Transforman suculentas en lámparas vivas que brillan en rojo, azul y verde tras recibir luz solar: así es el experimento que podría cambiar la forma en que iluminamos el mundo

En un laboratorio del sur de China, una hoja de suculenta comienza a brillar como una esmeralda encendida. No hay cables, ni bombillas. Solo un tenue resplandor verde que se despliega desde el interior del tejido vegetal. Parece magia, pero es ciencia: una escena que podría pertenecer al mundo de Avatar, pero que tiene lugar en la Tierra y en pleno 2025.

Lo que ha conseguido el equipo liderado por Shuting Liu en la Universidad Agrícola del Sur de China no es menor. Según detalla el estudio publicado en la revista Matter, se trata del primer caso documentado de plantas vivas capaces de emitir una luminiscencia multicolor visible tras exponerse simplemente a la luz del sol.

Un resplandor vegetal hecho con materiales sintéticos

La clave está en unas diminutas partículas de fósforo —en concreto, aluminato de estroncio— que se inyectan en las hojas. Estas partículas, similares a las que dan vida a las pegatinas fosforescentes que adornan tantos techos infantiles, tienen la capacidad de absorber la luz y liberarla poco a poco, generando un “resplandor persistente” que dura hasta dos horas. El resultado es sorprendente: suculentas que, tras un baño de sol o luz LED, brillan con una intensidad comparable a la de una vela pequeña.

La elección de las suculentas no fue casual. Tras numerosos ensayos con plantas de hojas finas como Dieffenbachia —donde la distribución del fósforo resultaba irregular y débil—, los investigadores descubrieron que la estructura interna de Echeveria ‘Mebina’, una planta crasa con hojas carnosas y canales intercelulares uniformes, era ideal para difundir las partículas de forma homogénea. “En solo segundos, una hoja entera se iluminaba”, explicó Liu a The New York Times, aún impresionada por la uniformidad del brillo.

A diferencia de otros experimentos anteriores que apostaban por la ingeniería genética —como la petunia luminosa de Light Bio, lanzada comercialmente en EE. UU. en 2024—, este enfoque evita modificar el ADN vegetal. En lugar de alterar el genoma, se recurre a la inyección directa de materiales sintéticos, con resultados mucho más brillantes y en una gama de colores más amplia: verde, azul, rojo, naranja e incluso blanco.

El procedimiento, aunque aún artesanal, es sorprendentemente rápido: cada planta puede prepararse en unos diez minutos y con un coste aproximado de 1,30 euros. Un jardín entero de estas criaturas bioluminiscentes podría construirse en una tarde. De hecho, el equipo llegó a instalar un muro vegetal compuesto por 56 ejemplares, cuya luz era suficiente para leer o iluminar un pequeño espacio interior.

¿Sustituirán estas plantas a las bombillas? El descubrimiento chino que reabre un viejo sueño
¿Sustituirán estas plantas a las bombillas? El descubrimiento chino que reabre un viejo sueño. Fuente: Liu et al., Matter (2025)

Una idea brillante que también genera escepticismo

Las imágenes y vídeos del experimento parecen sacadas de una distopía botánica: plantas convertidas en objetos luminosos, capaces de recargarse una y otra vez con la luz del día. Pero este avance plantea también preguntas incómodas. ¿Qué ocurre con las partículas una vez que la planta muere? ¿Cuál será su impacto en el medio ambiente si se generaliza su uso como elemento decorativo o funcional?

El periodista Michael Le Page, en un artículo para New Scientist, fue especialmente crítico con el hallazgo. Lo calificó de “truco barato” y lo comparó con prácticas estéticas controvertidas como teñir peces de acuario o pintar rosas de azul. “Si estas plantas fueran genéticamente modificadas para producir su propia luminiscencia biodegradable, la historia sería distinta”, escribió. Por ahora, subrayó, lo que se ofrece no es más que una ilusión momentánea con potencial contaminante y escasa utilidad práctica.

Esa misma preocupación fue compartida por Keith Wood, director ejecutivo de Light Bio, en declaraciones recogidas por Nature. Wood expresó dudas sobre el impacto de estos materiales en la salud a largo plazo de las plantas, así como sobre la posibilidad de que fueran tóxicos si se ingieren accidentalmente. Aunque los autores del estudio aseguran que las partículas utilizadas fueron recubiertas con fosfato para mejorar su biocompatibilidad, admiten que aún faltan pruebas de seguridad a largo plazo.

Una visión botánica entre la ciencia y la fantasía

A pesar de las críticas, el trabajo tiene una ambición clara: sentar las bases para una nueva forma de iluminación sostenible, basada en organismos vivos. “Imaginamos un futuro donde los árboles puedan reemplazar a las farolas”, señaló Liu en el comunicado de prensa de Cell Press. Una idea que, aunque suene utópica, conecta con una larga tradición humana de imaginar la naturaleza como fuente de luz: desde los cuentos de hadas hasta la ciencia ficción contemporánea.

Sin embargo, la realidad física impone sus límites. La eficiencia fotosintética de las plantas es extremadamente baja —menos del 2 % de la luz solar se convierte en energía útil— y gran parte de esa energía se dedica a mantener vivo el organismo. Pensar en una planta como sustituto de una bombilla es, por ahora, una fantasía luminosa más que una solución viable.

Lo que sí ha demostrado el estudio es que es posible transformar el cuerpo de una planta en una suerte de “pantalla orgánica”, capaz de almacenar energía lumínica y devolverla con un retardo visualmente impactante. En ese sentido, este experimento se sitúa en la frontera difusa entre la biología, la ingeniería de materiales y el arte.

Como sucede a menudo con los avances científicos que despiertan más fascinación que utilidad inmediata, el verdadero valor de estas suculentas brillantes puede residir no tanto en su aplicación directa como en las preguntas que abren. ¿Hasta qué punto podemos integrar materiales artificiales en sistemas vivos sin dañarlos? ¿Podrán las plantas del futuro combinar belleza estética, función energética y sostenibilidad real?

Por ahora, las respuestas son parciales. Pero mientras tanto, no deja de ser hipnótico imaginar una maceta discreta en una repisa que, cuando cae la noche, comienza a brillar como un rubí vegetal. Un pequeño farol biológico en un mundo que busca nuevas formas de habitar la oscuridad.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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