Tratar la hipertensión podría reducir el riesgo de demencia y deterioro cognitivo

Lo que es bueno para el corazón, también es bueno para el cerebro. Este mantra de la medicina, repetido hasta la saciedad por la comunidad científica y sanitaria, ha inspirado a uno de los estudios más grandes realizados hasta la fecha sobre la relación entre la tensión arterial y la salud cerebral. ¿El resultado? Según publica este lunes la revista ‘Nature Medicine’, tras analizar más de 34.000 pacientes, un ensayo clínico a gran escala ha evidenciado que un control intensivo de la presión arterial puede reducir en un 15% el riesgo de demencia y en un 16% el deterioro cognitivo. “Los tratamientos contra la hipertensión podrían ayudar a reducir la incidencia y el impacto global de la demencia”, concluye el trabajo, liderado por el epidemiólogo Jiang He.

Actualmente se estima que en el mundo hay alrededor de 57 millones de personas viviendo con un diagnóstico de demencia. Tal y como advierten los expertos, de no aplicarse medidas de prevención efectivas, esta cifra podría triplicarse hasta alcanzar los 153 millones en 2050, algo que a su vez podría tener un impacto especialmente devastador en los países de ingresos bajos y medios. En estudios previos se había demostrado que la hipertensión no tratada se perfila como un factor de riesgo que aumenta hasta un 42% las probabilidades de desarrollar demencia. Aun así, hasta ahora no había evidencia directa sobre el uso de tratamientos para la tensión para reducir el deterioro cognitivo.

El estudio hizo seguimiento de 33.995 pacientes de 326 aldeas rurales chinas durante cuatro años

Para estudiar esta cuestión, un equipo internacional de investigadores realizó un curioso estudio en con 33.995 adultos de 326 aldeas rurales chinas. Una parte de estos pacientes recibieron medicamentos antihipertensivos, educación sobre hábitos saludables y seguimiento domiciliario de la presión arterial, a cargo de agentes comunitarios de salud conocidos como “médicos de aldea”. La otra parte de los participantes, en cambio, fueron instruidos sobre cómo medir su presión arterial en centros de salud, sin intervención intensiva. Tras un seguimiento de 48 meses, los investigadores detectaron que en el primer grupo se habían detectado menos casos de demencia y deterioro cognitivo que en el segundo (concretamente, 668 casos frente a 734).

Análisis anteriores ya demostraron que la hipertensión no tratada aumenta hasta un 42% las probabilidades de desarrollar demencia

Los análisis apuntan a que, en tan solo cuatro años, las personas que tomaron medicación para tratar la hipertensión tuvieron un 15% menos riesgo de desarrollar demencia así como un 16% menos de probabilidades de sufrir cualquier tipo de deterioro cognitivo. Los expertos afirman que estas cifras son especialmente importantes en un contexto rural en el que de por sí existen recursos limitados para llevar a cabo intervenciones de salud de este tipo. “Esto es una clara llamada a tratar la hipertensión no solo para proteger el corazón, sino también el cerebro“, destaca el neurólogo Masud Husain, de la Universidad de Oxford, en declaraciones a la plataforma Science Media Centre de Reino Unido en relación a los resultados de este trabajo.

Un cambio de paradigma

Según explican los autores de este estudio, se trata de la primera vez en la que se demuestra de forma directa que el tratamiento de la hipertensión puede tener un beneficio claro frente a la demencia. También muestra cómo se podría aplicar “una intervención sencilla, escalable y basada en recursos comunitarios” para mejorar la salud cerebral de la población. “Se trata de un avance realmente importante que podría cambiar las políticas de prevención en todo el mundo”, asegura Mark Caulfield, de la Universidad Queen Mary. En esta misma línea se posiciona Atticus Hainsworth, experto en enfermedades cerebrovasculares de la Universidad de St. George, en Londres, quien define esta intervención como “una herramienta sencilla, barata y eficaz”.

A pesar del entusiasmo suscitado por los resultados de este estudio, la comunidad científica también llama a la cautela y recuerda que se necesitan más trabajos para confirmar los beneficios de este tipo de intervenciones. Según subraya Julia Dudley, directora de investigación de Alzheimer’s Research UK, “aunque los resultados son alentadores, necesitamos más estudios que evalúen el impacto a largo plazo y en otras poblaciones”. Sobre todo porque, en este caso, el análisis se realizó durante un periodo relativamente corto, de tan solo cuatro años, por lo que no se puede saber si la reducción del riesgo de demencia se mantiene con el tiempo. Además, la media de edad de los participantes era de 62 años, una franja en la que la incidencia de demencia es aún baja.

“Se trata de un avance realmente importante que podría cambiar las políticas de prevención en todo el mundo”

La implicación práctica de este tipo de estudios es clara. Por un lado, cada vez son más las sociedades científicas que proponen bajar la edad de inicio de los chequeos cardiovasculares de los 40 a los 30 años para detectar y tratar la hipertensión de forma precoz. Por otro lado, los especialistas también apuestan por reforzar la educación de los propios pacientes para que aprendan a cuidar de su salud cerebral. “Mida su presión regularmente. Reduzca la sal, el alcohol, mantenga un peso saludable y haga ejercicio. Son acciones simples que pueden tener un impacto profundo en su salud cognitiva futura”, recomienda Tara Spires-Jones, directora del Centro de Ciencias del Cerebro en la Universidad de Edimburgo.

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Cortesía de El Periodico



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