
México, potencia deportiva por naturaleza… que aún no se pone a entrenar
Si de geografía, juventud y carácter se tratara, México sería una potencia deportiva. Tenemos sierra, mar, altiplano y selvas; ciudades con miles de niñas y niños con energía para mover montañas; y una cultura que celebra el esfuerzo, la fiesta comunitaria y la competencia honesta. Pero un país no se vuelve activo solo por decreto; necesita una ética y una política de cuidado que ponga al cuerpo en el centro. Ya lo decía Joan Tronto, filósofa contemporánea, “Cuidar es reconocer la vulnerabilidad común, no la inferioridad del otro.” y hablando de deporte, nuestra vulnerabilidad por la falta de autocuidado y deporte es tan alta que merece un grito existencial que sacuda nuestra conciencia.
Desde mi marco de Humanismo Mexicano —y los valores que sostienen mi trabajo como desarrollista humano, docente, empresario y consejero sistémico— sostengo que el deporte es una política de cuidado de primer orden: educa, vincula, previene enfermedad, crea propósito y logra la reconstrucción del tejido comunitario, social.
Los datos obligan a hablar claro. Según el Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico 2024 del INEGI, solo 41.1% de la población adulta urbana se considera activa físicamente; dicho de otra forma, 58.9% es inactiva. Esto no es un detalle: es el prólogo de la crisis sanitaria de nuestro tiempo y del futuro.
¿Qué sistema de salud será suficiente para cuidar una población adulta, débil y sin cuerpo que permita una movilidad o autonomía saludable?
La ENSANUT muestra que el 75% de las personas adultas vive con sobrepeso u obesidad y alrededor de 4 de cada 10 niñas y adolescentes presentan ya exceso de peso; además, la prevalencia total de diabetes (diagnosticada y no diagnosticada) ronda 18.3%, equivalente a 14.6 millones de personas. La fotografía se completa con la salud mental: la ENBIARE 2021 reportó 19.3% de ansiedad severa y 15.4% de depresión en población adulta; sabemos que el sedentarismo agrava ambos cuadros. Después de la pandemia estos números seguramente han crecido con preocupación.
En ese contexto, la inversión pública luce mezquina y la privada, concentrada en un solo deporte, el futbol. El presupuesto federal para la CONADE fue de 2,592 millones de pesos pagados en 2024, y la asignación proyectada para 2025 gira en torno a 2,637 millones: aproximadamente 20 pesos por habitante/año (alrededor de 1 dólar). ¡NO ES RIDÍCULO! Mientras tanto, el fútbol profesional moviliza patrocinios privados por varios cientos de millones de dólares al año, capturando la atención empresarial y mediática, y dejando al triatlón, al atletismo, a la natación o al montañismo, entre tantas otras disciplinas olvidadas compitiendo por migajas. No somos una excepción latinoamericana, pero sí estamos rezagados: Chile asigna para su Ministerio del Deporte 2025 $196,017 millones de pesos chilenos (≈US$221 millones), equivalentes a 0.06% del PIB, y Brasil reporta un orçamento actualizado del Ministério do Esporte cercano a R$3.12 mil millones.
Como empresario y consejero de empresas familiares he aprendido lo obvio, lo que no se invierte y no se procura con cuidado no florece. En deporte, el costo de no invertir y no procurar el autocuidado de los y las mexicanas se paga en hospitales, en aulas vacías, en violencia, en una vejez abandonada y en desesperanza.
Cuando el talento crece a pesar del sistema
Para comprender la magnitud del problema hay que mirar rostros concretos.
Natación Artística (caso emblema). En 2023, el equipo mexicano conquistó dos oros y un bronce en Egipto. Fue un triunfo histórico, sostenido sin apoyo gubernamental directo para esa competencia —Fundación Telmex cubrió gastos clave—, y acompañado por una respuesta ”institucional”, fuera de orden y que rayó en la descalificación: “por mí, que vendan calzones, Avon o Tupperware”, declaró la entonces titular –Ana Gabriela Guevara– de Conade al desestimar la queja pública de las atletas. El ataque desató una ola ciudadana y empresarial que, paradójicamente, terminó patrocinándolas. Fue un mensaje doloroso y revelador porque la dignidad de las deportistas contrastó con la precariedad del sistema.
Paola Morán (Atletismo, 400 m). Semifinalista olímpica en Tokio 2020 y París 2024, denunció que “no he recibido ni un peso desde 2021”: campamentos, entrenador, nutrición, psicología, vuelos… todo a su costo. Su crítica fue ética y estructural: no se trata de “apoyos discrecionales”, sino de reglas claras y de largo plazo.
