Tato Bores y Enrique Pinti volvieron al escenario con un homenaje a la revista porteña: plumas, bailes, lentejuelas y humor político

Volver a verlos. A Tato y a Pinti. A Tato Bores y Enrique Pinti, dos figuras que son parte de nuestra identidad nacional, que representan la argentinidad, y que desde el humor construyeron una mirada crítica e inteligente que no pierde vigencia. Volvieron, interpretados por Marco Antonio Caponi y Sebastián Suñé, en La revista del Cervantes, una propuesta atrevida y atractiva que desde este jueves 15 de mayo llena el escenario del Teatro Nacional Cervantes (TNC) de plumas, lentejuelas, bailes, canciones y humor político.

Enormes expectativas generó el estreno de este homenaje a la revista porteña en una sala tan emblemática como la María Guerrero. Este jueves, un rato antes de las 20 -hora anunciada para el comienzo de la función- un hall repleto de gente anticipaba el suceso que vendría después. Entre los presentes, desfilaron Ana María Picchio, Esther Goris, Víctor Laplace, Virginia Lago y Héctor Giovine, Valeria Ambrosio, Carlos Gasalla -el hermano de Antonio-, entre otros; artistas, periodistas y funcionarios se mezclaban en la entrada a la sala, y entre abrazos y reencuentros, se fueron ubicando en la platea.

Una vez comenzada la función, el público se sumergió durante dos horas en un vaivén temporal, que fue y vino entre el pasado y el presente.

La historia es así: Enrique Pinti y Tato Bores se encuentran en el limbo: un lugar de tránsito, aunque Tato está allí desde hace 30 años, con su trámite de ascenso al cielo demorado, por cuestiones burocráticas. La recepcionista, interpretada por Mónica Antonópulos, los recibe; mientras tanto, dos cabezas en un mismo cuerpo, que representan la tragedia y la comedia, están dispuestas a proteger al teatro de la amenaza que representa la revista, ese “género chico” al que, en principio, rechazan. Esas “dos testas” están encarnadas por Alejandra Radano y Carlos Casella.

Es una tradicional revista porteña -en un original homenaje al género, con orquesta en vivo-, con dirección general de Pablo Maritano y dirección musical de Fernando Albinarrate, escrita por Alfredo Allende, Sebastián Borensztein, Juan Francisco Dasso, Marcela Guerty y Juanse Rausch.

Más de 50 artistas entre actores, cantantes, bailarines y músicos brindan un espectáculo de gran calidad, que reivindica la cultura popular y revaloriza el teatro de revista -hoy prácticamente extinguido-, que reunía a capocómicos, vedettes, bailarines y músicos, reducido generalmente por la crítica a mero y vulgar entretenimiento.

En el limbo. Tato y Pinti intentan convencer de su ascenso al cielo a la recepcionista que compone Mónica Antonópulos. Foto: Prensa TNC/Gustavo Gorrini

Tato y Pinti, desde el más allá

Desde la muerte, los dos capocómicos descienden al inframundo de la revista, llevan consigo a la recepcionista del más allá y tratan de convencerla de que son merecedores del cielo. A partir de entonces, comenzará una travesía por sketches, cuadros musicales, transformismo y monólogos -los infaltables monólogos políticos de Tato y de Pinti-, en la Argentina de 1920, pero luego irán pasando por otras décadas. Y aparecerá, entre otros, María Rojí, como Madame Rasimí.

Con caracterizaciones logradas -la de Tato, impactante, por la semejanza con el original, no solo por el vestuario y la peluca, sino por la gestualidad de Caponi-, La revista del Cervantes llegó para provocar una verdadera revolución escénica, una torbellino de sensaciones, arrancar risas, apelar al recuerdo, no esquivar la nostalgia y llamarnos a la reflexión.

Una interesante puesta de luces, vestuario de época y una escenografía giratoria -el diseño de escenografía es de Andrea Mercado-, se fusionan sobre el escenario de un teatro oficial y provocan un bello despliegue visual y sonoro.

“La revista del Cervantes” destila argentinidad por todas partes. Muy buena puesta desde lo artístico y desde lo formal. Foto: Prensa TNC/Gustavo Gorrini

Las coreografías son de Andrea Servera. La Compañía Nacional de Danza Contemporánea y la Orquesta del Cervantes embellecen el espectáculo con su destreza. Para lograr el resultado que se alcanzó, hubo un trabajo de curaduría que abarcó investigación de archivos y la recuperación de partituras que la orquesta en vivo volvió a hacer sonar. Los números musicales son originales de revistas de la época -selección y arreglo de Gerardo Delgado-.

Con respecto al vestuario, se recuperaron piezas históricas de los depósitos del teatro. Y algunos sketches pertenecen a revistas de 1904 y 1918, por lo cual esta puesta tiene, además, valor documental.

Es justo destacar algunas perlas del espectáculo. Iride Mockert compone varios personajes -es la Argentina y es también una cocainómana, entre otras interpretaciones- y lo hace con un talento destacable. No es sorpresa que Alejandra Radano es una gran actriz y cantante; pero su composición de “La Bozán” es conmovedora. Y Marco Antonio Caponi, en el “primer monólogo de Tato post mortem” logra uno de los mejores números del espectáculo: por lo que dice y cómo lo interpreta, en una verdadera clase de humor político al estilo Bores.

