajero onírico de los dioses convirtió a Morfeo en uno de los seres más ocupados de la mitología. Cuando no estaba durmiendo, a lo que dedicaba un buen número de horas, pues durante su descanso daba forma a los sueños de los mortales, tenía que estar en constante movimiento.
Por suerte contaba con un par de alas, probablemente regalo de su tío Tánatos (otras fuentes aseguran que ya nació con ellas), con las que podía desplazarse a todas partes a una rapidez portentosa. También le eran muy útiles cada vez que tenía que acudir al rescate de su padre, pues Hipnos era muy dado a provocar a Zeus. Entonces Morfeo llevaba a su progenitor a toda mecha al reino de los sueños, donde estaba relativamente protegido de la ira del padre de los dioses. Algunas estatuas lo representan además con una oreja alada, que le servía para transmitir los mensajes divinos que recibía a través de su otra oreja.
Semillas de amapola
Morfeo y su padre dormían durante muchas horas. De Hipnos se ha dicho incluso que cuando estaba despierto irradiaba somnolencia, por lo que ni siquiera los otros dioses podían permanecer demasiado tiempo a su lado sin que comenzaran a sentir una modorra invencible.
El lecho de Morfeo estaba en una cueva llena de semillas de amapola. Estas plantas, también llamadas adormideras, se utilizaban ya en tiempos griegos como tratamiento contra el dolor y el insomnio por sus propiedades relajantes y alucinógenas. No es extraño que al dios de los sueños se le represente rodeado de ellas, ni que a comienzos del siglo XIX, cuando se aisló el principal alcaloide del opio, se le diera el nombre de morfina.
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Roma le encumbró
A pesar de que hoy es uno de los dioses mitológicos más populares, durante mucho tiempo Morfeo tuvo una importancia relativamente menor en el cuadro olímpico. Solo empezó a adquirir renombre cuando el poeta romano Ovidio le mencionó junto con su familia en “Las metamorfosis”, obra escrita en el año 8 antes de Cristo.
Obviamente, en ella los nombres de los dioses griegos aparecían latinizados, tal como se hacía en Roma, pero Morfeo mantuvo su apelativo original. Además de describir a los Oniros, Ovidio explicaba con ejemplos prácticos la tarea de Morfeo, y relataba historias como la de Ceix, rey de Traquis, y su esposa Alcíone.
El primero murió durante un viaje por mar, cuando una tormenta hundió su barco. Entonces la diosa Juno (Hera) decidió que su mujer debía conocer la noticia cuanto antes. Para ello recurrió a su mensajera Iris –diosa del arco celeste que lleva su nombre y, según algunas fuentes, compañera sentimental de Morfeo– y la envió al palacio de Hipnos.
Comunicación entre dioses y humanos
Tras escuchar el encargo, el dios eligió a Morfeo entre todos sus hijos, ya que, cuenta Ovidio, “ningún otro Oniro puede igualar su arte para imitar a un ser humano: su voz, sus andares, su rostro, sus maneras. Y además imita también su vestimenta con precisión y las palabras que usa con más frecuencia”.
Morfeo adoptó el aspecto de Ceix y así se apareció en los sueños de Alcíone: su piel estaba pálida, sus ropas desgarradas y el agua chorreaba de sus cabellos y su barba. Explicó a Alcíone la suerte que acababa de sufrir y le ordenó que preparara sus ritos funerarios. Sollozando, su esposa intentó abrazar al supuesto Ceix y pedirle que la llevara con él, pero cuando estaba a punto de tocar a Morfeo, este desapareció y Alcíone se vio repentinamente despierta y desconsolada, pues en ningún momento dudó de la veracidad del sueño que acababa de tener.
Tal vez Morfeo sea también el dios de los sueños que aparece en La Ilíada, de Homero, con un mensaje de Zeus para el rey Agamenón. Aunque no se le llame por su nombre, pocas dudas quedan de que era el más capacitado de todos los Oniros para conducir la comunicación entre los dioses y los reyes.
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El poder de los sueños en la cultura pop
Sin entrar en el terreno de su interpretación, es cierto que los sueños han sido fuente de ideas e inspiración a lo largo de la historia y han propiciado y condicionado no pocas decisiones políticas y creaciones artísticas. Otra cosa es su supuesto carácter profético, presente en muchos cultos antiguos y hoy desmontado por la ciencia.
Pero Morfeo sigue entre nosotros. Así se llamaba el personaje interpretado por Laurence Fishburne en la trilogía “Matrix”. Su misión era guiar al protagonista, Neo, a través de un mundo de sueños artificiales.
Por otro lado, los hackers de sueños que aparecen en “Origen” (2010), de Christopher Nolan, pueden verse como una versión tecnologizada de Morfeo y sus hermanos, como una actualización en pleno siglo XXI del peso y la importancia del mundo onírico.
Cortesía de Muy Interesante
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