Viridiana Álvarez (Montañismo). Récord Guinness y primera mujer de América en ascender Everest, K2 y Kanchenjunga —y más recientemente completar los 14 ochomiles—, construyó su proyecto sin respaldo público, financiando expediciones altísimas con patrocinio y recursos propios, y abriendo una agenda de salud mental y liderazgo con su iniciativa Líderes de Altura.
Fabián Villanueva (Triatlón). Seleccionado nacional desde 2010, entrenador certificado y hoy cabeza de un proyecto que entrena con ciencia aplicada (planeación, pruebas de lactato, zonas de entrenamiento, uso de plataformas) y, sobre todo, con un código ético claro: lealtad, compañerismo, liderazgo y compromiso. Su lema —“Sin miedo al triunfo, ganar no es lo más importante”— no es una pose, es una filosofía de proceso que pone el crecimiento humano por encima del marcador. Su crítica radica en que la distribución de los recursos en su federación está monopolizada, mal distribuida y sin proyecto futuro claro en la disciplina.
En distintos acentos, estas voces comparten la misma denuncia: el talento mexicano no falla; fallan la estructura, la continuidad y la reciprocidad. Falla el liderazgo deportivo en nuestro país, algunos abusan de su posición y otras personas en puestos claves pierden la cabeza por el poder que se les otorga. Cuando el sistema empuja hacia afuera, los y las atletas resisten con una mezcla de enojo, dignidad y autogestión. Y aun así, llegan. Pero no debería ser así. Es tan visible, que los resultados hoy en nuestro deporte, hablan más que mil palabras y lo grito con frustración y respiro con esperanza.
Un plan deportivo desde el Humanismo Mexicano
La propuesta para México —como desarrollista humano, líder humanista, consejero sistémico, empresario y deportista con conciencia de autocuidado— parte de una ética, moral y de una estrategia sistémica.
La filosofía proviene del Humanismo Mexicano que sostengo en mis artículos: la dignidad de la persona y su valor absoluto va primero; la disposición a servir a la comunidad; la conciencia para desplegar capacidades y revertir complejidades y; la responsabilidad para hacernos cargo del autocuidado y el bien común. La estrategia bebe de la consejería sistémica: intervenir en las relaciones y en los contextos, no sólo en personas aisladas que es muy común en el mundo del deporte. Traduzco esa propuesta filosófica en una reforma deportiva con cinco ejes:
1.Un contrato de valores para el deporte (lo cultural)
Tomemos como columna vertebral el código e ideario que he aprendido entrenando y al escuchar la voz de Fabian Villanueva encarnando en su proyecto deportivo:
- Lealtad: honrar la reciprocidad igualitaria con personas e instituciones.
- Compañerismo: construir vínculos saludables de colaboración.
- Liderazgo: guiar con el ejemplo, desde la coherencia y la disciplina.
- Compromiso: cumplir lo prometido con entrega y pasión.
Está Filosofía: “Sin miedo al triunfo: ganar no es lo más importante.” Me refleja y espero que a ti lector/a también. Deja claro que la persona, su proceso formativo-deportivo, y la comunidad va por encima del marcador o una medalla.
Este contrato cultural no es palabra dientes para fuera es un compromiso para definir métricas más humanas, es decir mixtas: (i) cualitativas relacionadas con la calidad de vida de cada atleta y la población; y cuantitativas relacionadas con estadísticas de desempeño deportivo. Ambas, con un firme propósito, fomentar el crecimiento deportivo al mismo tiempo que el bienestar común, la salud de la población y que se reconstruya el tejido social.
Si liderazgo es ejemplo, una federación o una empresa no debiera presumir medallas, ni abusar de su poder, más bien, debe rendir cuentas de cuántas niñas y niños accedieron a clases de natación, a una pista segura o a un bosque bien señalizado; de cuántas horas de actividad se impartieron; de cuántos entrenadores se certificaron en ética del cuidado y seguridad; de cuantos/as atletas han realizado orgullosamente su proyecto deportivo al poner en alto el nombre de nuestro país sin haber arriesga su proyecto de vida personal futuro por falta de apoyos, recursos y malas prácticas políticas.
2. Reorientar la inversión pública (lo institucional)
Propongo una regla 50–30–20 para el gasto deportivo de los tres niveles de gobierno (federal–estatal–municipal):
- 50% Acceso: becas de cuota y transporte, horarios extendidos (6–22 h), seguridad y ligas barriales; prioridad en la infancia y adolescencia.
