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- Autor, Atahualpa Amerise
- Título del autor, BBC News Mundo
El derecho a la existencia de Israel y su seguridad es razón de Estado para Alemania, el mejor amigo europeo de un país cada vez más señalado por su estrategia militar en Gaza.
Alemania respalda a Israel en foros internacionales, es su principal socio comercial en la región, mantiene importantes acuerdos militares y su narrativa oficial vincula directamente la existencia de Israel con la identidad política y moral de Berlín.
Este alineamiento no responde solo a intereses estratégicos, sino a un trasfondo histórico singular: a diferencia de otros países europeos, la relación de Alemania con Israel está marcada por la trágica memoria del Holocausto.
Tras la masacre de millones de judíos por el régimen nazi hace más de ocho décadas, Alemania ha adquirido un compromiso con la existencia y seguridad del Estado israelí, un compromiso que la guerra en Gaza y en especial la hambruna actual están poniendo a prueba.
Mientras otros gobiernos europeos han intensificado sus críticas a Israel, Berlín ha mantenido una postura más cauta, especialmente en los primeros meses del conflicto.
Sin embargo, el deterioro de la situación humanitaria en la Franja, la hambruna que denuncian organismos internacionales y las crecientes acusaciones de crímenes de guerra contra Israel han comenzado a levantar dudas sobre un consenso que parecía inquebrantable.
“El gobierno alemán sigue siendo proisraelí, pero estamos viendo un cambio”, indica a BBC Mundo el sociólogo Meron Mendel, director del Centro Educativo Anna Frank en Fráncfort y autor del libro Hablando de Israel: un debate alemán.
La responsabilidad histórica
La estrecha relación entre Alemania e Israel se remonta a mediados del siglo XX, cuando las heridas del Holocausto estaban recientes y llegó el momento de asumir responsabilidades.
En 1952, siete años después del fin de la II Guerra Mundial y cuatro desde la creación del Estado de Israel, Alemania firmó con este último el Acuerdo de Luxemburgo, en el que se comprometió a pagar reparaciones económicas por los crímenes del régimen nazi.

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Además de sentar las bases para la consolidación del Estado israelí, la decisión abrió una senda de cooperación que perdura hasta hoy.
Durante décadas, sin embargo, esa política no se tradujo en un respaldo incondicional: “Si observas la cultura de la memoria en Alemania desde 1950 hasta inicios del siglo XXI, incluso cuando miraban hacia el pasado, no pensaban inmediatamente en Israel ni en la política israelí”, afirma Meron Mendel.
Explica que la percepción general de los alemanes sobre los judíos e Israel se vinculaba más a “asumir el pasado de la generación de los padres y conmemorar los eventos del Holocausto”.
Sin embargo, en 2008 se produjo un punto de inflexión cuando la entonces canciller alemana Angela Merkel declaró ante el Parlamento israelí que la seguridad de Israel es parte de la Staatsräson, o razón de Estado, alemana.

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Ese concepto, que establece un compromiso incondicional con la existencia y seguridad del Estado israelí, fue adoptado como principio rector de la política exterior alemana y ha sido refrendado por los sucesores de Merkel: Olaf Scholz y Friedrich Merz.
Michael Brenner, profesor de Historia en la American University, indica a BBC Mundo que “Alemania siente una responsabilidad especial de proteger a Israel cuando su seguridad se ve amenazada”, y cita como ejemplo la masacre del 7 de octubre de 2023 que dio origen a la actual guerra en Gaza.
Brenner, autor de ocho libros sobre historia de los judíos y su relación con Alemania, asegura que este compromiso no nace de un sentimiento de culpa sino del principio de “responsabilidad” histórica presente en el discurso político y académico germano.
“Después de dos o tres generaciones, ya no se puede hablar de culpa. Pero la mayoría de la élite política está convencida de que Alemania debe oponerse al antisemitismo por su historia”, añade el politólogo Matthias Küntzel, investigador del Centro Vidal Sassoon de Jerusalén y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores alemán.
Los expertos argumentan que el apoyo a Israel cumple un papel simbólico en la identidad política alemana contemporánea como demostración de que el país ha aprendido de su pasado.
Mendel explica que esta política “se convirtió en una especie de consenso, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, en todo el espectro político alemán”.
Alianza económica, militar y diplomática
Si bien la historia es el factor determinante, la relación entre Alemania e Israel se asienta en una base estratégica que también abarca la economía, la defensa y la diplomacia.
El Estado alemán es hoy el principal socio comercial de Israel dentro de la Unión Europea, con un intercambio que incluye tecnología, innovación, infraestructura y cooperación científica.
En los últimos años, Alemania ha copado casi el 20% del comercio total de Israel con la Unión Europea, lo que la sitúa en primer lugar muy por encima de otros países del bloque como Francia o Italia.
Y en defensa, el país germano es el segundo mayor proveedor de armamento de Israel después de Estados Unidos, con envíos que incluyen submarinos, sistemas de defensa aérea o tecnología para tanques.
Desde el ataque de Hamás en octubre de 2023, Berlín ha suministrado armamento a su aliado por valor de unos US$500 millones, según el diario Financial Times.

