
El gobierno de Estados Unidos pidió a Eli Lilly que produzca más insulina; a Pfizer más Ibrance -un medicamento contra el cáncer- y Lipitor, contra el colesterol; y a AstraZeneca, que considere la posibilidad de establecer una nueva sede en Estados Unidos, según dos fuentes.
Los ejecutivos de las farmacéuticas reciben llamadas casi diarias del personal de la Casa Blanca -incluida la jefa de Gabinete, Susie Wiles- y de altos cargos de agencias como Salud y Servicios Humanos y el Departamento de Comercio, según dos fuentes familiarizadas con el asunto. Pero las farmacéuticas son la punta del iceberg.
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Según más de media docena de personas familiarizadas con las conversaciones, el Gobierno de Donald Trump está buscando acuerdos en hasta 30 sectores, que implican a decenas de empresas consideradas críticas para la seguridad nacional o económica.
En algunos casos, el Gobierno está ofreciendo un alivio arancelario a cambio de concesiones, garantías de ingresos o la toma de participaciones de capital en empresas con problemas, entre otros tipos de ayuda.
Las fuentes señalaron que el rápido ritmo de negociación está diseñado para ofrecer victorias políticas al presidente estadounidense, Donald Trump, antes de las elecciones legislativas de 2026.
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El martes, Trump anunció un acuerdo con el presidente de Pfizer, Albert Bourla, para reducir los precios de los medicamentos a cambio de un alivio de los aranceles previstos a los productos farmacéuticos importados. “Estados Unidos ha dejado de subvencionar la sanidad del resto del mundo”, dijo Trump en un acto en el Despacho Oval.
Tan importante como los acuerdos en sí es la óptica: deben anunciarse desde la Casa Blanca, dijeron dos fuentes. Eli Lilly lo aprendió por las malas cuando excluyó a Trump de su anuncio de dos nuevos centros de fabricación en septiembre y recibió una llamada del Gobierno preguntándole por qué no permitían que el presidente lo anunciara.
Un portavoz de Eli Lilly dijo que no estaban al tanto de la interacción con el Gobierno, y dijo: “como empresa estadounidense, Lilly se compromete a ampliar la capacidad de fabricación en Estados Unidos”.
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Pfizer y AstraZeneca no quisieron hacer comentarios. La Casa Blanca no quiso hacer comentarios sobre el anuncio de Eli Lilly o sobre detalles concretos de planes. Todo forma parte de lo que el portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, ha descrito como un “enfoque de todo el Gobierno” para la negociación de acuerdos “para salvaguardar nuestra seguridad nacional y económica”.
El plan consiste en utilizar los amplios poderes del gobierno para presionar a las empresas para que impulsen el objetivo de Trump de trasladar la fabricación a Estados Unidos, reducir la dependencia de China, fortalecer las cadenas de suministro de productos críticos y contribuir a las arcas del Gobierno, según seis personas familiarizadas con las discusiones.
La labor de acercamiento de la Administración ha abarcado distintos ámbitos de la economía, como los semiconductores, la inteligencia artificial, la computación cuántica, los minerales críticos, la construcción naval, la energía, la producción de baterías, los productos farmacéuticos y el transporte de mercancías, según las fuentes.
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Hasta ahora no se había informado de la amplitud de los planes del Gobierno. En su conjunto, las intervenciones previstas en la economía estadounidense revierten décadas de no intervención en la empresa privada, una característica que ha definido el capitalismo estadounidense.
“Es asombroso que un Gobierno republicano nos esté alejando del capitalismo tradicional más que cualquier otro Gobierno demócrata”, dijo John Coffee, profesor de derecho de sociedades en la Universidad de Columbia en Nueva York.
Cortesía de El Economista
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