- 30% Mantenimiento y entrenadores: no más “elefantes blancos”; dignificar salarios de entrenadoras/es, garantizar su formación continua, y mantener la infraestructura en condiciones profesionales.
- 20% Alto rendimiento: convenios multianuales con atletas y equipos basados en planes verificados (no en coyuntura), con ciencia aplicada al entrenamiento (pruebas de esfuerzo, control de cargas, servicios de nutrición y psicología).
Con 2,637 mdp anuales (CONADE 2025), la cifra parece modesta; la clave es enfocar y multiplicar con convenios tripartitos: ayuntamientos – empresa – sociedad civil para abrir y sostener instalaciones.
3. Filantropía consciente y corresponsabilidad empresarial (lo económico)
Apelo a un empresariado que abra la cancha. Desde capitalismo consciente (Sisodia) y mi práctica en empresa familiar humanista, propongo cláusulas con beneficios fiscales significativos y cláusulas filantrópicas en patrocinios,: 20% del monto obligatoriamente a acceso comunitario (becas, entrenadores en escuelas públicas) y 10% a mantenimiento de instalaciones. El fútbol puede seguir siendo negocio —bienvenido—, pero no puede seguir acaparando, extractivamente, el oxígeno de las demás oportunidades deportivas..
La responsabilidad no es solo de las grandes empresas; las pymes pueden adoptar un equipo, una pista, una alberca. Lo que me ha enseñado la consejería sistémica es que no hay cambio sin cuidado: el cuidado es acción, presupuesto, tiempo y presencia… compromiso con la sostenibilidad del país.
4. El deporte como medicina social (lo sanitario y educativo)
Síndrome metabólico, diabetes y salud mental son tres frentes donde el deporte incide de manera directa.
- La prevalencia de síndrome metabólico en adultos mexicanos rondó 56% en 2018 (ENSANUT continua), con riesgo elevado de diabetes e infarto; sin cambios de estilo de vida, la inercia es mortal.
- La diabetes total alcanza 18.3% de la población adulta; sin 150 min/semana de actividad, la curva no bajará.
- En ansiedad y depresión, los niveles reportados por INEGI piden protocolos de actividad física como parte del cuidado primario: el ejercicio reduce síntomas y mejora la adherencia a tratamiento.
La política: integrar al currículo escolar horas efectivas de actividad, garantizar clases de natación en primaria (mortalidad por ahogamiento y beneficio cardiovascular), y abrir instalaciones públicas antes y después de clase con entrenadores certificados. Esto no se improvisa; se administra; se invierte; se trabaja.
5. Siete causas estructurales que el deporte ayuda a transformar (lo estratégico)
Cardiopatías congénitas: segunda causa de muerte en menores de 1 año (y de las primeras en menores de 5). Necesitamos detección oportuna y, a lo largo de la vida, programas de actividad prescrita para familias cuidadoras.
- Obesidad infantil y juvenil: el 40% de niñas y adolescentes con exceso de peso; deporte escolar y comunitario como factor protector.
- Síndrome metabólico y diabetes en adultos: cambiar estilos de vida con programas municipales de 150–300 min/sem supervisados; priorizar mujeres cuidadoras y hombres con trabajo físicamente inactivo.
- Salud mental (ansiedad/depresión): grupos de entrenamiento como terapia conductual complementaria; deporte como ritual comunitario de logro y pertenencia.
- Embarazo adolescente: clubes deportivos mixtos con mentorías reducen riesgo y fortalecen proyecto de vida.
- Trata de personas y violencia: ligas barriales estables aumentan cohesión, reducen tiempo de riesgo y crean redes de protección.
- Deserción escolar: deporte escolar ancla permanencia, mejora autoconcepto y habilidades socioemocionales.
Voces que encarnan el plan — Atletas con disciplina, logros y crítica propositiva
Fabián Villanueva (Triatlón olímpico y de media distancia).
Logros y trayectoria: seleccionado nacional desde 2010 con participaciones en Campeonatos Panamericanos, Copas del Mundo y Series Mundiales; entrenador certificado (Univ. del Triatlón Niveles 1–3; diplomado UAEM en fuerza para alto rendimiento).
