Silvia Bazilis y Raúl Candal: la pareja de oro de bailarines del Colón que ahora estrena su propia versión de Don Quijote

Este jueves 24 de julio, el Ballet del Teatro Colón que dirige Julio Bocca lleva a escena un título sumamente popular del repertorio académico: Don Quijote, inspirado un poco libremente en un episodio de la célebre novela cervantina.

Don Quijote es un ballet-comedia chispeante, aunque también contiene escenas líricas, y fue creado originalmente por el famoso Marius Petipa en San Petersburgo, año 1869. En 1900 fue revisado por Alexander Gorsky para el Ballet Bolshoi y mucho más tarde el coreógrafo yugoeslavo Zarko Prebil trajo un Don Quijote al Teatro Colón basado en aquellas dos versiones.

En estas sucesivas puestas en escena, a su vez, se basa la producción 2025 y que fue creada conjuntamente -primero para el Ballet del Sodre de Montevideo- por dos ex primeros bailarines del Teatro Colón: Silvia Bazilis y Raúl Candal.

Esta pareja artística marcó de un modo imborrable dos décadas de la historia del Ballet, compartieron innumerables obras, fueron amados y admirados por el público y por sus colegas y se retiraron juntos en 1994 en una despedida conmovedora.

De Villa Urquiza al centro

La pareja de oro. Así definió a Silvia Bazilis y Raúl Candal la megaestrella argentina de la danza Marianela Núñez. Foto: Mariana Nedelcu
La pareja de oro. Así definió a Silvia Bazilis y Raúl Candal la megaestrella argentina de la danza Marianela Núñez. Foto: Mariana Nedelcu

-Qué mejor ocasión que ésta para volver entonces atrás, a sus respectivos recorridos.

Bazilis: Si pienso en todo lo que me ocurrió, me parece que no lo viví; me digo “¿yo hice esto?”. Comencé siendo muy chiquita en una academia de mi barrio. Ni siquiera sabía que existía el Teatro Colón. Mi maestra fue muy generosa y a las mamás de tres niñitas, a las que les vio condiciones, les recomendó el Instituto de Arte del Teatro Colón. Para mí, pero también para mis padres, fue un descubrimiento.

-¿Qué edad tenías cuando ingresaste al Instituto?

-Ocho años; recuerdo cómo me emocionaba al llegar al Colón desde Villa Urquiza y pensaba si alguna vez bailaría allí. Pero cuando ingresé al cuerpo de baile no soñaba con ningún puesto. No me importaba nada, sólo quería bailar. Lo demás vino como un regalo al que tanto Raúl como yo le imprimimos todo lo demás: el compromiso, la disciplina, el sacrificio, el estudio, la pasión y la entrega. Hasta que nos retiramos, nunca dejamos de estar en la mejor forma: hacíamos las clases en el Teatro y también con Gloria Kazda, nuestra maestra particular y de otros tantos bailarines.

-Además de pertenecer al Ballet del Colón, hacían también muchas giras por el país, ¿no es cierto?

-Sí, mucho; no nos importaba cómo eran las condiciones de cada lugar; nos vestíamos, nos maquillábamos y bailábamos como si estuviéramos en el Colón.

-¿Viajaban solos?

-Nos contrataban como pareja y las escuelas de danza ponían el cuerpo de baile.

Dice Raúl: “para la gente del interior era una experiencia fantástica… Completa Silvia: “y para nosotros también”.

En su ámbito. Los coreógrafos Silvia Bazilis y Raúl Candal, en la sala de ensayo del Teatro Colón. Foto: Mariana Nedelcu

El atleta que devino bailarín

El camino inicial de Raúl Candal no pudo ser más diferente. En el colegio secundario se dedicó a la gimnasia con dos profesores que querían formar un equipo que compitiera en torneos intercolegiales. Pero uno de ellos tuvo una idea revolucionaria. Cuenta Raúl: “Quiso crear con nosotros una demostración de gimnasia con música en vivo (guitarra, piano y batería); la primera fue sobre un tema de Piazzolla. No éramos bailarines, pero lo parecíamos. Este profesor nos llevaba a ver danza y así conocí el trabajo de Oscar Araiz”.

-¿Y esto te condujo a la danza?

-Ya había ingresado al Profesorado de Educación física, pero la danza me atraía; antes quería ver si tenía condiciones y así llegué al estudio de Olga Ferri y Enrique Lommi.”¿Trajiste zapatillas?, me preguntó Enrique. Desde luego, yo no tenía; apenas unas badanas, las que se usan en gimnasia.

Me ubicaron en el grupo más avanzado, pero Enrique no creía que yo no hubiera tomado jamás clases de ballet: “Me estás mintiendo para que te dé una beca”. Le conté cuál había sido mi formación y me abrieron el estudio para que tomara todas las clases que quisiera”.

-Y el siguiente paso fue el ingreso al Ballet del Colón.

-Hacía poco había ocurrido el accidente aéreo en el que murieron nueve bailarines del Colón y en el Ballet se necesitaban varones. Me contrataron como refuerzo del cuerpo de baile. Mi primera clase de ballet la había tomado apenas seis meses antes.

-¿Qué te atraía de la danza como carrera?

-Por un lado, con aquel grupo que te decía, veíamos mucha danza y nos habíamos hecho fans de Oscar Araiz. Pero sobre todo mi vocación se decidió porque el mismo día de aquel accidente, a las 10 de la mañana, vi a los nueve bailarines que actuaban gratis en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, antes de partir para Aeroparque. Fue una emoción muy grande, para mí, esa función. Me pareció maravilloso lo que hacían y me dije “quiero dedicarme a esto”.

