Recientemente se ha publicado en distintos medios que el Hotel Palace en Madrid está recuperando su acabado original, y se ha hecho totalmente basado en los datos históricos. ¿Por qué ha sido tan reconocida esta noticia? Parte puede ser por tratarse del Hotel Palace, pero gran parte tiene que ver con el conocimiento de que el edificio no siempre fue así.
En efecto, el aspecto y acabados de los edificios dependen, por un lado de las modas y, por otro, de como el paso del tiempo, la interacción de los agentes atmosféricos y de los microorganismos afectan los constituyentes externos que observamos. De este modo para nosotros lo que observamos como cotidiano no siempre fue así, ha sido transformado, bien por la intervención humana o por la interacción de los agentes antes mencionados.
La transformación histórica de los monumentos
Pero ¿es esto una novedad?, ¿es algo reciente? No, no es reciente. Ya los griegos decoraban sus edificios con pinturas. Esto se conoce por los estudios científicos realizados en la Acrópolis (Atenas, Grecia). De hecho, el Parthenon se encontraba decorado en el exterior. Sin embargo, el paso del tiempo, en unión con las vicisitudes de la historia, han hecho que podamos observar el Parthenon en su aspecto actual, la piedra desnuda.

Pero, ¿totalmente desnuda? No, si se observa con atención, y más después de la última restauración llevada a cabo en el mismo, hay notables diferencias entre el aspecto de unos bloques de piedra y otros. Durante la restauración se colocaron bloques de piedra nuevos, procedentes de canteras, combinándolos con los fragmentos antiguos dispersos (técnica denominada anastilosis). Pues bien, esto ha hecho que se aprecie la diferencia entre unos bloques y otros. Mientras que los extraídos recientemente de la cantera relucen con su aspecto blanco, los bloques históricos son más amarillentos.
El descubrimiento de Justus von Liebig y las pátinas
Este tono amarillo ya llamó la atención de los científicos en el siglo XIX, siendo Justus von Liebig quien analizó químicamente las transformaciones superficiales de monumentos de la Acrópolis en Atenas, después de haber recibido unas muestras del Profesor Thiersch, por lo que, a los minerales identificados, actualmente conocidos como oxalatos de calcio (whewellita y weddellita), los identificó con el nombre de “Thierschite”.
Este descubrimiento derivó, con el paso del tiempo, en amplias investigaciones llevadas a cabo por diferentes autores a nivel internacional sobre el origen de los mismos y de lo que se vino a denominar ‘pátina’. Se desarrollaron dos vertientes de pensamiento: la de aquellos que defendían que derivaban de la actividad metabólica de los líquenes al interactuar con sustratos pétreos ricos en caliza y otros que defendían que aparte de la actividad de los líquenes y microorganismos también podía haberse favorecido por la intervención humana al haber aplicado tratamientos con compuestos orgánicos para entonar la superficie de los elementos constructivos. Estos compuestos orgánicos podrán haber favorecido el metabolismo de los mencionados organismos.

La composición de las pátinas en los monumentos
De hecho, en muchas de estas pátinas estudiadas se observa no sólo la presencia de estos minerales, sino también la presencia de fosfato cálcico, de calcita (carbonato cálcico) y/o yeso (sulfato cálcico) y arcillas. Todos ellos pueden aparecer mezclados o bien ordenados desde el interior hacia el exterior en capas superpuestas en lo que se denomina una sucesión estratigráfica.
Así, en este último caso, el fosfato cálcico si lo hay se encuentra en el interior, en contacto con el sustrato pétreo rico en calcio, la calcita en una capa intermedia y las arcillas en la zona externa, lo que indica que, de haber sido aplicadas fueron las últimas en aplicarse, ya que aportarían la coloración exterior características (tonos pardos, marrones amarillentos, rosáceos).
Las pátinas en distintos países y su importancia en la arquitectura
Pero, ¿es la Acrópolis el único lugar donde aparecen estas pátinas?
No, se pueden encontrar este tipo de pátinas en diversos monumentos de variados países como Grecia, Italia, Portugal o España.
En el caso de España se encuentran ejemplos que datan principalmente de los siglos XVI y XVII, en provincias como Burgos (por ejemplo: Claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos o Monasterio de San Blas en Lerma), Guadalajara (por ejemplo: Palacio del Infantado) o Valladolid (por ejemplo: Iglesia de Santiago en Cigales).

¿Por qué se aplicaban artificialmente las pátinas?
Y si eran artificiales ¿por qué lo hacían? Pues hay dos razones fundamentales: la primera sería seguir las tendencias artísticas de la época y, la segunda, la necesidad de recubrir la diversidad de materiales empleados en la construcción de edificios históricos con un mismo tono que diera homogeneidad visual al conjunto. Hay que tener en cuenta que la construcción de iglesias y catedrales era un largo proceso que se dilataba en el tiempo durante años y en el que se utilizaba piedra de construcción extraídas de diferentes canteras, lo que hacía que sus propiedades fueran distintas entre sí.
De hecho, una de las referencias históricas que avalan la teoría de la aplicación artificial es la existencia de la ilustración realizada por Jean Fouquet, en un códice del siglo XV (Josèphe, 1465), en el que se representa la construcción de un templo -el imaginario Templo de Salomón- en el que se observa cómo un trabajador está pintando o “patinando” la fachada de color ocre.

La conservación de las pátinas y su valor histórico
A pesar de la cantidad de ejemplos que se pueden encontrar no se conoce la “receta” que se empleaba. Esto puede ser debido a que en el pasado el saber hacer artesanal se transmitía entre los maestros constructores de forma oral, para mantener sus conocimientos a salvo.
Se han hecho intentos en recuperar esta técnica y, aunque algunos resultados se han aproximado a ella, todavía es algo que ha de seguir siendo investigado, pero sobre todo ha de protegerse. Es por ello que, a la hora de intervenir en obras de conservación/restauración, hay que seguir criterios de intervención que indican que no se deben eliminar elementos característicos de la obra bien por su componente histórico/artístico o bien porque muestran cómo ha afectado al monumento o edificio el paso del tiempo. Siempre y cuando estos elementos no estén perjudicando al estado de conservación del mismo. Es por ello que se deben evitar intervenciones no profesionales en las que lo que prima es llevar a su máxima potencia el aspecto de nuevo o limpio, un falso concepto de modernidad que nos priva de un largo devenir histórico.
Referencias
- Vázquez Calvo, María del Carmen. Tesis: Técnica tradicional de protección y embellecimiento de la piedra en el patrimonio arquitectónico: pátinas históricas en la Península Ibérica. 2013. CSIC-UCM. 837 p.

María del Carmen Vázquez Calvo
Doctora en Ciencias Geológicas

Cortesía de Muy Interesante
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