Crítica/Propuesta: desplazar el culto al resultado por la filosofía del proceso; entrenar con ciencia (planeación, control de cargas, pruebas de lactato, zonas y cuidado integral del atleta) y con código ético (lealtad, compañerismo, liderazgo, compromiso) para dignificar el deporte y masificar el acceso. Frase-faro: “Sin miedo al triunfo, ganar no es lo más importante.”
Paola Morán (Atletismo, 400 m).
Logros: finalista mundial (Doha 2019) y semifinalista olímpica (Tokio 2020, París 2024).
Crítica/Propuesta: desde 2021 reportó cero pesos de apoyo de Conade para entrenador, campamentos, competencias, nutrición y psicología. Busca desarrollar reglas transparentes de financiamiento multianual, sin castigos discrecionales, y con acompañamiento integral (salud física y mental).
Nuria Diosdado (Natación Artística).
Logros: múltiple medallista panamericana; capitana del equipo nacional que logró oros en Egipto 2023.
Crítica/Propuesta: autogestión forzada ante recortes y disputas federativas; declaró públicamente la falta de apoyo, recibió descalificaciones y siguió ganando. Propone restaurar becas en tiempo y forma; separar política de resultados deportivos; proteger jurídicamente a las y los atletas.
Viridiana Álvarez (Montañismo).
Logros: 14 ochomiles y récord Guinness; alpinismo extremo de clase mundial.
Crítica/Propuesta: el montañismo ni siquiera está plenamente integrado en la estructura de deporte federado; cero apoyo público sistemático. Su intención es reconocer disciplinas emergentes; crear fondos mixtos para expediciones con alto valor simbólico y comunitario; incorporar salud mental al programa deportivo.
Un referente internacional para el “proceso”: Jan Frodeno (Triatlón).
No es mexicano, pero su ética dialoga con la nuestra: “la mentalidad de campeona o campeón se construye en el proceso, no en el podio”. Su longevidad deportiva y su énfasis en reinventar el propósito sostienen la tesis de que el triunfo real es sostener hábitos y comunidad en el tiempo.
Filosofía aplicada — Del cuidado a la capacidad (y de ahí al desarrollo)
Lo sostuve en columnas anteriores sobre liderazgo humanista, empresa familiar y reconstrucción del tejido social: una nación florece cuando su gente puede y quiere. En lenguaje de Amartya Sen, el deporte expande capacidades: salud, autonomía, agencia y vínculos. En clave rogersiana, una cultura deportiva crea ambientes facilitadores donde la persona puede actualizarse en autenticidad y responsabilidad. En términos baumanianos, el deporte teje vínculos sólidos en medio de la modernidad líquida; y desde la ética del cuidado de Tronto, el Estado, la empresa y la familia se responsabilizan: no delegan el cuidado al azar, lo organizan.
La economía también aprende aquí: Raj Sisodia nos recuerda que las empresas que cuidan permanecen; el deporte es un vehículo excelso para practicar ese cuidado. Y me permito sumar una convicción propia, fruto de 20 años de correr, nadar y pedalear en triatlón: el cuerpo recordará la cultura que construyamos hoy… hacer deporte y hacer equipo nos humaniza, nos educa y genera la satisfacción de un buen vivir.
¿Acaso no queremos eso todos y todas?
Si le damos abandono, responderá con bienestar; si le ofrecemos proceso, comunidad y esperanza, responderá con florecimiento.
Métricas que importan — Del marcador a los indicadores de cuidado
- Cuerpos activos por municipio: % de niñas/os y adolescentes que cumplen 150–300 min/sem en programas formales. Adultos/as mayores con mejor autonomía y movilidad arriba de los 75 años. Incremento en la sobrevida nacional.
- Horas sociales abiertas: piscinas, pistas, canchas disponibles 6–22 h con seguridad y entrenadores. Accesibilidad con cuotas de recuperación equitativas y sin discriminación social.
- Entrenadores certificados en ética del cuidado, seguridad acuática, psicología positiva y primeros auxilios (por cada 10 mil habitantes). Más es mejor.
- Paridad y acceso: % de niñas y % de personas con discapacidad Y % de personas adultas en programas deportivos y rehabilitación física.
- Salud: cambios en HbA1c (Hemoglobina Glicosilada A1c) en población con diabetes participante; reducción en IMC (índice de masa corporal) y mejora de aptitud cardiorrespiratoria; reducción de síntomas de ansiedad/depresión en grupos de entrenamiento.
- Justicia territorial: inversión por persona en colonias y municipios de alta marginación.
Con estos indicadores, la conversación cambia: no discutimos medallas, sino derechos y futuro. Dignificamos vidas.
