Bolivia nos sorprende, una vez más. Esta vez, negativamente. El país pasa, en pocos meses, de un proyecto concreto de lucha en contra del neoliberalismo a una segunda vuelta de la elección presidencial con dos candidatos de la derecha. Muchos factores deben ser tenidos en cuenta para que se diera un pasaje tan radical de una situación a otra.
El presidente del país, Luis Arce, exministro de Economía de los gobiernos de Evo Morales, al principio buscaba la reelección. Evo se opuso. Álvaro García Linera, que había sido el vice de Evo, le propuso a éste que dejara que Arce tuviera un segundo mandato, como el había tenido.
Evo rechazó la propuesta y se inició en ese momento una guerra fratricida entre él y Arce. Éste renunció a su candidatura, pero Evo, que no podía judicialmente ser candidato por haber tenido dos mandatos como presidente, insistió en mantenerse en la disputa electoral. Se valió de su capacidad de movilización de los campesinos, sobre todo de su región original, de Cochabamba, para paralizar el país.
Mientras tanto, la situación económica, que había estado controlada, pasó a registrar inflación y subida descontrolada de los precios, en particular de los productos de consumo popular. El gobierno de Arce, que aparecía como responsable de la crisis, también perdió apoyo.
El impasse estaba instalado. Andrónico Rodríguez, joven líder campesino, que era presidente del Congreso, lanzó su candidatura como alternativa a la polarización. Pero Evo tampoco lo apoyó.
La derecha, que había sido marginada del gobierno durante los veinte años del MAS, encontró la posibilidad de ocupar el espacio, lanzando a sus dos candidatos tradicionales, que pasaron a destacarse en las encuestas.
Evo, por su parte, hizo campaña, incluso callejera, por el voto nulo. En la primera vuelta, finalmente, se dio lo que parecía impensable tiempo atrás. Dos candidatos de la derecha pasaron a la segunda vuelta. El aspirante oficial del MAS, Eduardo del Castillo, obtuvo poco más del 3% de los votos y Andrónico Rodríguez, el 8%, es decir, tuvieron una votación pequeña. El voto nulo propuesto por Evo Morales fue del 20%.
Así Bolivia se encuentra a las puertas del retorno de la derecha al gobierno, con el cierre del virtuoso período de gobiernos del MAS, que había tenido amplio apoyo popular. Uno, más moderado, Rodrigo Paz, senador de centro derecha, el otro, Jorge Tuto Quiroga, derechista tradicional, adepto a los procesos de privatización de las empresas públicas y regreso al modelo neoliberal.
Rodrigo Paz salió primero en la primera vuelta y se ha vuelto el favorito para volverse el primer presidente de derecha en Bolivia en 20 años. Evo Morales, por su parte, puede considerarse victorioso. Sus partidarios apedrearon y abuchearon a Andrónico cuando fue a votar, convirtiéndolo en su principal adversario.
La izquierda boliviana ha sufrido una grave derrota, producto de la guerra desatada entre los mismos que habían sido miembros del MAS. Evo sale como la única expresión, con cierto nivel de apoyo, de la izquierda. Pero sigue sin poder candidatearse, por decisión del Poder Judicial y sin mayoría en el nuevo Congreso, dominado por la derecha, que pudiera cambiar su inhabilitación.
Triste final del período político más importante de la historia reciente de Bolivia. Evo mantiene niveles de apoyo, porque fue el dirigente que ha personificado ese proceso. Sin embargo, carece de chances de ser candidato, y tiene también que responder por el sabotaje a una candidatura de izquierda, representada por Andrónico.
Los enfrentamientos fratricidas, como siempre que ocurren en la izquierda, son fatales para su desempeño y para la posibilidad de que representen una alternativa para Bolivia y para cualquier otro país donde ello pueda ocurrir.
Cortesía de Página 12
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