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Por su parte, Israel también obtiene importantes contratos de venta de armas a Alemania, como el sistema antimisiles Arrow 3, adquirido por Berlín a un coste de unos US$3.500 millones.
Además del comercio y la defensa, el vínculo también se extiende a la inteligencia y la diplomacia: ambos países cooperan en organismos multilaterales como la ONU y la UE, donde Alemania suele alinearse con las posiciones israelíes o actuar como contrapeso frente a críticas internacionales.
También mantienen numerosos programas educativos y culturales, desde hermanamientos entre ciudades hasta intercambios juveniles y académicos.
Para el politólogo Matthias Küntzel, autor de varios libros sobre antisemitismo, el estrecho vínculo bilateral responde en parte al hecho de que Israel es una democracia plena en Oriente Medio -una región muy inestable- por lo que Alemania considera que su relación tiene un valor estratégico frente a Irán y otros actores regionales como Rusia y China.
En todo caso, matiza el historiador Michael Brenner, pese a que el factor geoestratégico es importante, “sin la historia del Holocausto esta cooperación nunca habría alcanzado tal profundidad”.
Qué cambia con la guerra en Gaza

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Si hay algo capaz de poner a prueba la férrea defensa alemana de Israel, es la guerra en Gaza.
Unos 60.000 palestinos han muerto en la Franja en los últimos 21 meses, según el Ministerio de Salud de Gaza, mientras organizaciones internacionales alertan de una severa hambruna que causa estragos en la población más vulnerable.
De acuerdo con cifras del ministerio de Salud de Gaza, desde el inicio de la guerra -tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023- han muerto en ese territorio 147 personas, entre ellos 88 niños, por causas atribuibles a la desnutrición.
Si bien Berlín ha mantenido su respaldo a Israel en los principales foros internacionales, comienzan a observarse movimientos que sugieren un cambio de postura.
Alemania no se adhirió al comunicado presentado la semana pasada por 28 países -entre ellos los principales Estados europeos- que exige rotundamente a Israel detener guerra en Gaza.
Sin embargo, presentó junto a Reino Unido y Francia un texto conjunto para solicitar al gobierno de Benjamin Netanyahu que ponga fin a “la catástrofe humanitaria”, al considerar que “retener ayuda humanitaria esencial para que no llegue a la población civil es inaceptable”.
“Instamos al gobierno israelí a que levante de inmediato las restricciones al flujo de ayuda y permita urgentemente que la ONU y las ONG humanitarias realicen su trabajo para combatir la hambruna. Israel debe cumplir con sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario”, dice el comunicado.
El gobierno de Netanyahu niega estar bloqueando el reparto de alimentos y, en cambio, ha criticado a la ONU por no recoger y transportar de forma oportuna la comida que se encuentra del lado gazatí de la frontera a la espera de ser distribuida. La ONU rechaza estos señalamientos y apunta que el flujo de ayuda depende de Israel, que es quien tiene el control del territorio.
En Alemania, las críticas a Israel ya estaban surgiendo recientemente dentro de la coalición a la que pertenece el gobierno del conservador Friedrich Mertz, en la que algunas voces han hablado incluso de “crímenes de guerra”.
El historiador Michael Brenner destaca que, “mientras que los democristianos -el socio mayoritario de gobierno y el partido del canciller Merz- son reacios a unirse abiertamente a otros países occidentales que piden el fin de la guerra, los socialdemócratas -el minoritario- son más críticos con la política israelí en Gaza y quieren limitar o poner fin a las exportaciones de armas alemanas a Israel”.
“Tanto el canciller como la ministra de Exteriores pertenecen a los democristianos, pero creo que incluso ellos acabarán criticando en algún momento la continuación de la guerra israelí en Gaza”, vaticina.
Según Meron Mendel, “el concepto de Staatsräson, la razón de Estado, de solidaridad con Israel, se está tambaleando”.
El director del Centro Educativo Anna Frank remarca que “la ciudadanía alemana, como otras poblaciones europeas, no puede entender por qué Israel actúa como lo hace; incluso personas que antes de la guerra estaban más o menos del lado de Israel, ahora están muy perturbadas por la situación”.
La tensión se nota en las calles: la semana pasada una manifestación propalestina recorrió el centro de Múnich, llevando a cientos de judíos y simpatizantes a formar una cadena humana para proteger la sinagoga principal.
Poco antes, un restaurante israelí en Berlín cancelaba su apertura tras intensas protestas de un colectivo palestino.

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La evolución de la guerra en Gaza y la situación humanitaria de los palestinos podría condicionar en los próximos meses la política alemana hacia Israel.
“No creo que el principio de la Staatsräson vaya a desaparecer”, apunta Mendel, aunque pronostica que “si la guerra no termina, si la situación humanitaria en Gaza sigue siendo o se vuelve aún más catastrófica, se producirá un cambio en las políticas de Alemania”.
Brenner, por su parte, destaca el “desequilibrio entre el apoyo que el gobierno brinda a Israel y la opinión política en Alemania, mucho más crítica hacia la guerra de Israel en Gaza”
“Si esto sigue creciendo, especialmente entre una generación más joven de políticos, podría producirse un cambio de rumbo”, sentencia.

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Cortesía de BBC Noticias
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