Netflix apostó fuerte para despedir a una de sus series insignia. Stranger Things 5, el último tramo de la historia que comenzó en 2016, llegó con una estrategia ambiciosa: dividir la temporada en tres partes -Volumen 1, Volumen 2 y un episodio final presentado como el más largo y cinematográfico de toda la saga- y ubicar el desenlace en la noche (al menos para la Argentina y varios países) del 31 de diciembre.
Sin embargo, lejos de convertirse en un fenómeno colectivo, el final aparece rodeado de un entusiasmo notablemente menor al que supo generar la serie en otros momentos clave.
En la Argentina, como en buena parte del mundo, el estreno del episodio final cayó en un horario poco favorable: las 22, en plena cena de fin de año. Una franja atravesada por reuniones familiares, brindis y rituales que relegan cualquier consumo audiovisual extenso. Más aún cuando se anticipó que el capítulo tendría una duración de dos horas, una exigencia difícil de cumplir en una noche dominada por otras prioridades.
A ese desajuste se sumó otra decisión que dejó en evidencia las limitaciones del plan del gigante del streaming. Para potenciar la complejidad narrativa y el despliegue de efectos visuales -anunciados como los más ambiciosos de toda la serie-, Netflix decidió estrenar el episodio en simultáneo en la plataforma y en salas selectas de cine.
La propuesta, pensada como una experiencia inmersiva, sólo pudo concretarse en los Estados Unidos, donde el huso horario permitió funciones vespertinas alineadas con el lanzamiento digital. En países como la Argentina, esa alternativa quedó descartada, lo que acentuó la sensación de un estreno desdibujado para el público internacional.
Las redes sociales, históricamente el termómetro de Stranger Things, reflejaron ese clima apagado. A diferencia de otras temporadas, esta vez hubo menos cuentas regresivas, menos teorías virales y menos urgencia por llegar a la hora exacta del estreno.
La fragmentación de la temporada tampoco ayudó a sostener el interés. Si el Volumen 1 logró reinstalar la tensión y dejó a los fans expectantes, la espera prolongada entre lanzamientos diluyó el impacto. En una plataforma acostumbrada al consumo inmediato, estirar el desenlace durante meses terminó jugando en contra incluso de una marca tan consolidada.
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Tráiler final de “Stranger Things”
Otro factor clave fue la recepción del Volumen 2. Los episodios de la segunda parte generaron rechazo en un sector importante del público y marcaron un quiebre en la percepción de la temporada.
El episodio 7, centrado en la salida del clóset de Will, quedó registrado como el peor calificado por los usuarios de IMDb en la historia de Stranger Things, un dato que impactó de lleno en la confianza de los seguidores.
Más allá del tema abordado, muchos espectadores cuestionaron el desarrollo narrativo y el ritmo, lo que enfrió la expectativa por el cierre. El contraste con el Volumen 1 resultó evidente: aquella primera tanda había despertado entusiasmo y nostalgia, mientras que la segunda dejó dudas y desilusión.
Así, el episodio final llega condicionado por una suma de factores. Netflix buscó construir un acontecimiento global, pero eligió una fecha, un formato y una logística que atentaron contra la experiencia colectiva. Cerrar Stranger Things un 31 de diciembre parecía una jugada audaz. En la práctica, terminó diluyendo el impacto emocional de una despedida que pedía otro escenario. Pero, igual hay que esperar a ver qué sucede a la hora señalada.
Cortesía de Clarín
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