Carlos Casella es una de las dos máscaras del teatro (la tragedia y la comedia) que se oponen a la asunción al cielo del género revista. Eso sucede en Carlos Casella es una de las dos máscaras del teatro (la tragedia y la comedia) que se oponen a la asunción al cielo del género revista. Eso sucede en “La revista del Cervantes”. Foto: Prensa TNC/Gustavo Gorrini

La revista criolla: una pecaminosa y dulce tentación. Tanto, que hasta hay un ángel caído, porque no pudo evitarla. El espectáculo juega con esa idea, una revista que desde sus tiempos gloriosos se vuelve irresistible para quien la conoce. La escalera, las vedettes, los capocómicos. Los bailarines, los tangos, las voces afinadas. ¿Quién puede resistirse? Hasta la tragedia y la comedia son capaces de cambiar sus máscaras por las plumas.

La recreación de figuras como Tato y Pinti, y un público fervoroso crearon anoche la ilusión de un viaje en el tiempo que trasladó el escenario del Cervantes a “aquellos años locos” en los que el talento único de dos figuras inolvidables encabezaron una auténtica revista porteña. Porque pasan los gobiernos, pero quedan los artistas.

Un hall repleto y emocionado

Ana María Picchio estuvo en el estreno de Ana María Picchio estuvo en el estreno de “La revista del Cervantes” y se fue muy contenta con la puesta. Foto: Mariana Nedelcu

En la noche del estreno de La revista del Cervantes, ya una hora antes del comienzo de la función, el hall de entrada del Teatro Nacional Cervantes se llenó de periodistas, artistas y funcionarios públicos que se disponían a disfrutar de la función. El público del debut fue muy entusiasta y aplaudió fuertemente cada número del espectáculo.

“Me interesa el hecho de que sea una revista. Y además, hay nombres muy importantes”, dijo Ana María Picchio a Clarín, minutos antes de ingresar a la sala, y entre saludos con sus colegas. “Vengo con la fantasía de ver algo muy arriba y divertido. Una revista en el Cervantes es raro, ¿no?”, reflexiona.

“Me convoca el teatro, estar acá, en este lugar maravilloso”, explica Virginia Lago, que llegó acompañada de su marido, Héctor Gióvine, la razón de su presencia entre los espectadores. “Este espectáculo me parece una idea genial”, anticipó la actriz quien, al terminar la función, decía a todo el que encontraba a su paso que le había encantado la puesta.

Virginia Lago y Héctor Gióvine. La pareja comentó que Virginia Lago y Héctor Gióvine. La pareja comentó que “La revista del Cervantes” le parecía una idea genial. Foto: Mariana Nedelcu

Leonardo Cifeli, secretario de Cultura de la Nación, también dijo presente. “Las expectativas que tengo son inmensas. Este espectáculo recrea la revista de los años ’20, con un archivo que encontramos, más autores y músicos nuevos. Le agradezco a Gonzalo Demaría -actual director del Teatro Cervantes-, porque con él encontramos todo el material de época”, repasó el funcionario.

La presencia de tantas figuras en el estreno es señal del alcance que tuvo semejante idea.

Algunos datos

Leonardo Cifelli, secretario de Cultura de la nación, junto a Susana Roccasalvo y Marcelo Polino, en el estreno de Leonardo Cifelli, secretario de Cultura de la nación, junto a Susana Roccasalvo y Marcelo Polino, en el estreno de “La revista del Cervantes”. Foto: Mariana Nedelcu

Tato Bores es uno de los personajes de La revista del Cervantes. Y uno de los autores del libro es Sebastián Borensztein, uno de los hijos del recordado y admirado Tato.

Marco Antonio Caponi interpreta a Tato Bores. Y su mujer en la vida real, Mónica Antonópulos -en su debut en el Cervantes- es un espíritu que lo recibe en ese “limbo” al que llega junto a Sebastián Suñé, componiendo a Enrique Pinti.

El antecedente: En abril de 1922 se estrenó La revista del Cervantes. “Nuestra primera vedette fue la húngara Stefi Csillag. Nuestra criollísima Linda Thelma ofició como segunda vedette. Al año siguiente, en abril de 1923, la segunda edición de la revista tuvo como vedette a la estrella del cine francés, Florelle”, repasa el instagram del Teatro Nacional Cervantes, en alusión a otro espectáculo que llevó el mismo nombre y que se presentó en el mismo teatro.

Carlos Gasalla, el hermano del fallecido Antonio, no quiso perderse el estreno de Carlos Gasalla, el hermano del fallecido Antonio, no quiso perderse el estreno de “La revista del Cervantes”. Foto: Mariana Nedelcu

Información

Alejandra Radano, Carlos Casella, Mónica Antonópulos, Marco Antonio Caponi y Sebastián Suñé encabezan el elenco de La revista del Cervantes -una producción propia de este teatro-, que sube a escena de jueves a domingo a las 20, en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815). Valor de las entradas: 15.000 pesos.

Cortesía de Clarín



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