-¿Hiciste pronto una carrera en el Ballet?

-Yo estudiaba y estudiaba y los coreógrafos comenzaban a elegirme, aun cuando era todavía contratado.

Raúl Candal y Silvia Bazilis, durante el ensayo del ballet Don Quijote. Foto: Mariana NedelcuRaúl Candal y Silvia Bazilis, durante el ensayo del ballet Don Quijote. Foto: Mariana Nedelcu

Ballets para el recuerdo

-Silvia, en el momento en que el coreógrafo francés Pierre Lacotte te eligió para que interpretaras “La Sylphide”, estabas todavía en el cuerpo de baile.

-Lacotte me había visto en la clase y después supe que me había citado para el primer ensayo junto con otras bailarinas. Yo le tenía pánico. Era muy exigente -solo con el tiempo aprendí a quererlo- y además me asustaba la dimensión del rol que me había dado. Ese mismo año falleció Perón y nos dieron cuatro días de franco. Yo estaba contenta: “¡Qué suerte que no vamos a tener ensayo!”.

-Otro gran momento tuyo fue cuando tuviste que reemplazar a último momento a Ekaterina Maximova en “Giselle” y bailar con Vladimir Vassiliev (Nota: la pareja de bailarines soviéticos Maximova-Vassilev fue de las más deslumbrantes del siglo XX).

-Yo había bailado Giselle unos años antes, con Raúl, pero no conocía las mímicas de la versión rusa. Le pedí a Vssiliev que si en algo me equivocaba mientras bailábamos, me lo dijera en italiano, que él lo hablaba bien. Por suerte, no me equivoqué; pero algunas indicaciones, durante la función, ¡me las daba en ruso! Fue una experiencia de todos modos, hermosa. Era un gran artista y un perfecto caballero. Otro regalo inesperado.

La voz de la experiencia I. Silvia Bazilis habla con los bailarines de La voz de la experiencia I. Silvia Bazilis habla con los bailarines de “Don Quijote”. Foto: Mariana Nedelcu

-Una interpretación muy recordada de ustedes dos es el “Adagietto”, precisamente de Araiz. ¿Cómo fue para ustedes esa experiencia?

Candal: Exquisita. Es una pieza sublime. La coreografía, la música de Mahler, el vestuario, las luces. Y nosotros nos conectábamos tanto entre nosotros que era como entrar en otra dimensión. Una gran burbuja que nos transportaba.

Bazilis: Mi esposo, porque yo tengo esposo y con Raúl sólo somos pareja de baile, siempre dice que de toda nuestra carrera, lo mejor que bailamos fue Adagietto.

-¿Y la primera obra que hicieron juntos?

Candal: Fue una coreografía contemporánea de Vittorio Biagi. La música estaba hecha de ruidos y como no había manera de contar compases, decíamos: “Ahora viene la olla que se cae; ahora viene el timbre”.

Bazilis: Y era bastante atrevida para la época; Raúl con un slip; yo con una mallita y sin medias.

Candal: Un primero y gran hito para mí fue cuando bailé con Olga Ferri; ella me superaba en todo: me doblaba en edad, tenía muchísima experiencia, había sido mi maestra. Cuando llegó al Colón, Alexander Minz (nota: un importante maestro y bailarín de carácter que residía en Nueva York) me dio una enseñanza fundamental: qué significa estar en el escenario. Pero también me dio un gran consejo mientras ensayaba con Olga: “En este momento, el que maneja la escena sos vos. Si no te ponés por encima de ella, te va a manejar siempre”.

La voz de la experiencia II. Raúl Candal les muestra un movimiento a los bailarines de La voz de la experiencia II. Raúl Candal les muestra un movimiento a los bailarines de “Don Quijote”. Foto: Mariana Nedelcu

Raúl y Silvia (esa pareja de oro, como los describió hace poco Marianela Núñez) se despidieron del Ballet del Colón en 1994 con Oneguin, de John Cranko. Es una obra maravillosa que seguramente todos los bailarines quieren interpretar y también fue así para ellos dos.

Recuerda Raúl: “Silvia hizo una función con Maximiliano Guerra y una más conmigo. Es decir, para mí fue una única función y la última”.

Don Quijote 2025

La puesta en escena de este Don Quijote se basa en la de Petipa. Gorsky y Prebil, pero las coreografías han sido creadas enteramente por Silvia y Raúl. La propuesta de Julio Bocca fue para ambos, sabiendo de qué manera armónica podían trabajar. Hubo algunas tareas conjuntas, como el montaje de los pas de deux, y luego separaron los trabajos: Silvia se encargó de los roles femeninos y Raúl, de los varones y de las danzas de carácter.

Es una versión más breve que las ya conocidas e incluye una escena creada por Mijail Barishnikov para el American Ballet Theatre: la variación de las copas del segundo acto que Julio Bocca bailó muchas veces con esa compañía.

Las funciones de Don Quijote se realizarán el 24, 25, 26, 27, 29, 30 y 31 de julio y el 1°, 2 y 3 de agosto. Todas serán a las 20, excepto las del domingo 27 de julio y 3 de agosto, que serán a las 17.Los bailarines invitados para representar a Kitri y Basilio serán Celeste Losa y Nicola Del Freo (funciones del 30 de julio y 2 de agosto) y Marianela Núñez y Patricio Revé (31 de julio y 3 de agosto), en el Teatro Colón, Libertad 621.

Cortesía de Clarín



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