Política y presupuesto — Una comparación útil (y honesta)
No propongo copiar modelos, sino aprender de ellos. Chile vincula una partida de deporte con metas explícitas y con porcentaje del PIB (0.06%); Brasil empieza a diversificar fuentes, incluso con recaudación por apuestas para el sistema deportivo. México puede y debe blindar el gasto deportivo mínimo con metas quinquenales y con un Fondo Mixto (público–privado–social) que multiplique la inversión municipal en acceso y mantenimiento. Por eso insisto en que cada patrocinio incluya filantropía consciente medible con retribuciones fiscales. El ahorro en gasto de enfermedades futuras lo justifica.
Cuidar la infancia — Donde el reloj corre más rápido
Hay realidades que no admiten demora. Así como otras causas, las malformaciones congénitas, particularmente las cardiopatías, figuran como segunda causa de muerte en menores de 1 año, y están entre las primeras en menores de 5; la clave está en diagnóstico oportuno y seguimiento. El deporte aquí no reemplaza la medicina, pero sí construye hábitos familiares de salud, alfabetización corporal, redes de apoyo mutuo y resiliencia. Junto a la escuela y los sistemas de salud, el deporte comunitario es nuestro aliado para que niñas y niños vivan y vivan bien.
Un cierre en forma de salida — México, ponte en modo entrenamiento
Si algo he aprendido en tres décadas junto al deporte —como persona, padre y abuelo; como triatleta; como empresario en múltiples sectores; como docente, diseñador de futuro, estratega y consejero sistémico— es que no hay atajos. El cuerpo no miente. Tampoco la comunidad. Y cuando un país decide entrenar, se le nota en la piel, en su corazón y en el espíritu… En su cultura de autocuidado y su salud poblacional.
¿Cómo evaluarías la cultura deportiva como país?
Desde Concordia y sus empresas, desde Vitalmex, desde Fundación Lilo México y desde cada iniciativa que he impulsado, he apostado por el deporte como lenguaje de cuidado y de futuro, como inversión en el desarrollo de conciencia de los y las colaboradores que trabajan conmigo. No es retórica: he visto a niñas perder el miedo al agua y a jóvenes descubrir que la disciplina es una forma de libertad; he visto a personas adultas remar en aguas el mar sin saber nadar; equipos salvar a sus integrantes en momentos oscuros; gente con problemas de obesidad modificar su vida; he visto a ejecutivas y obreros compartir pista, sudor y respeto.
El deporte nos iguala en lo esencial.
El deporte nos cohesiona como comunidad.
El deporte mitiga nuestros riesgos de salud.
El deporte nos permite envejecer con dignidad.
El deporte nos humaniza.
Hoy te hablo a ti, empresaria, empresario, madre, padre, funcionaria, maestro, vecina, joven: no esperes a que el marcador cambie solo. Abre la cancha, la pista, el carril que te toca y adopta un entrenador, una alberca, un gimnasio de barrio, regala horas de acceso, organiza una liga, pide cuentas a tu municipio, mide resultados que importen, que humanicen. Si diriges una pyme, puedes guiar el relevo; si presides una gran empresa, puedes cambiar la historia de una ciudad.
Quiero terminar con una convicción que me regaló el triatlón y Fabian Villanueva como ejemplo de ser humano-atleta y que hoy propongo como filosofía nacional: “Sin miedo al triunfo” no significa despreciar la victoria, sino ponerla en su lugar. El triunfo no es la medalla del domingo, sino que es la coherencia del lunes a sábado; es la lealtad que honra la reciprocidad; es el compañerismo que nos salva del aislamiento; es el liderazgo que guía con el ejemplo; es el compromiso que cumple lo prometido.
Ganar, ganar de verdad, es que México vuelva a moverse para cuidarse y entonces se convierta en potencia deportiva.
Si en este país seguimos apostándolo todo a un solo balón, perderemos la salud, la esperanza y el porvenir. Pero si nos atrevemos a entrenar el proceso —con políticas públicas de cuidado, con filantropía consciente, con escuelas abiertas y con empresas que abran la cancha—, ganaremos lo único que vale la pena: una vida digna para todas y todos.
Sin deporte, nuestro futuro no será digno. Con deporte, sí. Y la salida —como en toda carrera— es ahora.
Abrazo esperanzador en letras.
El autor es doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México; master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de Empresa, España. Licenciado en Comunicación Gráfica y columnista en El Economista.
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Cortesía de El Economista
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