En 1983, el público vio por primera vez una de las criaturas más temibles del universo Star Wars: el Rancor. Encerrado en una mazmorra bajo el palacio de Jabba el Hutt, este monstruo colosal se convirtió en una pesadilla instantánea para toda una generación. Pero más allá del impacto cinematográfico, una pregunta ha permanecido latente entre los fans más acérrimos y curiosos: ¿podría de verdad ese monstruo partir un fémur en dos con la mandíbula?
La escena es bien conocida. Luke Skywalker, atrapado en la guarida del Rancor, logra sobrevivir momentáneamente insertando un enorme hueso en la boca de la criatura. El Rancor muerde con fuerza… y el fémur se parte en pedazos. La imagen es tan poderosa como increíble. ¿Pero es verosímil desde el punto de vista científico?
Cuarenta años después del estreno de El Retorno del Jedi, un equipo de paleontólogos ha decidido abordar esta cuestión desde una perspectiva rigurosa, casi académica. Lo sorprendente: han utilizado las mismas herramientas que se aplican para estudiar a los dinosaurios y a otros depredadores del pasado real de la Tierra. El resultado ha sido un estudio publicado en la Journal of Geek Studies que, aunque parte de una premisa fantástica, tiene implicaciones muy reales para la comprensión de la biomecánica animal.
Ciencia aplicada a un monstruo de ficción
Los investigadores Stephan Lautenschlager y Thomas Clements, expertos en biomecánica y paleontología, se propusieron calcular la fuerza de mordida de esta criatura de cinco metros de altura, partiendo únicamente de los recursos visuales de la saga. Como no existe un esqueleto real del Rancor, tuvieron que construir uno digital desde cero, usando técnicas similares a las que se emplean cuando los fósiles están incompletos o deteriorados.
Mediante el uso de modelado 3D y análisis de elementos finitos (una técnica empleada habitualmente en ingeniería civil y medicina para medir resistencias estructurales), el equipo recreó el cráneo, la musculatura y los puntos de inserción de los músculos de la mandíbula del Rancor. Esta simulación les permitió estimar con precisión cuánta fuerza generaría su mordida en condiciones reales.
¿El resultado? Aproximadamente 44.000 Newtons. Para ponerlo en perspectiva, eso es más del doble que el tiburón blanco o el cocodrilo marino, los actuales campeones del reino animal en cuanto a presión mandibular se refiere. La cifra es comparable —y en algunos modelos incluso superior— a la de un Tyrannosaurus rex, uno de los depredadores más formidables que ha existido en la historia de nuestro planeta.

¿Qué tan resistente es un fémur?
Para valorar la veracidad de la escena en la que el Rancor rompe el fémur, los científicos crearon también un modelo digital de un hueso largo, utilizando las propiedades físicas típicas del tejido óseo de grandes mamíferos. Basaron su escala en el tamaño de Luke Skywalker y en la longitud visible del hueso en pantalla. Este fémur fue sometido a una simulación de presión similar a la mordida estimada del Rancor.
La respuesta fue clara: el hueso no tendría ninguna posibilidad. Las simulaciones mostraron fracturas por compresión y torsión en la zona media del hueso, exactamente como se ve en la película. En otras palabras, sí, el Rancor de Star Wars podría efectivamente partir un fémur con la mandíbula, y con sorprendente facilidad.
Además, los investigadores apuntan a que en el universo de la saga, el fémur en cuestión probablemente pertenezca a una criatura mucho mayor que un humano, dada su longitud. Por tanto, la hazaña del Rancor resulta aún más impresionante desde una perspectiva biomecánica.
El lado serio de un estudio divertido
Aunque la investigación parta de una escena de ciencia ficción, los autores no la tratan como una broma. Este estudio pone de manifiesto la potencia de las técnicas paleontológicas actuales y su versatilidad para analizar sistemas biológicos complejos, incluso cuando estos son ficticios.
Muchas veces, los fósiles disponibles para estudiar animales extintos están incompletos o en mal estado. Por eso, los científicos recurren a modelos digitales, simulaciones musculares y pruebas de resistencia estructural. El caso del Rancor sirve como una excusa perfecta para mostrar cómo se reconstruyen anatomías perdidas, cómo se infieren funciones musculares y cómo se evalúan capacidades mecánicas de criaturas que no podemos observar en vida.
Además, el trabajo evidencia cómo la cultura popular y la ciencia pueden interactuar de forma creativa. Una simple escena de película puede inspirar un estudio con herramientas científicas reales, y servir para divulgar conceptos técnicos a través de una narrativa que conecta emocionalmente con la audiencia.

¿Y si lo comparamos con un T. rex?
Según los cálculos del equipo, el Tyrannosaurus rex —un habitual en los debates sobre la fuerza de mordida— podría tener una fuerza similar, aunque algo menor en la mayoría de los modelos. Sin embargo, el T. rex tenía una ventaja evolutiva: sus dientes estaban diseñados para triturar huesos. Mientras que muchos dinosaurios carnívoros tenían dientes afilados y curvos, los del T. rex eran gruesos, de sección redonda y tremendamente robustos.
En ese sentido, aunque el Rancor pueda igualar o superar su fuerza de mordida, no hay pruebas de que sus dientes estén preparados para desgarrar o pulverizar huesos como los del icónico dinosaurio. Tampoco queda claro si su estructura craneal podría soportar impactos repetitivos contra huesos duros sin dañarse. Pero eso es materia para otro estudio… quizás el siguiente capítulo de esta línea de investigación intergaláctica.
Cuando la ficción alimenta la ciencia
Este tipo de trabajos, que mezclan el rigor académico con la cultura geek, tienen una función muy importante: acercan la ciencia al gran público sin perder profundidad. Lejos de ser simples curiosidades, estos análisis permiten probar y refinar metodologías científicas en contextos inesperados, y a la vez inspiran nuevas formas de divulgar el conocimiento.
Al fin y al cabo, lo que está en juego no es solo si Luke Skywalker pudo salvarse con un fémur o no, sino cómo el conocimiento científico puede aplicarse en contextos creativos, inesperados y hasta lúdicos para comprender mejor tanto el mundo real como los imaginarios que construimos.
Referencias
- Lautenschlager S, Clements T. Is a bone a viable weapon when combating a Rancor? Estimating the bite force of an intergalactic mega-predator. J Geek Stud. 2025;12(1):25-36. doi:10.5281/zenodo.14917264
Cortesía de Muy Interesante
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