Si algo tienen en común El señor de los Anillos y Batman: The Dark Knight son sus grandes secuencias iniciales. Mientras una nos cuenta el origen de la mayor amenaza de la Tierra Media, la otra nos sumerge en un crimen donde poco a poco aumenta la intensidad. Pero si alguien ha sabido plasmar una escena de apertura es Steven Spielberg.
No, no se trata de Rescatando al soldado Ryan y sus 30 minutos del sangriento desembarco de Normandía, sino la obra considerada pionera del término blockbuster. Aquella que con una banda sonora inconfundible y un monumental animal mecánico, redefinió el terror en el cine. Y claro, hizo que las personas comenzaran a pensarse dos veces nadar en el mar.
Una tranquila reunión en la playa. Jóvenes disfrutan del ambiente mientras se relajan y comparten porros. Es entonces cuando la chica Chrissie decide aventurarse en el agua. Al mismo tiempo, un sujeto borracho intenta seguirla, pero termina desplomado en la arena. Chrissie queda sola y vulnerable.
La tensión se dispara con el uso de la cámara que alterna entre el inquietante plano del tiburón, que acecha bajo el agua, y la perspectiva de Chrissie, expuesta y desprotegida en la superficie. Aunque nunca vemos al depredador, su presencia se siente intensamente amplificada por la icónica banda sonora de John Williams.
La ansiedad y suspenso aumentan. Cada segundo cuenta. Mientras tanto, el borracho permanece inconsciente en la orilla, ajeno al horror que se desarrolla a unos metros de distancia. Chrissie, por su parte, enfrenta un ataque brutal sin nadie que pueda auxiliarla.
Así, con solo tres minutos y medio, Spielberg logra perturbar profundamente a la audiencia. Bajo esta creación, se generó una clásica e imborrable escena que define el tono del filme: una amenaza constante e invisible que acecha desde las profundidades.
A casi 50 años de su estreno, la impactante apertura de Tiburón continúa como un referente cinematográfico atemporal que provoca escalofríos en cualquiera que contemple adentrarse en el mar. A su vez, los acordes de Williams se han incrustado en la memoria colectiva y la cultura pop, ya que cada vez que se escuchan, generan la sensación de que el peligro está cerca.
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Cortesía de Xataka
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