Sucesión intestamentaria: así se reparte una herencia si no existe testamento en México

Septiembre es el mes del testamento y una advertencia frecuente al hablar de este documento es: “no dejes problemas a tu familia al momento de tu muerte”. 

Pero, ¿cuáles son esos problemas a los que se refieren los expertos? La respuesta es la sucesión intestamentaria, el procedimiento legal que inicia tras el fallecimiento de una persona y que establece qué sucederá con sus bienes si no existe testamento. Dicho proceso se caracteriza por ser largo, tedioso, desgastante y puede fracturar la convivencia familiar.

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El inicio del proceso: tramitar la sucesión

Renato Toledo, abogado de notaría en la Ciudad de México, explica que si los herederos son mayores de edad y no existe controversia, cumpliendo otros requisitos, pueden acudir ante un notario público —al menos en la Ciudad de México— para tramitar la sucesión. Si no hay acuerdo entre los herederos o existen menores de edad entre ellos, deberán iniciar un juicio de sucesión intestamentaria ante un juez de lo familiar.

Paulina Sandoval, abogada experta en derecho familiar, detalla que un miembro de la familia debe presentar una denuncia de sucesión, además del acta de defunción del fallecido y un documento que acredite el parentesco. 

“Una vez iniciado el proceso, el juez tiene la obligación de ordenar una búsqueda en los archivos notariales de todo el país para comprobar que no existe un testamento del cual la familia no tenga conocimiento”, comenta Sandoval y agrega que ese trámite tiene un costo de entre 3,000 y 5,000 pesos.

Al confirmarse que no hay testamento, el juez convocará a una audiencia y notificará a todos los posibles herederos sobre el inicio del proceso de sucesión intestamentaria. Estos pueden ser familiares directos —hijos o padres— hasta parientes colaterales de cuarto grado. 

La ley establece que los posibles herederos son hijos, cónyuge, concubino, padres, hermanos y parientes colaterales dentro del cuarto grado, como primos hermanos o sobrinos nietos. “En esa primera audiencia se designará un albacea y los herederos podrán aceptar o rechazar ser parte de la sucesión”, apunta Sandoval.

Las reglas de repartición

Tras esa primera etapa, corresponde inventariar los bienes y elaborar un proyecto de reparto. Renato Toledo señala que esa función corresponde al albacea. 

“El albacea es un administrador de un patrimonio en liquidación y, dentro de sus obligaciones, se encuentra presentar el inventario de bienes que conforman la masa hereditaria”, añade el abogado de notaría.

Cada familia tendrá un escenario diferente para la repartición, dependiendo de la cantidad de bienes, número de herederos y tipo de parentesco. 

“Por ejemplo, si el fallecido tiene hijos, el patrimonio se reparte entre ellos de manera igualitaria; sin embargo, se debe analizar caso por caso para conocer el parentesco de todos los posibles herederos y lo que corresponde a cada uno”, explica Sandoval. 

Por su parte, Renato Toledo agrega que el cónyuge, si concurre con hijos del fallecido, tiene derecho a heredar como un hijo siempre que carezca de bienes suficientes para subsistir. A falta de hijos, padres y hermanos, el cónyuge podrá heredar el 100% de los bienes.

El albacea también será responsable de realizar los trámites para regularizar inmuebles, pagar deudas y realizar todo lo necesario para que la masa hereditaria esté en regla al momento del reparto. 

Una vez cumplidos todos los requisitos legales y aprobado el inventario presentado por el albacea, se pasa a la última etapa: la adjudicación de bienes, en la que los herederos pasan a ser propietarios.

Proceso largo y tedioso

“En promedio, una sucesión —cuando hay conflicto y muchos herederos— puede durar más de 10 años; incluso sin conflicto puede demorar entre dos y tres años”, afirma Paulina Sandoval. Ambos especialistas coinciden en que la razón de esa prolongación es que todos los herederos tienen derecho a apelar o rechazar resoluciones, lo que genera juicios adicionales.

“He visto muchas personas que fallecen con la familia peleando por una herencia. Las relaciones se fracturan, y la única manera de evitar esto, precisamente, es otorgando un testamento”, concluye Renato Toledo.

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Cortesía de El Economista



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