Tres transacciones intrincadas

Por más que se apuren, reformar, contra-reformar o sobre-reformar toma tiempo. Después de la reforma constitucional en materia energética de 2013, tuvo que pasar más de año y medio para que se celebrara la Ronda Uno petrolera. Para la primera subasta eléctrica de largo plazo fueron más de dos años.

En la ola más reciente, ya van varios años desde que el gobierno anunció sus intenciones, al principio fallidas, de contra-reformar en favor de la ‘prevalencia’ de las empresas del Estado (aunque prometiendo no ahuyentar a la inversión). Sigue sin quedar claro cómo van a funcionar en el sector energético mexicano las nuevas inversiones en nueva capacidad productiva. Ya circulan algunos borradores de reglamentos. También hay varias hipótesis sobre la nueva forma de contratos mixtos, sobre todo del lado petrolero. Pero nada concreto sobre lo que puedan fundamentarse decisiones de inversión en nuevos proyectos. El déficit de infraestructura energética en México sigue creciendo; habrá que esperar un poco más.

Por ahora, la actividad que ha definido al sector es la del mercado secundario y la de financiamiento para Pemex. Los tres hitos más notorios son las dos adquisiciones de portafolios importantes de Iberdrola y la emisión de P-Caps. En conjunto, representan la movilización de más de 20,000 millones de dólares. Cada uno, sobre todo las adquisiciones del sector eléctrico, han creado nuevas posiciones de liderazgo dentro del sector, re-consolidando activos bajo estructuras innovadoras. Desde la perspectiva del comprador, las tres son bastante intrincadas.

La adquisición de un primer paquete de activos de generación Iberdrola es una de las transacciones más grandes de la historia del sector energético mexicano. Acabó en la consolidación de una nueva plataforma que combina inversión del gobierno, inversión de mercados de capitales y private equity de una forma bastante particular. La estructura inicial de capital, que apalancaba tanto inversión del Fonadin como aparatosos préstamos puentes de la banca, eventualmente fue remplazada con una estructura más permanente, anclada en torno a la emisión de 4,500 millones de dólares por parte de FIEMEX, con amplia participación de siete Afores mexicanas y hasta el INFONAVIT. Mexico Infrastructure Partners (MIP) funge como gestor de FIEMEX y, para efectos prácticos, como el private equity backer de Quantum Energía. De ahí cuelgan 13 plantas de generación, que representan casi el 10% de la capacidad instalada total del país. Casi dos terceras partes del capital vienen del gobierno mexicano, bajo una de las formas de ‘prevalencia’ que algunos esperan que se vuelva más prevalente en el mercado.

La adquisición del segundo paquete de activos de Iberdrola es intrincada por otras razones. El resumen es que Cox Energy, el comprador, puso hasta ahora menos de 50 millones de euros para adquirir un portafolio de más de 4,000 millones. Hay más de 3,000 millones de dólares de créditos y un levantamiento de capital aun por terminar de concretarse, con inversionistas institucionales e individuales por detrás. Esta estructura, también bastante intrincada, ha permitido a Cox saltar de jugador emergente a las grandes ligas del sector, eventualmente operando activos que representan 2,600 MW. Es un cacho importante de uno mayores sectores de la economía, con un ‘enganche’ de menos del 1% de valor. Otro deal espectacular.

Lo de los P-Caps de la semana pasada también es bastante ingenioso. Fue una emisión de deuda que permitió a Hacienda apoyar a Pemex de una manera indirecta, pero efectiva, dándole la vuelta a la prohibición legal de que el gobierno no puede asumir directamente la deuda de Pemex. Sin aburrir con los detalles, México usó un vehículo de propósito específico (una entidad llamada Eagle Funding LuxCo, para emitir deuda y utilizar los recursos para comprar un portafolio de bonos del Tesoro de Estados Unidos. Los recursos captados, 12,000 millones de dólares (que hace de esta una de las emisiones de bonos estructurados en un solo tramo más grande la historia), se van a destinar al pago de obligaciones financieras y amortizaciones de deuda en Pemex. Gracias a la estructura barroca, los términos de financiamiento son mucho mejores que los que Pemex hubiera obtenido por si sola.

Son tres transacciones intrincadas. Las tres con un enorme mérito financiero – grandes case studies de la banca inversión global desde el minuto uno. Si se cumplen algunas condiciones, las tres tendrán potencial también como habilitadoras de éxito operativo y energético. Pero a su vez plantean preguntas que quizás sean importantes. ¿Por qué lo que define al sector está empezando a ser tan intrincado financieramente y con tan alta dependencia en el apalancamiento catapultador? ¿Hay algo de aquí que valdría la pena repetir o replicar?¿Podrá México regresar al mainstream financiero donde el financiamiento de proyectos ‘plain vanilla’ permite que se desplieguen otra enorme cantidad de recursos, pero ahora a construir y renovar los fierros que generan, transportan y distribuyen la energía en nuestro país?

Cortesía de El Economista



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