
La sobrecarga de trabajo es un enemigo silencioso de la productividad y de la salud. Aunque cada puesto tiene exigencias, cuando estas rebasan la capacidad de las personas, es una señal de alerta.
Pamela Salas, coach de Carrera en The Career Counselors, afirma que si bien existen picos de alta demanda, el problema es cuando la sobrecarga laboral se vuelve parte del día a día de los trabajadores.
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“También cuando se trata de horarios extendidos, personas trabajando después del tiempo establecido y hasta los fines de semana, eso es una sobrecarga de trabajo”, destaca.
Las cargas laborales excesivas son más comunes de lo que parece. De acuerdo con el último Reporte de riesgo psicosocial en México, elaborado por Mercer Marsh, el 43% de los trabadores tiene sobrecargas de trabajo.
En tanto, Hermes Cruz, director de Recursos Humanos de 4U TALENT Monterrey Chapter, explica que la sobrecarga también se da cuando una organización no ofrece los equipos necesarios para realizar sus tareas. “Una persona que no tienen los recursos o apoyo para realizar su función y las tareas adicionales, es sobrecarga laboral”.
“La carga de trabajo es un riesgo cuantitativo y cualitativo que no solo depende de las cantidades de trabajo, sino también de los niveles de responsabilidad depositados sobre algunas áreas, la capacitación para ejecutar actividades y el apoyo que reciben de sus corresponsables”, explica Mercer Marsh.
Además de esto, los especialistas coinciden en que el exceso de trabajo también es señal de una mala organización de las empresas, así como equipos incompletos y falta de priorización.
En México se cuenta con la NOM-035, la cual, reconoce que las jornadas laborales y las cargas excesivas son factores de riesgo psicosocial que pueden dañar la salud mental.
Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la sobrecarga laboral y las jornadas excesivas se vinculan con 750,000 muertes anuales en todo el mundo.
Destacan que los horarios de trabajo y las cargas excesivas están asociadas a horas de sueño reducidas y de mala calidad, además de problemas con la vida laboral y familiar que contribuyen a aumentar el nivel de estrés y cansancio.
“Debido a su prolongada exposición a las demandas de trabajo, los colaboradores experimentarán una mayor necesidad de recuperación, junto con una oportunidad reducida para lograr esa recuperación y estar bien”, apuntan los organismos internacionales.
Mientras que Pamela Salas indica que la sobrecarga de trabajo genera una afectación cuando deja de comer a sus horas, no realiza otras actividades como ejercicio, se aleja de sus familiares y sobre todo, ve mayores impactos en su salud.
En ese sentido, Hermes Cruz comenta que la sobrecarga se traduce en mayor ausentismo y bajas derivado del estrés. “Existen más quejas de que le están cargando la mano a un trabajador más que a otro, y en eso se debe poner atención y atenderlo para evitar mayores problemas”.
La importancia de la comunicación
Pamela Salas recomienda a las personas platicar con sus jefes cuando detecten que las cargas laborales están afectando no sólo su dinámica de trabajo, también aspectos personales.
“Es importante que puedan hablarlo y poner un alto. Hay gente que simplemente termina renunciando, pero yo diría que hay que platicarlo con los encargados de área, porque cuando se habla, se pueden hacer cambios favorables”, refiere la especialista.
Hermes Cruz, coincide con la importancia de la comunicación efectiva, ya que en ocasiones los jefes no detectan inmediatamente una carga de trabajo desproporcionada hasta que la persona renuncia o presenta daños en salud.
“Es bueno que a uno como gerente o director sí nos digan, que se hable. Otro es la frecuencia con la que una empresa evalúa las cargas de trabajo en su plantilla, ya que eso ayuda a prevenir el estrés laboral y el agotamiento entre los trabajadores”, comenta.
Cortesía de El Economista
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