Los días pasan desde que el director Rob Reiner (Cuenta conmigo, Cuando Harry conoció a Sally, Misery) y su esposa Michele, de 78 y 70 años, respectivamente, fueran hallados asesinados en su casa el pasado 14 de diciembre. Los detalles que rodean a su muerte siguen saliendo a la luz, con su hijo Nick como el principal sospechoso, el cual enfrenta dos cargos de asesinato en primer grado. Detrás de sí, Reiner deja una filmografía diversa y versátil, con más de 20 películas de distintos géneros, entre las que se incluye su debut como director y la obra en popularizar el término “mockumentary”, This is Spinal Tap.
Antes de consolidarse en la cúspide de Hollywood, Rob Reiner actuó en múltiples series (uno de sus primeros papeles fue la interpretación de un personaje menor en un capítulo de Batman) y llegó a dirigir episodios en la televisión. Uno de ellos fue el piloto de The TV Show de 1979, una parodia de otro programa de rock de la época llamado Midnight Special. En él se buscaba satirizar a una banda promedio a través de una agrupación ficticia a la que llamaron Spinal Tap.
En ese proyecto ya estaban presentes junto a Reiner los más tarde co-creadores de This is Spinal Tap: Michael McKean, Christopher Guest y Harry Shearer. “Hubo una polinización cruzada entre nosotros, que éramos improvisadores, y el mundo del rock”, afirmó el director en una entrevista hecha por el podcast It Happened in Hollywood.
Lo que en un principio era una especie de video de MTV tenía el potencial de ser mucho más. Entre los cuatro, luego de diferentes versiones, se concretó la idea de un falso documental, en tono de comedia, que siguiera a una banda por una gira por los Estados Unidos. “No había forma de escribir un guion para comunicar eso”, afirmó Reiner. Así, consiguieron 19.000 dólares para realizar un corto que sintetizara la idea, lo filmaron y lo intentaron vender a estudios.
“Nunca he visto expresiones más vacías en los rostros de ningún ser humano que en las caras de los ejecutivos del estudio después de que se encendieron las luces al finalizar la demostración de 20 minutos”, recordó Harry Shearer en una entrevista realizada por la revista Rolling Stone.
Luego de constantes rechazos por parte de ejecutivos, hubo una, Lindsay Doran, que se vio fascinada por el proyecto y decidió dar rienda suelta a su desarrollo. Se delineó un arco vago por sobre el cual se improvisó, acumulándose horas de metraje. Las influencias de Reiner y de los tres actores principales (que también oficiaron como guionistas) estaban a la vista: documentales como El último vals de Martin Scorsese, Let it Be de Michael Lindsay-Hogg o La canción es la misma de Peter Clifton y Joe Massot.
Reiner interpretaría a un alter-ego, Marty DiBergi, que cubriría el trayecto de la banda por sus fechas. “Combiné diferentes nombres de grandes directores (Martin Scorsese, Ingmar Bergman, Vittorio De Sica y Federico Fellini) para sentirme yo un gran director”, declaró Reiner.
Los talentos de los artistas involucrados (Harry Shearer después haría el doblaje de múltiples personajes de Los Simpsons, Christopher Guest dirigiría alabados mockumentaries como Músicos grandiosos y Michael McKean es conocido recientemente por haber interpretado a Chuck McGill en Better Call Saul), se conjugaron para producir un documental falso que serviría como sátira y retrato del mundo del rock.
En él se testimonian sus desencuentros y reconciliaciones, mientras aparecen en pantalla secciones musicales, entrevistas que rondan el absurdo y canciones ridículas. Si bien el subgénero se hizo con anterioridad (Robó, huyó y lo pescaron de Woody Allen, como un ejemplo), This is Spinal Tap terminó por popularizarlo de forma definitiva.
From: marcelo panozzo
Un documental falso demasiado real
La obra, estrenada en 1984, no fue un éxito rotundo en cines, pero sí, y como suele ocurrir con las obras de culto (años más tarde, le pasaría lo mismo a Blade Runner), fue ganando seguidores en el formato hogareño. “Realmente no hizo click hasta que creo que nos convertimos en el primer video casero no porno en ganar dinero”, contó Shearer.
Rob Reiner pensó que la razón de su tardanza en ser ovacionada fue porque los fans habrían pensado que era una obra demasiado realista. “Todos decían: ‘¿Por qué harían una película sobre una banda de la que nadie ha oído hablar?’”, explicó en una entrevista realizada por la AARP.
Y es que This is Spinal Tap condensa con maestría, en un balance perfecto entre el absurdo y el verosímil, múltiples referencias a lo que era ser una banda de rock.
Video
Tráiler de “This is Spinal Tap” (1984), de Rob Reiner
Tiene una dupla de creativos que oscilan entre la tensión y la necesidad mutua, tal como lo eran Paul McCartney y John Lennon en Los Beatles. La banda busca realizar actos megalómanos que terminan en torpeza, al querer poner un monumento que amenaza con aplastar a enanos sobre el escenario, similar a lo que le ocurrió a Black Sabbath en 1983 con props que no entraban en el concierto, o al hacer intentos de escenografía y vestuario pomposo, como los de Génesis en los ’70.
Las referencias abundan: tienen diferentes etapas, como las famosas “marcas” o “etapas” en la formación de Deep Purple, alusiones a tapas controversiales (como Virgin Killer de Scorpions) y letras cursis y sexualziadas como las de Mötley Crüe o Kiss. Sin ir más lejos, Big Bottom es una respuesta directa a Fat Bottomed Girls de Queen.
La otra razón de su gran logro artístico es el montaje dinámico con el que se intercalan segmentos “reality”, con la cámara infiltrándose en la vida cotidiana de los artistas durante la gira, entrevistas formales del director al grupo, material de archivo falso de sus comienzos y segmentos musicales de la banda.
Pero el guion, hecho colectivamente (hasta intentaron presionar al Sindicato de Guionistas de Estados Unidos para que todos los miembros del casting quedaran acreditados como escritores), tiene ese ingenio capaz de inmortalizar frases y plegarlas a la cultura popular: “Llevar el volumen a 11” o “Hay una fina línea entre estúpido e inteligente”, entre muchas otras. Hoy se le dice Spinal Tap a una banda pretenciosa.
El delirio del filme hasta se adelantó a posteriores hechos del mundo del rock. Una de las subtramas de la película sigue a la muerte reiterativa de cada uno de los bateristas de la banda, con fallecimientos absurdos como explosiones, ahogos por vómitos ajenos y hasta en extrañas circunstancias un jardín, como le ocurrió al famoso baterista de Toto, Jeff Porcaro, que enfermó luego de pulverizar pesticida en el patio de su casa.
El último legado
“No recibimos nada de dinero de los videocasetes, de los DVDs ni de la venta extranjera. No recibimos nada”, afirmó Reiner. Efectivamente, un acuerdo críptico y tramposo terminó provocando que los creadores recibieron apenas un total de 81 dólares en ingresos por merchandising y 98 dólares en ventas de música por la película, antes de que Harry Shearer demandara a los dueños de los derechos.
En el medio, la ficción se hizo realidad: la agrupación de la película comenzó a tocar en grandes estadios y a grabar álbumes de estudio. La película influenció a artistas como Jack Black (“Tenacious D no podría existir sin Spinal Tap”, afirmó), series como The Office no hubieran nacido sin su existencia y causó la admiración de grandes artistas como Robert Plant, Jimmy Page o Eddie Van Halen. El éxito crítico la llevó finalmente a ser preservada por el Registro Nacional de Cine, al ser considerada una película “cultural, histórica o estéticamente significativa”.
Finalmente, la disputa legal por los derechos del filme concluyó en 2019, los creadores se reapropiaron de la marca y, como gesto máximo de la hazaña, concretaron sus planes para realizar la secuela Spinal Tap II: El final continúa, que se estrenó en algunos países el pasado septiembre. De alguna forma, la película atraviesa toda la filmografía de Reiner; fue su nacimiento como director y ahora, su último legado.
Cortesía de Clarín
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